Alberione: el hombre detrás del fiscal
Es una de las figuras públicas más requeridas por el periodismo y habitualmente sus declaraciones se limitan a dar precisiones. Pero en una charla con LA VOZ DE SAN JUSTO fue más allá: habló de la necesidad de educar para prevenir delitos de género y de inculcar valores para evitar que el dinero termine siendo causa de una tragedia. Cómo piensa el fiscal que no ve Netflix ni tiene redes sociales, pero que se reconoce apasionado por lo que hace al punto de que le gustaría escribir un libro con sus vivencias.
Por Gabriel Moyano | LVSJ
Transcurren las últimas horas de 2019. El caso más resonante del año todavía está "caliente", al igual que su celular. Los mensajes y las llamadas no para de entrar y no le dan respiro. Pero con un movimiento rápido, Bernardo Alberione bloquea el teléfono y se dispone a la charla.
En ese gesto parece buscar una desconexión de tanto requerimiento urgente para hablar de una manera más pausada, y profunda. Deja entonces de lado la parquedad que a veces su cargo le exige. Y habla de todo: pide por la Educación Sexual Integral, alerta sobre el culto al dinero y cuenta algunas cosas de su vida personal.
Cómo piensa el fiscal más renombrado de la ciudad, que no mira series policiales ni lee comentarios en las redes, que se reconoce apasionado por su trabajo como en el primer día y que no descarta la idea de algún día escribir un libro repasando su carrera.
Su carrera de 26 años como fiscal suma resonantes casos, desde homicidios hasta abusos sexuales, defraudaciones y femicidios como en 2009, el de Natalia Vercesi, uno de los hechos criminales de mayor repercusión en el país, que le permitieron acumular vasta experiencia en su función. En este tipo de investigaciones le es imposible quedarse quieto y hasta parece que pone más que oficio.
- ¿Puede un fiscal abstraerse de la particularidad de cada caso y pensar en un hilo conductor que nos defina como sociedad?
Durante la investigación uno se mete en la causa e investiga a través de la prueba y se sacan conclusiones que deben estar fundadas y acreditadas de manera de superar la barrera de la mera elucubración. Llegar a algo probable. Pero cuando se está fuera de una investigación, uno busca qué común denominador hay. En los casos de violencia de género -al igual que en el delito de abuso sexual- el factor común es la educación. Hay un enfoque equivocado, a mi criterio, respecto de la metodología de ataque de este tipo de delitos. Se ataca en el momento que ocurre y es castigado, pero esto se hace tarde: ya tenemos una víctima. Lo que debemos es tratar de que esto no ocurra, de frenar esta inercia que se repite y eso se hace con Educación Sexual Integral, que es lo que hace que las personas puedan entender que la violencia no es camino y que la disponibilidad de nuestro cuerpo pertenece a cada uno dentro de las edades que uno tiene y nadie tiene el derecho de hacerlas saltear ni a aprovecharse de ellas.
- ¿Con los delitos motivados por cuestiones de dinero sucede lo mismo?
El económico es otro factor común. Por eso tenemos gran cantidad de estafas y delitos de esta naturaleza porque hay evidentemente una cultura del dinero, de la plata como elemento de seguridad y de poder. Pero termina jugando en contra muchas veces porque el dinero puede dar sensación de seguridad o de poder, puede servir en alguna oportunidad, pero también nos puede acercar a la muerte... o a la bancarrota. Siempre les digo a mis colaboradores que sigan la pista del dinero o las pasiones, los crímenes en general se explican por una causa u otra.
- Dentro de este contexto, ¿qué rol juega un fiscal?
Mi papel tiene a la justicia como objetivo, la ley como herramienta y el criterio como amalgama de ambos. Al papel del fiscal yo lo veo como una función social, orientada a restablecer la convivencia en aquellas situaciones en las que el delito como conflicto social la altera. Como sociedad solemos mirar a las personas y rotularlas. En el delito penal no importan esos rótulos, importan los actos. No interesa quiénes son, sino qué acto cometen. Puede ser una excelente persona y cometer un hecho aberrante o una persona que habitualmente delinque y no ser actor de ese hecho. Entonces, yo investigo hechos, genero pruebas y ahí determino qué personas deben responder ya sea como testigos o como imputados.
"Siempre les digo a mis colaboradores que sigan la pista del dinero o las pasiones, los crímenes en general se explican por una causa u otra".
- Hace falta también un compromiso de la sociedad...
Es imprescindible el compromiso de todos. Un claro ejemplo son los casos de violencia de género. A veces se conoce que hay una situación de esta naturaleza, pero no se dice nada por miedo, se calla. Y puede pasar que luego ese silencio pese si deviene en un hecho trágico, siendo que si nos comprometemos podemos llegar a evitarlo.
- ¿Qué importancia le da a la gente que lo rodea?
Nada de lo que hago lo podría hacer solo. Todo lo que se ha logrado en la fiscalía que tengo a mi cargo se logró como equipo. Secretarios, empleados, policías, a todos los considero compañeros de trabajo. Me acompaña el mismo secretario hace 20 años (Oreste Gaido), quien además de cualidades profesionales tiene una especial capacidad para concretar con eficacia en los sumarios, la voluminosa tarea investigativa. Esto se tiene que saber. La sociedad también forma parte de este equipo, porque cada vez que hay un caso importante, se compromete aportando datos para la investigación. De hecho, San Francisco es una ciudad que no tiene muchos hechos por esclarecer: la mayoría están resueltos. Eso habla bien no solo de la Justicia, sino de la sociedad: del compromiso de aportar datos y de ayudar.
"Al papel del fiscal yo lo veo como una función social,
orientada a restablecer la convivencia en aquellas situaciones en las que el
delito como conflicto social la altera".
Excelente. Lo considero otro colaborador directo en la tarea investigativa, manteniendo un diálogo fluido y respetuoso, conjugando el derecho a informar y el carácter reservado de las actuaciones judiciales. Creo haber correspondido con información cuando pude darla. Yo pienso que lo correcto es informar acudiendo a las fuentes y por eso siempre trato de aportar datos concretos. Durante toda mi carrera estuve muy acompañado por la prensa, siempre la consideré una compañera más de trabajo. Hubo códigos que se respetaron.- ¿Cómo es su relación con el periodismo?
"No veo Netflix porque genera moldes. Para mí, cada caso es nuevo, parto de cero, de la neutralidad total. La idea me la hago en función de la prueba que colecto. La televisión alimenta la violencia y aporta ideas que mucha gente no entiende que vienen de un mundo virtual".
- ¿Alberione es de leer los comentarios en las redes?
No, no tengo redes sociales ni me hago eco de lo que se manifiesta en las mismas. A la hora de comunicar e informar recurro a los medios tradicionales, es decir, a la prensa. La red social muchas veces es una actividad cobarde. Se habla de gente que no se conoce, sacan conclusiones y emiten opiniones que dañan sin tener conocimiento de la verdad. Eso cambia cuando a una persona le toca estar en un juicio por jurados. Ahí se les nota en la cara la preocupación al momento de tener que decir si el acusado es culpable o inocente porque saben que de su palabra depende una condena. Ahí les cambia todo.
- ¿Tampoco mira series en Netflix?
No, porque genera moldes. Uno va alimentándose de cuestiones que son foráneas. Para mí, cada caso es nuevo, parto de cero, de la neutralidad total. La idea me la hago en función de la prueba que colecto. A partir de ahí tomo decisiones y a partir de ahí justifico mis conclusiones. Además considero que la televisión alimenta la violencia y aporta ideas que mucha gente no entiende que vienen de un mundo virtual.
"No hay hecho que no se pueda esclarecer"
- ¿Siente pasión por lo que hace?
Como el primer día. Cuando recibo un llamado siento la misma adrenalina que sentí la primera vez. Cada caso es un desafío al que debo dar respuesta fundamentando con pruebas las decisiones que tomo. Soy siempre optimista y me comprometo con el propósito de mi función. Yo me siento respetado, pude dar respuesta a la mayoría de las causas en la que he intervenido. Me considero una persona afortunada.
- ¿Alguna vez pensó que no iba a poder resolver un caso?
Ni siquiera me lo planteo. Algo de la maraña delictiva siempre hay que desentrañar. Hay que estar atento, saber qué tomar de cada información, cuando acelerar y cuándo frenar. A eso te lo da la experiencia. El crimen perfecto no existe, no hay hecho que no se pueda esclarecer. Para mí no existe esa opción del no esclarecimiento. Teniendo la causa viva, siempre se puede esclarecer. Quizás no al cien por ciento, pero sí se puede darle a la sociedad la respuesta que necesita, aunque sea parcial.
"San Francisco es una ciudad que no tiene muchos hechos por esclarecer: la mayoría están resueltos. Eso habla bien no solo de la Justicia, sino de la sociedad".
- ¿Cómo ve el tema de la inseguridad en San Francisco?
Para mí Córdoba es la mejor provincia para vivir y San Francisco la mejor ciudad. Tenemos hechos delictivos contra las personas, pero no tenemos redes de narcotráfico instaladas, no hay villas de emergencia... Tenemos problemas puntuales que son solubles. Hay que enfrentarlos y solucionarlos, pero la solución no es la represión ni la cárcel. Hay que brindar educación y oportunidades. Yo viví toda la vida acá, tuve oportunidades de ir a otro lado y no fui. Nací en el poder judicial, entré en el año 85 y hoy tengo la misma pasión del primer día, aunque con mayor tranquilidad.
- ¿Cuándo empezó a estudiar se imaginó terminar en este puesto?
Nunca me imaginé nada. Mi vida fue la consecuencia de las decisiones que fui tomando. No me arrepiento de nada porque en lo profesional no encontré otro cargo que me seduzca como lo hace la investigación fiscal: de la nada hay que construir un algo, fundamentarlo y transmitirlo. En frente tenés una defensa que hace su trabajo y la fiscalía tiene que probar lo que dice: no es obligación del imputado acreditar lo que dice. Ante la duda, la presunción es de inocencia. Entonces, hay que hacer las cosas con profesionalismo y con compromiso.
- ¿Hay casos que lo afecten personalmente?
Hay dos partes cuando investigo un hecho. Una es técnica, jurídica, fáctica. Un accidente o lo que sea, yo voy y puedo mirar como si fuera un objeto de trabajo. Pero hay un momento duro que se produce cuando llegan familiares de la persona fallecida, por ejemplo. Esa parte cambia el eje y va a lo profundo de lo humano y a mí personalmente, me afecta. Hablo con las víctimas y con los familiares personalmente, para que sepan que la investigación tiene una cara.
- ¿A qué punto debería llegar su carrera para que considere que ha sido completa?
Ya llegó ese momento. Me falta un año y medio para jubilarme y pienso hacerlo cuando cumpla la edad. Tengo proyectos para ese momento.
- ¿Le gustaría escribir un libro con sus experiencias?
Tengo alguna idea al respecto. Tengo mucha memoria de los casos y los tengo archivados. Sé que este camino laboral que elegí me llena plenamente, no imagino algo que pudiera darme mayor satisfacción. Por eso me gustaría dejar un testimonio escrito.