Legados franciscanos
En medio del pico de la pandemia, San Francisco rinde culto a su patrono en la jornada de hoy. Evoca a quien con humildad y sencillez, despojándose de todo, enseñó un modo de vida contrario al egoísmo, la mentira y la ambición.
En medio del pico de la pandemia de Covid 19, nuestra ciudad celebra hoy a su Santo Patrono. No lo hace en el predio de la Sociedad Rural, como tradicionalmente ocurrió durante décadas con la Exposición Agropecuaria, Comercial e Industrial, suspendida por las razones sanitarias conocidas. Tampoco con la manifestación de fe por las calles cercanas a la Catedral. El festejo patronal es hoy austero y virtual. Las restricciones y el virus así lo han determinado.
Sin embargo, nada impide que se recuerde la vida de San Francisco de Asís. El joven heredero de una fortuna que dejó todo por seguir a Cristo y sentó las bases de una filosofía de vida muy particular, pero al mismo tiempo con enseñanzas tan importantes como duraderas. Francisco amó la vida. Y que nuestra ciudad lleve su nombre impele a que ese amor por la existencia humana y de los demás seres vivos sea replicado en cada hogar, en cada lugar de reunión, en cada sitio de trabajo.
Mucho se puede escribir sobre la vida del santo de Asís. No obstante, a la hora de circunscribir el relato, dos ámbitos de la vida asoman como legados perennes. En este controvertido año 2020, esas facetas tienen relevancia propia en virtud de los sucesos y los procesos que se han desencadenado en estos meses en el país. Por un lado, las enseñanzas de una vida despojada de bienes materiales en las que la pobreza asume verdadera dignidad. Por el otro, el amor por los seres vivos y el cuidado del planeta.
Hoy, el país alcanza un índice de pobreza que espanta y aturde a toda las sociedad. Al mismo tiempo, la dirigencia política se llena la boca hablando de los pobres pero continúa con su práctica clientelar abonando el terreno para que la miseria se expanda. Y, además, la confusión, la hipocresía y el relativismo complican la existencia y destruyen los valores. Mientras todo esto ocurre desde hace tiempo, allá hace ocho siglo el verdadero "poverello" de Asís vivió la pobreza material por opción y predicó la pobreza espiritual por convicción. Por cierto que su ejemplo solo se puede comprender desde una visión de fe, pero no cabe duda de que su desprendimiento es un desafío al espíritu mundano. Y que la simplicidad de su vida enseña que la decencia no depende de los bienes materiales, sino que está inserta en el corazón de cada persona.
El otro legado de nuestro Santo Patrono es el del cuidado de la "casa común". Enseñó Francisco de Asís a establecer parámetros para sostener que el bienestar que los hombres propugnan alcanzar está en estrecha relación con el ambiente en el que se desarrolla. Y que el cuidado de ese entorno es central para dignificar la vida. Por eso, proteger al ser humano lleva implícita la acción de cuidar el ambiente, luchar contra el cambio climático y utilizar de manera inteligente los recursos naturales para evitar impactos nocivos y hacer el mundo más sostenible.
San Francisco rinde culto a su patrono en la jornada de hoy. Evoca a quien con humildad y sencillez, despojándose de todo, enseñó un modo de vida contrario al egoísmo, la mentira y la ambición. Es que Francisco de Asís reafirmó hace cientos de años aquello de predicar con el ejemplo: "La verdadera enseñanza que transmitimos es lo que vivimos y somos buenos predicadores cuando ponemos en práctica lo que decimos".