“Ayudar cura, y mucho"
Hace ocho años, Cecilia Galli dejaba el oscuro mundo de las drogas gracias a su mamá Mónica. Luchadora incansable, logró sacar a su hija del consumo y son testimonio vivo de esperanza.
Por Stefanía Musso | LVSJ
Este no es un mes más en la vida de Mónica y su hija Cecilia. En agosto de 2013, Cecilia dejaba definitivamente el consumo de drogas para comenzar el camino de una vida sin adicciones, luego de cinco de estar atada a la cocaína. Esa libertad de la que hoy disfruta, fue posible gracias a "La Moni", esta docente jubilada que luchó incansablemente por la recuperación de su hija.
A ocho años de aquel día en que Cecilia volvió a nacer y a ser la que era antes de las drogas, Mónica se convirtió en una referente que sigue luchando y acompañando a todos aquellos jóvenes y padres que se acercan al grupo de apoyo Esperanza Viva, con el objetivo de orientarlos en esta lucha contra las drogas como hizo con su hija.
Madre e hija comparten hoy ese espacio de acompañamiento donde ambas brindan contención y cuentan su experiencia, sin miedo y hacia adelante, buscando dar el mensaje que la adicción, sea cual sea, es una enfermedad y merece ser tratada por el bien de la persona adicta.
Con la pandemia, el grupo de apoyo retomó hace días su actividad presencial en la Parroquia San José Obrero, -también colabora en el Merendero de La Virgencita- y Mónica aseguró que cada vez son más las personas que caen y recaen en las drogas por diferentes causas.
Como ocurrió con el "Caso Chano" y su mamá Marina que pidió ayuda, Mónica lo hizo por Cecilia y lo sigue haciendo por tantos chicos para que ellos vuelvan a ser felices y libres.
- Una mujer luchadora, que nunca bajó los brazos...
Siento que hay gente que merece más una nota que yo, que hizo tantas cosas más y con más sacrificio que por ahí siento que "Otra vez, yo". Cuando se habla del tema de las drogas, siempre piden mi palabra y me da cosa, la verdad. No sé si soy la referente para que me den tanto lugar.
- Pero la historia de tu hija y tuya a todos nos hace reflexionar
Lo que pasa es que soy bastante tímida. Entonces siento que hay personas que merecen más la nota.
- Pero cuando de luchar se trata, nada te detiene, ni la timidez.
¡Eso seguro! Cuando tengo que luchar sale la leona que hay en mí, por mi hija por quien sigo luchando, por los que están en el grupo de apoyo y por los que vienen. Si puedo ayudar al que está o al que necesita lo ayuda.
"Hay que pensar en las madres, porque son las que más sufren", dijo Mónica Galli. (Fotografías: Marcelo Suppo)
- ¿Seguís trabajando junto al grupo "Esperanza Viva"?
- Sí. Es un grupo de contención y ayuda para mamas, papas, hermosas y esposas que llegan con un problema y con un dolor muy grande. Uno está ahí para recibirlos, contenerlos, explicarles para estamos y darle un poco de la experiencia de uno para explicarle cómo la luchó y les sirve para seguir luchando. Recibimos todo tipo de situaciones. Muchas veces llegan mamás o familias que nos dicen ´No quiero luchar más, no tengo más fuerzas´, otros, cuando ven otros padres ahí y que hay chicos que salieron, la llama de la esperanza se vuelve a encender. Eso es lo que hacemos las mamás, algo que también es un ida y vuelta, a mí me dieron y yo devuelvo lo que me dieron. Ayudar cura, y mucho.
- ¿Un adicto busca ayuda?
Hay distintas realidades. Hay veces que sí, que se acercan buscando ayuda porque tocan fondo, están mal y llega el momento en que dicen, 'Mamá, papá, por favor ayúdame porque no puedo más´ o bien confían en un amigo, pero también hay casos en que los jóvenes no quieren que se los ayude. Sobre esto, hay muchísimos casos de jóvenes que no lo aceptan de hecho, sus mamás van a los grupos y ellos no. No van porque no quieren saber nada con la ayuda.
- ¿Ceci te pidió ayuda?
Al principio, no. Yo empecé a sospechar por los comportamientos de ella, su agresividad, su malhumor, su ansiedad. De a poco empezamos a ver esas actitudes, más yo que su papá que consideraba que era parte de la rebeldía propia de la edad (tenía 18 años por aquel entonces) pero a mi había algo que no me cerraba. Me llamaba la atención la gente que venía a casa, la gente con la que se juntaba. Le preguntaba todo el tiempo y ella lo negaba, pero un día, y tal vez ella en su desesperación, dejó cosas a la mano que yo descubrí que confirmaba lo peor, eran drogas.
- ¿Qué te pasó en ese momento?
Casi me desmayo. Primero, porque había hablado con Nico mi hijo y el me preguntaba cómo estaba y ella seguía negando todo. El mundo se te cae a pedazos y no sabes para dónde ir. Fueron años duros ara ella porque lo venía arrastrando, pero los últimos meses, muy difíciles porque estaba en su peor momento. Ella empezó con las drogas a los 18 años con cocaína los 365 días de los años. Cuando trabajaba en la escuela, llegaba y ella ya estaba esperándome para pedirme plata y eso que tenía su trabajo, pero lo que tenía, lo gastaba
- ¿Cómo fue el momento en que ella lo reconoció?
Esos seis, siete meses donde hizo eclosión la situación y descubrimos todo, ella estaba muy mal. A eso, se sumaba la operación de corazón de mi esposo que fue triple bypass y no podía decirle nada hasta que ella confesó su situación. Un día, estando muy mal, no le quedó otra que reconocerlo a su papá.
- ¿Cuál fue la primera salida que tomaron?
Cuando ocurre algo así no sabes qué camino tomar. Empezamos a ir a los psicólogos, al psiquiatra, pero no servía para nada porque seguía consumiendo hasta que encontré el grupo "Esperanza viva". Primero, me acerqué yo y después ella. Ese fue el lugar que encontramos, pero no fue fácil llevarla porque nos amenazaba. Ella nos pedía plata sino no iba y en eso, reconozco mi error, que le dí plata para droga porque siempre tuve miedo que hiciera otra cosa con tal de drogarse. En estos casos, uno se vuelve coadicto porque hay chicos que llegan a robarle todo a sus familias. Capaz le daba $50 para calmar su adicción, pero sabía lo que hacía, aunque a los 10 minutos volvía y mal.
- Ahora que Ceci está bien, ¿Qué sentís cuando ves a chicos que se encuentran en estados limites por las drogas, como el caso de Chano Charpentier?
Duele mucho porque removés toda tu vida pasada. Uno trata de soltar, de seguir adelante pero no se puede olvidar lo que pasó porque fueron momentos difíciles que ojalá no volvamos a pasar, pero hay que tenerlos presentes. Hay que pensar en las madres, porque son las que más sufren.
- ¿Los varones acompañan en este proceso?
Los varones sufren y mucho. Mi esposo, por ejemplo, lloró mucho cuando se enteró del a adicción de Ceci. Cuando él aceptó que era una enfermedad, le hizo "click". Cuando interés que es una enfermedad, empezás a ver realmente lo que le pasa al adicto. Los padres no deben echarse culpas. Nosotros somos una familia normal, trabajadora y a ella nunca le faltó nada, sin embargo, ocurrió.
- ¿Cómo actúan las mamás ante esta situación?
Hay diferentes maneras de reaccionar. Hay mamás que se anulan porque no saben qué hacer, se desesperan y te llaman por teléfono para que la ayudes. Otras, son de armas tomar y salen a buscar lo que sea. Hay madres que han sufrido 15 a 20 internaciones en psiquiatras, otros los tienen en su casa porque no quieren recuperarse y están las que los llevan a lugares de tratamiento. Las madres no estamos preparadas para esto y no todo lo tomamos y hacemos las cosas de igual manera.
- ¿Pesa la mirada social?
Está el prejuicio, pero a mí nunca me importó. Solo quería ayudar a mi hija. Me pasó muchas veces que tenía que dejar el aula donde estaba dando clases porque no aguantaba el llanto y mis compañeras me cuidaban el curso, y mis estudiantes me preguntaban qué me pasaba. Me iba de casa con problemas y volvía con problemas. De mis compañeras de trabajo recibí mucha ayuda y contención. Nunca tuve miedo de lo que decían los otros de hecho, cuando alguna familia del colegio estaba atravesando una situación similar, le hacía saber lo que yo estaba pasando o lo contaba mi experiencia para ayudarlos. Vos les decís, "Yo pasé por esto, por eso les pido que miden lo que pasa". En esto no hay que aconsejar, hay que acompañar.
- ¿Lo que viviste con Ceci te hizo cambiar en algo?
Si, en mi mirada como docente, hacia la escuela y los alumnos. Como docente al principio fui muy exigente, dura y con el tiempo fui cambiando. Uno sale de una manera de la escuela y la de la vida te enseña otras. La inclusión de estudiantes con capacidad me enseñó a ver la vida de otra manera y lo de Ceci más aún porque su rebeldía con la escuela y sus problemas hizo que me pusiera en el lugar del otro. Aprendí a prestar atención a los chicos agradezco lo que pasó. Viví un dolor, pero dejó la experiencia positiva que tenía que cambiar por mis estudiantes.
- ¿Te aferraste a Dios?
Cuando fuimos al grupo, sí. Ese grupo es espiritual pero donde se une la oración. Nosotros rezamos por los chicos y te puedo asegurar que la oración mueve montañas. Con esto, pudimos unir a mi familia en que rezaban por ella.
- ¿Es dura la realidad actual respecto a las adicciones?
Hay muchas más personas adictas de lo que puedas imaginarte. Hay gente que no vas a saber nunca porque no lo dice por miedo o los llevan a atender a Córdoba para que nadie se entere. Hay cada vez más casos.
- ¿Qué les decía a las mamás ante esto?
Que pregunten, averigüen, consulten y busquen ayuda en los amigos de sus hijos y en lugares especializados o grupos de apoyo, porque hay muchos.
Madre e hija luchan juntas contra el consumo y las adicciones.
- ¿Cómo la ves a Ceci, hoy?
La veo bien, con fuerzas, feliz, con cambios en su vida. A veces las drogas calman dolores que los chicos no pueden curar.
- ¿Tenés miedo que vuelva a ocurrir?
No, pero la cuido desde el amor no por molestarla. Todo el tiempo le escribo, pero no la persigo porque necesita un sentido en la vida para poder seguir. Son ocho años de este camino y nadie está exento que vuelva ocurrir, pero como mamá no bajo los brazos por eso, la mantengo, la sostengo, la cuido como el primer día.
Para Cecilia, "es imposible salir sin el apoyo de una madre". (Fotografías: Marcelo Suppo)
Cecilia Galli: "Es imposible salir sin el apoyo de una madre"
Con trabajo, en pareja e independiente; Cecilia disfruta de su nueva vida pero destacando el rol fundamental de su mamá. " ´La Moni´ - como ella le dice- es todo en mí vida. Si no hubiese tenido a mi mamá yo no habría cambiado. Hoy le podo que sea feliz porque hizo mucho por mi papá, por mi hermano, por mí. Ella es la seño, la que te retaba, la que te cuidaba y aunque hoy tengo una relación especial con mi papá, mamá es mamá. Quien tiene una mamá así en su vida, lo otro viene anexado", dijo la joven.
Ocho años pasaron de aquel último día de oscuridad para Cecilia. "El 2 de agosto de 2013 fue el último día que use drogas y me interés en Fazenda de la Esperanza en Villa Quilino. "No quería saber nada. Cuando usas drogas, no sabes si haces mal a alguien. Lo oscuro no lo ves. Lo único que te importa es satisfacer tus ganas, tu deseo, tu dolor".
"En la adolescencia descubrí cual era mi orientación sexual, dentro del contexto en la que vivía, fue difícil encontrarme conmigo misma, pero podía serlo con mi entorno y ahí conocí las drogas. Al principio era los fines de semana, luego durante la semana y sin querer, fue todos los días".
"A veces tengo días difíciles, tristes, pero día a día aprendo a estar feliz, a descubrir mi experiencia de vivir sola, de estar en pareja con una persona de mí mismo sexo".
Para Cecilia, "es imposible salir sin el apoyo de una madre".
Dónde conseguir ayuda
El grupo de apoyo "Esperanza viva" funciona los días miércoles a las 20 en la Parroquia San José Obrero. Teléfonos: (03564) 15473534 /15659100.