Resurrección de posturas anárquicas
Algunos acontecimientos que se producen en la vida social del país dan cuenta de que se asumen posturas que no tienen como objetivo tomar el poder como en otros tiempos, pero que procuran deslegitimizar y desmantelar los resortes del Estado, generando autonomía propia para esos sectores que incluso desconocen las bases legales de la convivencia.
"Nuestro problema no es hacer posible el anarquismo hoy, mañana o dentro de mil años, sino avanzar hacia el anarquismo hoy, mañana y siempre". La frase de Enrico Malatesta, uno de los grandes teóricos del anarquismo de principios del siglo XX permite reflexionar sobre situaciones que se están dando en este siglo que ya lleva casi dos décadas, tanto en la Argentina como en el mundo.
El anarquismo como corriente ideológica estuvo en retroceso en el siglo XIX y fue derrotado en el pasado. Pero parece haber resucitado por estos tiempos. Quienes lo fomentan se cuidan mucho de autodefinirse como anarquistas. Pero todos ellos, desde vertientes partidarias diversas "aprovechan" la frustración de los ciudadanos frente a gobiernos que decepcionan y se encargan de proclamar reacciones "liberadoras" contra la opresión y las mentiras de los poderosos.
Este discurso viene prendiendo en muchas partes del mundo y la Argentina no es la excepción. Cada tanto, algunos acontecimientos que se producen en la vida social del país dan cuenta de que -aun sin bases teóricas- se asumen posturas que no tienen como objetivo tomar el poder como en otros tiempos, pero que procuran deslegitimizar y desmantelar los resortes del Estado, generando autonomía propia para esos sectores que incluso desconocen las bases legales de la convivencia.
Este largo introito puede servir para dar marco a la situación compleja y difícil que vive la capital de la provincia ante el paro de los choferes del transporte urbano de pasajeros. Los voceros de los huelguistas desconocen cualquier decisión legal y se niegan a reconocer la autoridad tanto de su gremio como cualquier otra. Quizás sin entender que le están haciendo el juego a los que propician la anarquía, están convencidos de que nada los detendrá, tal como lo pregonaba Malatesta hace casi 100 años.
El periodista cordobés Gonzalo Neidal escribió una columna en la que, con claridad y lenguaje bien entendible, refuerza esta impresión. Publicó el colega que "los gremios de Córdoba utilizan rutinariamente y a pleno su capacidad de extorsión hacia la sociedad y hacia el poder político". Agrega: "Y a todos ellos lo tiene sin cuidado lo que los vecinos piensen acerca de su conducta sindical. Son conscientes de que no son muy queridos pero eso les importa tres pepinos. Saben que con sus paros envilecen la vida de todos nosotros pero justamente por eso es que paran, cortan el tránsito, rompen vidrios hasta conseguir lo que quieren".
En el camino, se burlan de los mecanismos legales, proclaman consignas incendiarias y mantienen en vilo a toda la población que sufre las consecuencias de su accionar. Por definición, la palabra anarquía se entronca con la palabra ausencia. Ausencia de normas, ausencia de autoridades, ausencia de gobierno, ausencia de orden, ausencia de convivencia social pacífica. La resurrección de las actitudes y el pensamiento anárquicos en este momento también denota ausencia de aprendizaje de las lecciones históricas y ausencia del sentido común.