De pasante a gerente de una multinacional: la historia de Andrés Garde
Es ingeniero químico egresado de la UTN San Francisco. Hoy gerencia una de las plantas industriales más grandes del grupo Arcor en Misiones. Decidió quedarse: "Un país se saca adelante con su gente. No va a venir gente de otro lado a sacar adelante a la Argentina".
Por Mauricio Argenti | LVS
La historia del sanfrancisqueño Andrés Garde (46) parece salida de un libro de ficción con final feliz. En este caso, el guión trataría de un joven que, recién recibido de ingeniero químico comienza a trabajar como pasante en una empresa líder en el rubro alimento con presencia en todo el mundo y en un decidido intento por progresar en su ámbito de trabajo, llega a ocupar un cargo gerencial con potencial para continuar creciendo.
Esta historia encierra en sí misma un claro sentido de pertenencia por nuestro país, sobre todo en un momento en el que muchos profesionales argentinos miran con esperanza un futuro lejos de la Argentina.
Actualmente, Garde se desempeña como gerente de la empresa Papel Misionero, perteneciente a la División Packaging del grupo Arcor, destinada a la fabricación de papel virgen y envases para almacenar los productos alimenticios que elabora la empresa con sede en Arroyito y subsidiarias en diferentes países. Además, la firma se dedica también a la generación de energía.
Egresado de la Facultad Regional San Francisco de la UTN en 2003, siendo el primer ingeniero químico varón egresado de esa casa de altos estudios, rápidamente comenzó a hacer realidad su sueño y empezó 'bien de abajo'.
Andrés cursó sus estudios primarios en la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" y el nivel secundario en el Instituto Pablo VI.
Poco tiempo antes de recibirse de ingeniero químico, Andrés Garde resolvió responder a una convocatoria del grupo Arcor en Arroyito para hacer pasantías.
"Corría el año 2002, en plena salida de la convertibilidad y en medio de la crisis surgida por el estallido de fines de 2001, no era muy sencillo conseguir trabajo y no lo dudé un segundo", recordó.
Su incursión dentro de la gigante alimenticia lo llevó a abandonar San Francisco en su juventud, pese a que aquí quedaba parte de su familia por lo cual regresaba periódicamente a visitarlos.
Recientemente, Garde brindó una charla ante estudiantes de UTN San Francisco en el marco de la Semana de la Ingeniería. Tras ello, dialogó con LA VOZ DE SAN JUSTO para explicar detalles de su meteórico ascenso en Arcor así como también reflexionar acerca de las motivaciones que tienen muchos jóvenes que luego de recibirse emigran del país en busca de nuevos horizontes.
-¿Cómo llegas a ocupar ese lugar estratégico dentro del grupo Arcor?
Mi ingreso a la empresa Arcor en Arroyito fue como pasante y a los tres meses me dejaron efectivo y ocupé la posición de ingeniero de Procesos. Allí estuve un año y medio trabajando en el área de Calidad y Desarrollo hasta que se produjo una vacante en la Jefatura de Producción y me ascendieron para ocupar ese puesto. Para mí, que un año y medio antes había sido pasante, significó un avance muy vertiginoso que me costó mucho poder asimilar. Personalmente, no aconsejo semejante cambio tan de golpe porque en mi caso sufrí mucho porque no me encontraba lo suficientemente maduro para esa posición.
-¿Cómo fue el proceso de adaptación a semejante cambio dentro de la empresa?
Fue muy difícil. A los ingenieros nos preparan mucho técnicamente pero no nos preparan en otras competencias humanas como liderazgo o saber administrar la presión.
-¿Qué crees que vieron en vos para ofrecerte esta oportunidad tan grande y en tan poco tiempo?
Yo creo que ellos sabían que yo no sabía mucho del tema. Es una realidad que en un año y medio nadie podría tener la madurez que se requiere para un profesional de esas características. Pero evidentemente vieron en mí algunas cualidades de liderazgo y muchas ganas de aprender, de no rendirme ante los problemas. Desde que entré en la empresa ponía tal entusiasmo que mostraba que me podía 'comer la cancha'. Me quedaba en la fábrica todo el día, no me iba a almorzar y seguramente habrán visto ese entusiasmo y decidieron apostar por mí. En ese momento llegué a mi casa y le dije a mi mamá: 'Hace un año estaba cortando el pasto y ahora soy jefe de Producción de Arcor'. Fue algo increíble. En todo este tiempo aprendí que es clave generar mentores, gente con experiencia que pueda apoyarte y te vayan fortaleciendo en tu desarrollo.
-¿Hacia dónde estuvo orientada tu disertación en la UTN?
A explicar cómo es la carrera profesional de un ingeniero y sobre todo, concientizar a los chicos que llegar a lo más alto como un puesto gerencial no es algo que se consigue de un día para el otro y en medio de eso hay que prepararse. En ese proceso es muy importante cada una de las etapas donde los primeros escalones son técnicos, se empieza como pasante, luego se pasa a analista, seguido a ingeniero de Procesos. El cuarto escalón es el de supervisor, donde se empieza a conducir gente. Luego se pasa a un área de jefatura con procesos y planes a cargo que hay que cumplir y cada escalón viene con responsabilidades más grandes. Y el último escalón es el de un gerente, que viene de la mano de variables de negocios y gestión, hay que armar equipos de trabajo. Cuando entrevisto a jóvenes profesionales me suelen preguntar cuándo van a crecer. Les veo ese entusiasmo, pero al mismo tiempo les aclaro que primero tienen que aprender a hacer bien su trabajo.
-¿Cada puesto que ocupaste contribuyó en la generación de la madurez que tienes actualmente dentro de la empresa?
Exactamente. Cada responsabilidad ejercida en el organigrama de la empresa te está preparando para una responsabilidad superior. Eso no se puede saltear porque de lo contrario se generan líderes con pies de barro que apenas llegan a ocupar una posición expectante no duran y se terminan derrumbando. Esto no se consigue en uno, dos o cinco años. Formar un gerente lleva entre 10 o 12 años. A medida que uno va escalando, se va alejando de la ingeniería técnica y pasa a manejar otras variables de negocios, liderazgos, motivación de equipos, etc.
-¿En qué te fijas cuando te toca entrevistar a alguien que, como vos, quiere trabajar en Arcor?
Una cosa importante es saber si esa persona comparte los valores de la empresa. Eso es algo que tiene que ver con la concepción de la esencia empresarial vinculada con el compromiso, la honestidad, la humildad para aceptar errores. La actitud es fundamental al igual que la paciencia. Hay gente intelectualmente brillante, pero tiene pánico escénico para hablar en público y liderar reuniones. Eso sin dudas es una limitante.
Cuando elijo gente para mi equipo quiero buenos profesionales y buenas personas porque así se enfrenta de manera más fácil a las diferentes situaciones. Si a eso se suman problemas de relaciones humanas, se hace más delicado solucionar diferencias técnicas. Es mucho mejor que el equipo tenga buenos valores humanos, comparta la visión de la empresa, el compromiso y la honestidad.
-¿En qué momento te encuentras en tu carrera profesional en el grupo Arcor y qué posibilidades tienes de continuar creciendo?
Yo me encuentro en una de las plantas más grandes del grupo. Me inicié en la planta de San Luis con 80 personas a cargo y de ahí pasé a otras con 150 donde permanecí durante cuatro años y luego llegué a esta que tiene 300 personas. El grupo Arcor siempre tiene posibilidades de seguir ampliándose, de manera constante está buscando nuevos horizontes.
"Los argentinos necesitamos apostar más a nuestro país".
-Comenzaste a trabajar en Arcor en 2003, cuando muchos argentinos emigraban a Europa por la grave crisis de fines de 2001. Hoy otros tantos también analizan irse. En tu caso, podrías haberte ido ni bien egresaste, sin embargo elegiste la Argentina. ¿Qué le dirías a aquellos jóvenes que miran su futuro lejos del país?
Un país se saca adelante con su gente. No va a venir gente de otro lado a sacar adelante a la Argentina. Los únicos responsables de estar como estamos somos todos los argentinos, independientemente de la visión política. Las cosas no van a cambiar en el país porque la gente se vaya. Siempre hay posibilidades de generar cambios genuinos y en mi caso, tuve oportunidad de visitar fábricas en Brasil y genera cierto grado de frustración por ver cómo allí avanzan y proliferan porque tienen un sentido nacionalista muy fuerte. Los argentinos necesitamos apostar más a nuestro país, seguir formándonos mediante una fuerte vinculación entre la facultad y las empresas generando nuevos productos que agreguen valor a los procesos productivos. En la Argentina tenemos un potencial increíble, es cuestión de ponernos de acuerdo entre nosotros para ver qué tipo de Nación queremos y eso se hace apostando al país. En mi caso, yo elijo apostar, convencido de que esta situación se puede dar vuelta, por eso me quedo y sigo apostando por la Argentina.
-Es muy esperanzador tu mensaje; quedarte pese a tener todos los contactos como para triunfar en cualquier lugar del mundo....
Por supuesto, pero en mi caso elijo apostar a mi país y tratar de dejarles a mis hijos valores, un espíritu de sacrificio y el ejemplo de que aún con todas las adversidades, se puede progresar. Si no ponemos el hombro entre todos, el país no va a salir adelante.