Débil seguridad sanitaria
Recientes estudios evidencian las deficiencias que tienen los países a la hora de prepararse para eventuales epidemias o pandemias.
El mundo no es un lugar libre de amenazas severas. La frase es una obviedad. Basta leer los diarios cada mañana para comprender que la realidad actual -como la de todos los tiempos- ha estado signada por circunstancias que deben afrontarse con sumo cuidado para evitar desastres biológicos o naturales, sean intencionales o no.
Son estos eventos los que en cualquier país del planeta generan riesgos serios para la salud, la seguridad y la economía. En el caso de la salud, se conoció recientemente los resultados del Índice Global de Seguridad de la Salud, realizado por la Iniciativa de la ONG denominada Amenazas Nucleares y el Centro de Seguridad de la Salud de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad norteamericana John Hopkins. Se trata de la primera evaluación integral y evaluación comparativa de la seguridad sanitaria y las capacidades relacionadas en 195 países del mundo.
Sus resultados no son muy positivos. Las primeras conclusiones advierten que la seguridad sanitaria al interior de cada Nación es bastante débil en todo el mundo. Ningún país está completamente preparado para epidemias o pandemias, y cada uno de ellos tiene importantes lagunas que abordar. Para peor, la colaboración internacional es débil. Muchos países no muestran evidencia de las capacidades y capacidades de seguridad sanitaria que se necesitan para prevenir, detectar y responder a brotes importantes de enfermedades infecciosas. En el sitio web del índice se puede leer que el puntaje promedio general entre los 195 países evaluados es 40.2 de un posible puntaje de 100. Entre los 60 países de altos ingresos, el puntaje promedio es 51.9. Además, 116 países de ingresos altos y medios no tienen puntajes superiores a 50.
Estos datos refuerzan la idea de vulnerabilidad de la especie humana aun en tiempos en los que la tecnología parece consolidar otra visión acerca de la vida en la mayoría de los países. Es verdad que las fronteras nacionales no son obstáculo para las enfermedades infecciosas. Pero el índice en cuestión revela que las naciones no encuentran estrategias para fortalecer la salud de sus poblaciones, sea por indiferencia política o por falta de recursos económicos.
Los desafíos globales en materia de salud pública no parecen ingresar con fuerza en la actual agenda internacional. Los brotes de enfermedades contagiosas se extienden en algunas regiones y sus agentes vectores pueden ser mortíferos. No solo en el lugar donde aparecen. La seguridad en materia de salud no es una prioridad. Más aún, puede ser un factor desestabilizador de la paz si no se advierte que el problema es de todos y no de un determinado país. Estamos en presencia de una actitud errónea que este estudio global -así como otros que van en la misma dirección- certifica con creces.