Canal de Suez: advertencia global
Tomar nota de esta circunstancia es una obligación para todos los gobiernos. En especial los de los países centrales. Porque la humanidad no puede predecir un simple accidente de un buque carguero, como tampoco anticipó la pandemia o las crisis financieras que sobrevinieron y que, seguramente, aparecerán en el futuro.
El periodista Peter Goodman del diario The New York Times graficó con elocuencia el problema que el mundo entero vivió durante casi una semana cuando un solo barco encalló en el Canal de Suez y produjo un atasco comercial que pudo haber tenido graves consecuencias. Señaló que el mundo recibió una severa advertencia sobre "los peligros de su gran dependencia de las cadenas de suministro globales".
Esta frase significa que un hecho no habitual pero sí factible como que un carguero encalle puede sembrar un caos comercial en varios continentes, con las consecuencias que son de esperar cuando todo el planeta está vinculado por cadenas de suministros con vías de comunicación marítimas que no tienen caminos alternativos, salvo largas travesías que hoy son cosa del pasado.
El Canal de Suez, que une el Mediterráneo con el Mar Rojo, se abrió en 1869 y tuvo consecuencias enormes. Marcó un antes y un después en el desarrollo de varias naciones, simplificó, junto al Canal de Panamá, la navegación e incrementó largamente la posibilidad de los intercambios. Basta recordar que cuando Juan Sebastián Elcano completó la primera vuelta al mundo, en 1522, habían navegado cerca de 70.000 kilómetros. Si hubieran existido los canales de Suez y de Panamá, habría recorrido unos 27.000 kilómetros menos.
También es preciso evocar que Suez estuvo cerrado en el siglo XX en dos ocasiones, cuando el gobierno egipcio liderado por Nasser impuso su estrategia para que fuese nacionalizado. En las dos ocasiones se produjeron guerras: la del Sinaí en 1956 y la de los Seis Días en 1967. Posteriormente, se llegó a un acuerdo para que Egipto maneje el canal con ciertas prescripciones que permitieron terminar con las tensiones internacionales en ese punto clave y estratégico.
Todo iba bastante bien hasta que encalló el enorme buque carguero Evergreen. Allí se tomó verdadera noción de que la interdependencia está sujeta a situaciones imprevisibles que pueden provocar desajustes y derivaciones de proporciones inimaginables. Ahora que ha terminado el episodio, se presenta otro desafío notable: los barcos atraviesan el canal y llegan todos juntos a los puertos de destino, lo que obligará a extremar las tareas de logística para la descarga de los contenedores y su distribución.
Como se observa, que un barco quede varado en una vía única y genera semejantes repercusiones habla de la interdependencia de todo el planeta en materia de comercio internacional. Tomar nota de esta circunstancia es una obligación para todos los gobiernos. En especial los de los países centrales. Porque la humanidad no puede predecir un simple accidente de un buque carguero, como tampoco anticipó la pandemia o las crisis financieras que sobrevinieron y que, seguramente, aparecerán en el futuro.