Animales en la vía pública
Vecinos de la ciudad denunciaron días atrás la presencia de varios caballos sueltos que deambulaban por las calles. Su aparición o la de una cantidad importante de perros vagabundos no es un tema menor. Puede transformarse en un riesgo serio para la vida o los bienes y exige controles estrictos y sanciones efectivas para los propietarios de animales que no cumplen con su responsabilidad.
Vecinos de barrio La Consolata y otros sectores aledaños denunciaron días atrás la presencia de varios caballos sueltos que deambulaban por las calles. Durante prácticamente toda la noche, los equinos sin ningún control comieron de los cestos de residuos, treparon a las veredas, obligaron a algunos automovilistas a hacer maniobras bruscas ante su sorpresiva presencia y estuvieron a la deriva durante varias horas, incluso en la primera mañana cuando comenzaban las actividades escolares y productivas. Al mismo tiempo, en otros puntos de la ciudad se pueden observar a perros vagabundos que se trasladan de un sitio a otro.
Lo observado y denunciado por los vecinos ha puesto en escena un problema que cada tanto aparece para complicar la vida de los sanfrancisqueños. En el caso de los caballos, se recuerdan varias ocasiones similares ocurridas en inmediaciones del Camino Interprovincial y en los barrios del este de la ciudad. Hace ya algún tiempo se advirtió en esta columna que los lugares donde podrían aparecer los equinos bien podrían ser otros. Eso ya sucedió. Y la posibilidad de alguna desgracia sigue latente.
En este punto, vale recordar algunos accidentes en los que motociclistas salieron lesionados o automóviles sufrieron daños por toparse con caballos que libremente vagaban por las calles o pastaban en sitios sin ningún control por parte de sus propietarios, si es que los tienen. Al mismo tiempo, quizás por imperio de la situación económica, han recrudecido las apariciones de grupos de perros callejeros que también son potenciales riesgos para las personas, puesto que algunos de ellos demuestran una agresividad manifiesta.
Por cierto que en primer lugar es necesario proteger a las personas de estas situaciones que no deberían existir en la ciudad. También es necesario asegurar el cumplimiento de premisas hoy vigentes en torno a los derechos de los animales, violados sistemáticamente por propietarios negligentes que los dejan en la calle o no ejercen el debido control. En este contexto, tiempo atrás se había señalado que existía un trabajo conjunto entre el municipio, personal del Senasa y organizaciones no gubernamentales que velan por los animales, entre otras entidades. Tenía como propósito encontrar soluciones a esta problemática que, por lo visto, no han podido ser eficaces.
La aparición de caballos o la irrupción de una cantidad importante de perros vagabundos en las calles de la ciudad no es un tema menor. Puede transformarse en un riesgo serio para la vida o los bienes y exige controles estrictos y sanciones efectivas para los propietarios de animales que no cumplen con su responsabilidad. Algunos intentos esporádicos en esta materia rindieron momentáneos frutos. Pero, se observa, quizás sea necesario sostener de manera sistemática la vigilancia para evitar que se produzcan situaciones desagradables para las personas y también para los propios animales.