Hugo Rosso: “El secreto era conocer a los alumnos”
Hizo un repaso por su extensa carrera docente y resaltó el contacto con el estudiante para saber de sus necesidades. También recordó su etapa como político.
Hugo Rosso, reconocido
docente de nuestra ciudad y ex director del Ipem Nº 145 "Dr. Francisco Ravetti",
consideró que para su carrera fue fundamental el contacto con sus estudiantes,
conocer sus necesidades y contenerlos para que su paso por la escuela
secundaria fuera exitoso.
"En el recreo todos me llamaban Hugo, pero cuando sonaba el timbre, ya era Rosso", cuenta como perfecta síntesis del buen trato y la autoridad que pregonó durante sus 34 años junto a una de las instituciones educativas más icónicas de la ciudad.
La querida Ravetti transita orgullosamente 80 años de vida y en ese marco, Rosso dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO. Hoy, instalado en la tranquilidad de la sierras de Córdoba, también hizo un repaso por su carrera política.
-¿Qué significó para su vida la escuela Ravetti?
Si bien ya hace casi 20 años que me he jubilado en la Escuela Ravetti, lo cierto es que yo participé de ella durante 34 años. No es poco. Fueron momentos muy especiales porque en aquella época conseguimos el edificio en el que funciona hoy en día. Hasta entonces estábamos de prestado en otros colegios como la Núñez o la Iturraspe. Ello nos permitió ampliar las posibilidades educativas ya que siendo en un primer momento un colegio nocturno, terminamos teniendo cuatro turnos.
- ¿Cómo fue el momento de ingresar?
Cuando yo ingresé, había 140 alumnos aproximadamente y la característica era que más del 90% de los docentes eran maestros de aquella época, a los que no había que darles ninguna orden porque sabían qué y cómo había que hacer. Yo, un pibe con pocos años, me veía hasta inhibido a veces por la experiencia de estos maestros.
-Eso se terminó convirtiendo en uno de los colegios más importantes de la ciudad...
En el nuevo colegio llegamos a tener más de mil alumnos. De los casi 30 docentes que éramos, pasamos a ser casi 150. En un principio estaba como director Vital Gigena, que prácticamente vivía en Córdoba. Cuando él se jubila ingresé yo como director y tenía a mi lado a dos "leonas" como vicedirectoras trabajando a la par mío. Ello me permitía llevar con mayor facilidad el colegio.
En esos años, los temas eran otros pero el colegio siempre fue lugar donde floreció la movilización y la discusión ideológica, atravesado por situaciones complejas, las demandas y reclamos sociales. Sobre ese rol contenedor, Rosso sostuvo:"Tuvimos la posibilidad no solo de contener a los alumnos sino también a los chicos del barrio". Aunque recordó: "Antes no era normal que un profesor dé su posición política en el colegio. Hoy eso cambió".
-¿Cómo era el trato con los estudiantes?
Hay un ejemplo que yo siempre le comento a mis hijos: en el recreo todos me llamaban Hugo, pero cuando sonaba el timbre ya era Rosso. Parece algo simple, pero para ellos era mucho. No quiere decir que en el recreo no me trataran con respeto y luego sí. Pero en aquel momento no era común que se llamara al director por su nombre. Era una relación muy cercana con los alumnos en la que se fomentaba querer al colegio. Ellos lo cuidaban mucho: no había escrituras, cosas rotas. Los chicos sabían desde el primer día qué es lo que podían hacer y lo que no. Prácticamente nunca tuve problemas con ningún alumno. Hubo casos de amonestaciones y hasta de expulsiones, pero el alumno reconocía que se había salido de su carril.
-¿Qué rol jugaban las familias?
Los padres también acompañaban. Aceptaban las resoluciones, estaban de acuerdo con las medidas que se tomaban.
La querida Ravetti transita orgullosamente 80 años de vida
-¿Qué diferencias nota entre esa época y una actualidad en la que las adicciones y otros problemas están a la orden del día?
Si tuviera que estar en este momento, me parece que no podría adecuarme a esta situación. En el tema adicciones, hubo uno o dos casos en todo el tiempo en el que estuve. El problema era comentárselo a los padres y era difícil que lo aceptaran. En lo económico, si bien hubo épocas difíciles, nosotros las asimilábamos bien ya que teníamos guardarropa, feria de libros, biblioteca, fotocopiadora. O sea que la contención era muy fuerte. El mismo colegio hacía danzantes y con los padres nos encargábamos de todo. No había bebidas alcohólicas, un horario estricto de finalización. Era otra forma de contenerlos para que los padres estuvieran tranquilos y que a la cooperadora le entrara dinero.
El polideportivo del Ravetti, un enorme edificación en medio del barrio conocido como "las 800".
-Un hito fue la construcción del polideportivo...
Tuvimos la posibilidad no solo de contener a los alumnos sino también a los chicos del barrio. Antes de estar cerrado totalmente el polideportivo, aparecieron algunas pintadas. Encontramos a quiénes las habían hecho y no eran alumnos del colegio. Entonces fueron, pintaron y remediaron la falta. Después, los fines de semana iban a jugar al básquet al polideportivo. Yo iba y les abría. Muchas veces se hacían su asadito, pero sin bebida alcohólica. Eso lo supervisaba personalmente yo. Además, distintas actividades para las que el barrio necesitaba un lugar, las hacía en el polideportivo. También se hacían los intercolegiales. Hasta entonces el único polideportivo que había era el de Inmaculada Concepción (hoy, Fasta), pero nosotros fuimos el primero público.
-El nombre del polideportivo homenajea a una persona muy importante en la historia del colegio...
Sí. Ismael Garola fue uno de los pilares. Su trabajo empezó desde mucho tiempo antes de que tuviéramos edificio propio. Ya trabajaba cuando estábamos en la escuela Iturraspe, por eso el homenaje. Además se hacían locros, rifas, la cooperadora trabajaba arduamente... y cobrábamos una cuota mínima.
-¿Cuál es la clave para tener una buena relación con el alumnado sin perder la figura de autoridad?
Lo fundamental es el contacto con los alumnos. Si llegás a conocerlos, saber de dónde vienen... podés comprenderlos mejor. Para nosotros no era lo mismo el turno mañana que los chicos de la tarde; no era lo mismo los del turno vespertino que los que venían a la noche. Entonces, si uno se va adecuando de los alumnos, que los profesores acompañen, se puede llegar a buen término. Hoy creo que la figura de autoridad se fue diluyendo en todos los niveles, partiendo de la misma familia. En aquella época había un buen contacto entre profesores, dirección, alumnos y familia. En las reuniones en aquel tiempo la asistencia era muy buena, del 80%, algo que hoy no ocurre.
-¿Qué cree que habría que cambiar hoy en la educación?
El cambio tiene que ser total, en todos los aspectos. En aquella época era lápiz y carpeta, recién al final apareció la computadora. Hoy, todos los chicos manejan la tecnología y la parte del conocimiento que antes nos obligaba ir a los libros, hoy la resuelven visitando Google. No leen, no están conscientes de la actualidad. A la gran mayoría no les interesa lo que pasa en la sociedad, más allá de algunos casos en los que hay chicos politizados... fanatizados diría yo.
-¿Cómo ve el auge de la política en los estudiantes de hoy?
Pareciera que hay una mayor inserción en la política. Pero eso creo que es en grupos. Lo vemos en las tomas de los colegios. Son 30 personas en colegios de 3.000. ¿Y los otros? Hay un resto que es más silencioso pero no necesariamente están de acuerdo con lo que dice ese grupo. Mi opinión es que se trata de solo un sector. Antes no era normal que un profesor dé su posición política en el colegio. Hoy eso cambió.
"Hoy creo que la
figura de autoridad se fue diluyendo en todos los niveles, partiendo de la
misma familia. En aquella época había un buen contacto entre profesores,
dirección, alumnos y familia".
-¿Por qué nunca como director expresó sus ideas políticas?
Por decisión personal jamás hablé de cuál era mi posición política. Una cosa era la situación en la escuela, donde yo era el director, y otra mi función como concejal. Sí algunas cosas que había implementado en el colegio las llevé al Concejo Deliberante. Por ejemplo: cuando llegué, había una fotocopiadora que sacaba 20.000 copias mensuales. En el colegio había puesto un cuadernito donde el que sacaba la fotocopia tenía que poner su nombre y explicar para qué. Lo mismo implementé en el Concejo y se bajaron de 20.000 a 5.000 copias por mes.
"Me faltó ser más político"
-¿Cómo se insertó en la política?
Jorge Bucco hacía sido alumno mío y me habló para ser concejal. Yo le había dicho que no porque no me interesaba la política. Ante su insistencia, acepté estar en la lista pero bien abajo. Compartía sus ideas y acompañaba, pero no quería estar directamente metido. Estaba octavo en la lista. Resultó que un concejal falleció y otro entró al Ejecutivo. Así entré. Al año siguiente ya fui presidente del Concejo. Después me tocó ser opositor.
-Se presenta a las elecciones de 1999 como candidato del PJ y sucesor de Bucco. ¿Cómo decidió ser candidato a intendente?
Fue un desafío muy grande, como todos los que tomé en mi vida. Sabía cuál era la situación y qué se podía hacer. Había cosas buenas y otras que se debían modificar. Fue el momento del gran cambio que vino en la ciudad. Bucco venía de una tercera intendencia y por eso encaré el desafío. Quería ver hasta dónde podía llegar.
-¿Qué le faltó para ganar esa elección?
Me faltó ser más político. Por ejemplo, yo decía que la municipalidad no era una bolsa de trabajo, que el que quería ayudar, que ayude. Me decían que no podía decirlo pero yo les contestaba que no podía estar mintiendo. Yo tenía otra mentalidad que no era la netamente política.
-¿Cómo decidió retirarse?
Consideré que mi ciclo en la política estaba cumplido. Había sido concejal, candidato a intendente, había trabajado en el Ministerio, algo que me enriqueció muchísimo, y pensé que era momento de cerrar las puertas. Quise estar más con mi mujer, mi familia y así fue.
-¿En qué situación le parece que se encuentra hoy la ciudad?
Hay una situación bastante difícil. Por otra parte, se mejoraron cosas y se mantuvieron otras que eran orgullo de la ciudad. Se mejoró en el ordenamiento, en la imagen que da la ciudad de prolija y limpia. Una vez que la situación general se modifique y mejore, San Francisco va a seguir progresando.
-En sus épocas de político comenzó a aparecer la figura de Martín Llaryora...
Ese semillero que hubo en aquella época dio sus frutos. Martín está en la Intendencia de Córdoba y gente de San Francisco lo acompaña. Esperemos que haga una buena gestión porque el futuro es promisorio para él.
-¿Cómo ve la situación del país tras el triunfo del peronismo?
Lamentablemente faltó (José Manuel) De la Sota, a quien yo le tenía mucho respeto. Podría haber sido el hombre que encause una tercera fuerza. La gente quedó dando vuelta en el aire por que solo tenía dos opciones. Creo que Alberto Fernández como persona puede ser buena. Hay que ver qué pasa con lo que está detrás... aguantar la presión.