Ganadores y perdedores
Ha quedado una vez más expuesto que es una porción pequeña de la población la que debate ardientemente a través de las nuevas tecnologías. Esto es, lo real no es sinónimo de lo que sucede en las redes sociales.
Luego de cualquier contienda electoral, las especulaciones de todas las vertientes políticas procuran explicar el resultado tratando de agigantar los éxitos y minimizar los fracasos. La del domingo último no ha sido la excepción.
Aunque es verdad que no con el triunfalismo evidenciado en etapas anteriores, los partidarios de las agrupaciones que ganaron las elecciones distritales salieron a celebrar y a destacar la diferencia obtenida en algunas compulsas locales. Quienes no alcanzaron la mayoría de los sufragios intentaron analizar su derrota desde el crecimiento de votos o los triunfos parciales en algunos municipios o regiones. Como era de esperar, algunos dirigentes sensatos aceptaron el resultado de las urnas desde primera hora. Otros, ni siquiera aprovecharon su presencia mediática para demostrar algo de espíritu republicano, lo que puede traducirse en tan solo un mínimo gesto de reconocimiento de los resultados electorales.
En este marco, el pasado domingo en esta columna se expresó que las elecciones de medio término, polémicas y muy discutidas, eran una oportunidad inmejorable para fortalecer las instituciones del país. Lo acontecido en la jornada de elecciones ratifica de manera contundente la vocación democrática de la ciudadanía argentina, más allá de banderías políticas, de operaciones mediáticas y de intentos de desnaturalización de los procesos establecidos por las leyes.
En el análisis electoral sobrevendrán por estos días las reflexiones sobre cómo queda parado tal o cual dirigente o acerca de cómo influyeron o no algunos acontecimientos que hicieron mucho ruido en la etapa previa al comicio. Lo cierto es que poco impacto han tenido determinados sucesos que llenaron páginas de diarios y minutos de radio y televisión, además de inundar las redes sociales con mensajes que solo parecían agigantar las diferencias y potenciar el odio.
Sin embargo, ha quedado una vez más expuesto en la realidad el hecho de que es una porción pequeña de la población la que debate ardientemente a través de las nuevas tecnologías. Esto es, lo real no es sinónimo de lo que sucede en las redes sociales. Lejos está de serlo, más allá del impacto que tienen en la conformación de las agendas públicas y de los medios de comunicación.
¿Quién ha ganado? Si se observa con la visión de cualquiera de las coaliciones políticas, la respuesta tendrá sin dudas el sesgo que naturalmente le imprime la toma de postura, la ubicación ideológica y la realidad partidaria. Lo cierto es que las instituciones democráticas de la Argentina han ganado fuerza gracias a la participación popular. Los verdaderos perdedores de esta elección legislativa han sido los que apostaron a la violencia, a la desestabilización, a la radicalización. Son los que siempre llenan plazas, pero las voluntades que los apoyan son muy escasas a la hora de contar lo que se depositó en las urnas.