La dignidad de la mesa digna
En esta realidad acuciante, la mesa digna no sólo llevó alimento a quien lo necesita. Se transformó en el origen de una espiral de solidaridad que involucró a decenas de comercios, entidades intermedias y familias. Permitió además visibilizar la situación horrenda de muchas personas obligadas a vivir en la calle.
Desde mayo de este año se viene realizando con frecuencia una actividad, cuya simbología devuelve la esperanza en un mundo mejor. La mesa digna impulsada por Red Solidaria ofrece la posibilidad de recobrar un valor central de la convivencia: el respeto a la dignidad de las personas.
Durante varias noches de viernes, muchos vecinos que viven o vivían en situación de calle y de extrema vulnerabilidad compartieron una cena en la Plaza General Paz en la que se servían alimentos elaborados por restaurantes y empresas gastronómicas de la ciudad. A esto se sumaron algunas otras entidades intermedias y, así, se pudo vivir otra mesa digna recientemente con el aporte de la Asociación Bancaria que celebraron el día del trabajador bancario reeditando este encuentro solidario.
La palabra que encierra todo este proceso encarado por la Red Solidaria y sus colaboradores es dignidad. Proviene del latín "dignitas" que significa merecedor. Por extensión y atendiendo al respeto que cualquier persona merece, el valor de la dignidad se asienta como fundamento de cualquier otro principio humano. Es propia de cada persona y debe ser promovida y respetada porque es el fundamento de los derechos humanos. La libertad, la justicia, la paz, la solidaridad tienen como base el reconocimiento de la dignidad inalienable de todos los seres humanos.
Las leyes reconocen este valor. Y la convivencia, a veces, se empecina en arrumbarlo y denigrarlo destrozando así la autoestima de millones de seres humanos que no encuentran sentido a su existencia y viven una paupérrima realidad. Lejos queda, entonces, la vigencia real de la dignidad como principio ordenador de toda la organización social, jurídica e institucional de una comunidad.
En esta realidad acuciante, la mesa digna no sólo llevó alimento a quien lo necesita. Se transformó en el origen de una espiral de solidaridad que involucró a decenas de comercios, entidades intermedias y familias. Permitió además visibilizar la situación horrenda de muchas personas obligadas a vivir en la calle. Varias de ellas consiguieron un empleo que les permitió superar esta penosa circunstancia. Fue un despertar solidario que merece continuar.
Las palabras del titular de la Red Solidaria grafican con elocuencia lo conseguido. "El objetivo es dignificar a la gente que no tiene los recursos para que por lo menos una vez por semana puedan compartir una linda mesa puesta con mantel, comida caliente, centros de mesa y amigos", recordó. Y agregó que " esto no es caridad, todos nos vemos de igual a igual y se han formado fuertes lazos de amistad entre voluntarios y comensales".
No se trata, por cierto, de una acción caritativa. La caridad es una virtud social que nos identifica con el prójimo, señalaba Santo Tomás de Aquino. Al mismo tiempo, sostenía que esta cualidad está muy vinculada con la Justiciaque considera al semejante como persona distinta, pero sujeto de derechos que se deben respetar. Nelson Mandela lo graficó de manera contundente: "Erradicar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia". Y cuando la Justicia se impone, la dignidad del ser humano recobra su verdadera dimensión.