El desmonte, práctica que continúa
La pérdida de la biodiversidad y otros factores relacionados con el ambiente son graves. Por más que existen leyes escritas y sancionadas en los parlamentos, el panorama no parece cambiar, al menos mientras no se prevea una acción decidida para terminar con la deforestación.
El corrimiento de las fronteras agrícola - ganadera y los incendios forestales que cada tanto asuelan al territorio cordobés son las causas principales de que el monte nativo prosiga estando en constante retroceso. La tendencia es similar en todo el país, pero no es menos cierto que Córdoba ha tenido grandes superficies desmontadas, en especial en la primera década de este siglo.
Los datos son elocuentes: la Argentina se encuentra entre las diez naciones que más han erradicado el monte natural en el mundo con unas 300.000 hectáreas anuales. En Córdoba, solo quedaría el 2,5% de la superficie provincial ocupada por el bosque nativo. La mayor cantidad de talas y desmontes se dieron en las provincias de Salta, Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Son 128.217 hectáreas de bosques talados y el 42% en reservas naturales protegidas.
Pese a que no hay datos oficiales, algunas estimaciones privadas -a las que fuentes oficiales no siempre les dan entidad- establecen que en nuestra Córdoba se redujo el desmonte durante 2017. Por ejemplo, de acuerdo a la ONG Guyra, de origen paraguayo, en 2017 se perdieron 527 hectáreas por desmonte, menos de la mitad que las que desaparecieron en 2016.
No obstante, Córdoba es una de las provincias más deforestadas en la historia cercana. La ampliación de los terrenos dedicados a la agricultura y el aporte de mayores tierras a la cría del ganado en territorios del norte y del noreste son la principal razón. También debe sumarse el impacto negativo que producen los frecuentes incendios que se verifican especialmente en las sierras, pero también en los departamentos del oeste. Asimismo, pueden detectarse talas para mantener picadas o contrafuegos (solo se pueden hacer con autorización gubernamental) y en loteos privados para la construcción de barrios cerrados.
La gran mayoría de estas prácticas está penada por la ley N° 8.814 de bosque nativos. Sin embargo, continúan efectivizándose en los rincones más alejados del territorio, donde a veces la acción oficial no llega con la eficacia que correspondería. Y, si se detecta estas irregularidades sancionadas por la norma, los trámites burocráticos y las sanciones menores alejan el criterio de estricta justicia que debiera imperar.
Como puede observarse, el desmonte tanto en Córdoba como en el país continúa gozando de buena salud. La pérdida de la biodiversidad y otros factores relacionados con el ambiente son graves. Por más que existen leyes escritas y sancionadas en los parlamentos, el panorama no parece cambiar, al menos mientras no se prevea una acción decidida para terminar con la deforestación.