La preservación del patrimonio edilicio
La importancia de reforzar la política de preservación de edificios antiguos en la ciudad y darles el valor que realmente tienen, tanto desde lo arquitectónico como desde lo histórico y cultural.
El diario La Nación de Buenos Aires editorializó recientemente sobre la necesidad de apoyar el trabajo de organizaciones no gubernamentales dedicadas a la preservación de valores edilicios y culturales amenazados en la gran urbe. Refiriéndose a una de ellas en particular sostuvo que "Basta de Demoler es una organización de la sociedad civil surgida del interés de un grupo de porteños en la conservación" de ese patrimonio.
Sostiene el importante diario que "pública y pacíficamente, esa institución ha alzado su voz para impedir la demolición de joyas edilicias y reclamar la preservación y el cuidado de calles, parques, teatros, veredas históricas, mobiliario urbano y todo lo asociado al paisaje ciudadano". Según esta nota editorial, "bajo el lema "Salvemos Buenos Aires", Basta de Demoler promueve la defensa del patrimonio arquitectónico porteño, que distingue a nuestra metrópoli. Pero para ello urge que las autoridades nacionales y municipales definan con claridad las atribuciones de los organismos públicos involucrados y evitar criterios laxos y estrechez de miras respecto de los bienes en riesgo e impongan las sanciones que correspondan".
Esta problemática puede adjudicarse, por extensión, a cualquier otra ciudad del país. Más añejas o más nuevas, todas poseen un patrimonio edilicio que merece ser puesto en valor y rescatado. Y en muchas, además, existen ordenanzas que así lo establecen. En San Francisco, por ejemplo, en 2005, el Concejo Deliberante aprobó una norma que disponía la creación de una base de datos con sitios y propiedades antiguas que forman parte del patrimonio histórico de la ciudad. En 2013, mientras tanto, se sancionó una ordenanza que establecía la creación del "Programa de preservación del patrimonio ambiental, urbano y arquitectónico" de la ciudad, el cual establecía el marco regulatorio para que las intervenciones urbanas, tanto desde el ámbito público como privado, incorporen la conservación y rehabilitación de edificios y sitios de valor patrimonial. Se indicó en aquella ocasión que de este modo, se comenzaba a saldar una deuda histórica que mantenía el Estado municipal con la historia y la cultura de la ciudad, ya que muchos de los bienes que la integran sufrieron el impacto del voraz desarrollo urbanístico.
Es verdad que algunos actuales e importantes emprendimientos de la industria de la construcción han, por ejemplo, respetado fachadas de construcciones antiguas. Es digno de elogio que así se haya contemplado. Ejemplos son la construcción del centro cultural en el edificio de los viejos tribunales, la obra ubicada en el predio donde funcionó hace décadas el Hotel Plaza sobre bulevar 25 de Mayo y otro par de emprendimientos como el ubicado en la esquina de General Paz y Dante Alighieri y el proyecto que se erige en bulevar 9 de Julio donde hasta hace algunos años funcionó la empresa Macoser.
No obstante ello, no está de más reforzar la política de preservación de otros edificios antiguos en la ciudad y darles el valor que realmente tienen, tanto desde lo arquitectónico como desde lo histórico y cultural.