Serio conflicto entre potencias asiáticas
La diplomacia de la violencia nunca ha sido buena consejera. No obstante, los líderes de las naciones no siempre atienden las enseñanzas de la historia. India y Pakistán están intercambiando agresiones y amenazas en el discurso mientras la comunidad internacional solo observa lo que puede convertirse en un drama más serio de lo imaginado.
En el siglo XXI, las guerras globales son
cosa del pasado. Así lo afirman numerosos analistas de la política
internacional, más allá de que algunos conflictos parece devolver a las
naciones a los tiempos de la Guerra Fría. El caso de Venezuela es el más
cercano, pero no el único y tampoco el más serio. Una gran cantidad de
escenarios prebélicos o directamente de guerra asoman en el horizonte, aunque
circunscriptos a porciones territoriales específicas que involucran a solo un
puñado de países.
No obstante, algunas situaciones pueden poner en peligro la paz global y desatar acciones militares que afectarían a gran parte de la humanidad, en especial debido a la tecnología que ha modificado de manera sustancial el modo de hacer la guerra. Los vaivenes entre Corea del Norte y Estados Unidos, las aspiraciones de expansión del gobierno ruso, la inestable realidad de Afganistán y los dramas que se viven en Yemen, determinados países de África y el Medio Oriente son ejemplos concretos.
En el horizonte asoma ahora una nueva situación de conflictividad entre dos naciones cuya historia en común y desarrollo actual ameritan la aparición de signos de alerta por las consecuencias que podría generar un enfrentamiento entre ellas. Hace pocos días, un avión indio atacó un supuesto campo de entrenamiento terrorista cerca de Balakot, Pakistán. Según las autoridades indias, la redada tuvo como objetivo una instalación utilizada por Jaish-e-Muhammad, un grupo terrorista con base en Pakistán que se atribuyó la responsabilidad de un ataque suicida del 14 de febrero que mató a 40 policías indios en el territorio en disputa de Cachemira, una región dividida en dos administraciones: una pakistaní y la otra india.
El ataque aéreo significó una escalada de la tensión entre dos países que cuentan con armas nucleares y que desde que finalizó la ocupación británica hace más de medio siglo, mantienen su propia guerra fría. Han existido hostilidades durante varios períodos, fueron 4 las guerras breves en las que se enfrentaron por cuestiones limítrofes, pero nunca una fuerza militar regular aérea de uno de los países atacó el territorio del otro, hecho que amerita a pensar que puede darse un agravamiento de las diferencias.
La prensa internacional destacó que el campo bombardeado de Balakot no estaría en las fronteras de Cachemira, sino bien dentro de una provincia pakistaní. India argumentó que su acción militar solo estuvo dirigida a minar el poder de fuego del grupo terrorista responsable del ataque del 14 de febrero, y no contra civiles paquistaníes o sus militares. Pero la réplica verbal de las autoridades de Pakistán fue terminante con el anuncio de la toma de represalias.
La tensión entre las dos potencias asiáticas nació en los tiempos de la independencia, con la partición del territorio indio, pese a la oposición del Mahatma Gandhi. Pero los primeros líderes de ambas naciones -Jinnah y Nehru- supieron matizar aquellas iniciales asperezas aun cuando las matanzas mutuas entre musulmanes e hindúes se sucedían de manera frecuente. Más tarde, los entredichos por los límites territoriales fueron motivo de conflictos serios. Hoy, a poco más de 70 años de aquel tiempo inaugural en el que consiguieron la independencia, Pakistán e India poseen cada una más de 100 armas nucleares. El riesgo de una conflagración mayor es, por tanto, evidente.
La diplomacia de la violencia nunca ha sido buena consejera. No obstante, los líderes de las naciones no siempre atienden las enseñanzas de la historia. India y Pakistán están intercambiando agresiones y amenazas en el discurso mientras la comunidad internacional solo observa lo que, de darse, puede convertirse en un drama más serio de lo imaginado.