Que pueda ser la luz al final del túnel
El comienzo de los operativos de vacunación no puede significar un relajamiento mayor al que ya se observa respecto de las medidas de distanciamiento y prevención. De lo contrario, la segunda ola tendrá más fuerza y volverá a colocar en estrés a un sistema sanitario que supo responder a la emergencia, pero que mantiene sus debilidades.
La primera médica vacunada contra el coronavirus en San Francisco el pasado 29 de diciembre calificó a este hito en la lucha pandémica como "una esperanza para todos". Quizás esta fue la sensación mayoritaria que se plasmó en la sociedad argentina toda en el comienzo de los operativos de inmunización con la vacuna rusa Sputnik V.
Más allá de la correctamente titulada "épica del flete" con la que se pretendió utilizar políticamente el viaje de un avión argentino a buscar las dosis a Rusia y también de la falta de información científica que se requiere para tener real dimensión de las características de producto, lo cierto es que el inicio de la vacunación abre un tiempo de expectativas importantes en el país. Más aún cuando la segunda ola parece estar mucho más cerca de lo que parece.
No es que debe olvidarse la necesidad de que sea correctamente difundida la documentación científica que avala las bondades de la vacuna rusa. Tampoco debe dejar de insistirse en que el gobierno nacional y las provincias acuerden con otros proveedores para garantizar la cantidad de dosis necesarias para vacunar a la mayoría de la población. Pero el comienzo de la inmunización es un hecho significativo. Que debe ser complementado con la información que compruebe que el proceso todo ha sido sometido a pruebas de eficacia y seguridad que lo hacen confiable y viable.
Pero el comienzo de los operativos de vacunación no puede significar un relajamiento mayor al que ya se observa en el país respecto de las medidas de distanciamiento y prevención. Durante un largo tiempo más serán absolutamente necesarias estas prácticas, puesto que de lo contrario la segunda ola tendrá más fuerza y volverá a colocar en estrés a un sistema sanitario que supo responder a la emergencia, pero que mantiene sus debilidades. Un sistema que, sin embargo, cuenta con equipos profesionales que estuvieron a la altura de las circunstancias y ahora podrán trabajar quizás con más tranquilidad habiendo sido vacunados.
No bajar la guardia es una obligación social. Si el virus mantiene el crecimiento de contagios de las últimas semanas, retornarán los problemas ya experimentados en materia de salud y economía, entre otros. Mientras la vacuna -cualquiera sea- no llegue a toda la población, es vital mantener la guardia alta. No cabe otra estrategia en este duro combate contra el Covid 19.
De todos modos, el comienzo de la vacunación ha sido un hecho auspicioso. Y se espera que continúe de la misma manera. Porque la humanidad toda ha apostado a que las vacunas puedan ser la variable que despeje la pesadilla que se ha vivido en 2020. Era impensado hace algunos meses tener certezas sobre lo que sobrevendría en este tema. Pero la ciencia ha conseguido en pocos meses avanzar de manera notable y se aguarda que la política esté a la altura de la circunstancias para que, no solo en la Argentina sino en todo el mundo, pueda encontrarse la luz al final del túnel.