Pauperización creciente
Será necesaria una ardua tarea para remontar la pesada cuesta del incremento paulatino pero constante de la pobreza en el país. Y ella deberá contener decisiones políticas profundas que destruyan los "organismos" sociales, económicos y políticos enquistados en un tejido social que debería preservar sus cualidades más importantes.
En declaraciones a la prensa porteña, el titular del Observatorio Social de la Deuda de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, aseguró que en el último período se registraron 1.500.000 más pobres en el país. "El mayor impacto en la pobreza lo tuvo el shock inflacionario", indicó. En ese contexto, se señaló que "la desigualdad persistente y la pobreza estructural son resultado de un modelo económico-productivo concentrado y desequilibrado con efectos de exclusión y desigualdad a nivel socio-laboral".
La nueva medición del prestigioso instituto de la Universidad Católica pone el acento en que se ha agravado el problema de millones de compatriotas que viven bajo la línea de la pobreza y no pueden salir de esta situación como consecuencia de factores sociales, económicos y políticos tan bien diagnosticados como mal resueltos.
El Observatorio Social de la Deuda publicó que en relación con la indigencia se pasó del 5,3% al 6,9% y alcanzó a 2,7 millones de argentinos, por lo que para estar por encima de ese nivel, una familia debe percibir más de $ 2.200 al mes. En el primer trimestre del año pasado, las estadísticas del Observatorio de la UCA revelaron que "el más perjudicado no fue el segmento más indigente, sino las clases medias bajas o los sectores pobres no indigentes".
Esto significa que quienes más han padecido durante el último tiempo son los argentinos que todavía tienen expectativas de superación personal y familiar, tienen trabajo estable pero no consiguen mejorar sus ingresos. La realidad de este grupo social se ha agravado por la combinación nefasta de inflación con recesión, panorama que tibiamente parece empezar a modificarse. La realidad será difícil de modificar si la economía no arranca y si se mantienen las prácticas clientelares, si la corrupción estructural no se desmantela y tampoco se encuentran paliativos que sirvan a la promoción y al desarrollo humano.
En este punto, es positivo que, por lo menos, ya no se dude de que el principal problema social es la pobreza en la que están sumidos millones de argentinos. Parecen haber quedado atrás aquellos tiempos donde se negaba su existencia o bien se mentía descaradamente afirmando que había en la Argentina menos pobres que en Alemania. Incluso ahora se conocen estadísticas certeras que, en todos los momentos y en todas las geografías, son vitales para construir caminos de solución. Se desterró eso de que la difusión de los índices de pobreza significaba "estigmatizar" a una porción de la población. Suficientemente estigmatizados están quienes sufren privaciones inhumanas como para ponerse a pensar si forman parte de una estadística.
Será necesaria una ardua tarea para remontar la pesada cuesta del incremento paulatino pero constante de la pobreza en el país. Y ella deberá contener decisiones políticas profundas que destruyan los "organismos" sociales, económicos y políticos enquistados en un tejido social que debería preservar sus cualidades más importantes. Haciendo un paralelismo y utilizando un juego de palabras, el país debe "pasteurizarse" para evitar la pauperización creciente.