Violencia, oscuridad y muerte, secretos detrás de una muestra surrealista
Mauricio Ferreyra autor de la exhibición de dibujos "Estigmas Sociales" en el Museo de la Ciudad contó todo lo que no podía poner en palabras en su trabajo. Hijo de un femicida ilustró el dolor de las consecuencias de las acciones de su padre. Transformó el dolor en arte y encontró belleza en lo grotesco.
Detrás de los ojos de Mauricio Ferreyra asoma el dolor, pero también cuando mira sus obras de arte eso se transforma en sanación. El artista sanfrancisqueño tiene 44 años y un pasado donde la violencia lo hizo conocer los sinsabores de la vida a una edad temprana.
Ese y otros"Estigmas sociales" pueden verse en las paredes del Museo de la Ciudad (Bv. 9 de Julio y Avellaneda) en el marco de la exhibición de sus dibujos que cuentan con una idea transmisora particular, y se complementan al son de la música, del rock con las caricaturas en blanco y negro o color del artista Rodolfo Herrera (ver aparte).
Fueron esos estigmas - de ahí el nombre de la muestra - los que lo marcaron dentro y fuera del seno de su familia, y fue el arte, el que le ayudó a salir del círculo y retomar las riendas de su destino.
Metalero, amante del rock, con una visión "antisistema" de las construcciones de la sociedad moderna. Así podría decirse que es Mauricio. Pero detrás de los piercings y los tatuajes, cuando deja el lápiz de lado puede conocerse otro lado de su persona.
"Empecé como autodidacta, copiando dibujos de las portadas de CD's de Ironmaiden (banda emblema del heavy metal). La temática la laburé en base a una cuestión muy personal que me sucedió a mí - se corrige - nos pasó en mi familia y que me costó superar", dijo al romper el hielo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
En la escena aparece su padre, quien protagonizó un hecho de sangre que lo transporta a 1999. En aquella época, la violencia se transformó en muerte y oscuridad. Ese año, su padre se convirtió en un femicida, aunque ya arrastraba problemas en un entorno donde la violencia tenía un rol preponderante, podría decirse. Su nombre, Luis Ferreyra, y la víctima Stella Maris Vanega.
Entonces, al recordar esto, las palabras brotan de la boca de este artista. "¿Cómo puedo decirlo? - hace silencio - Mi padre fue un femicida y nosotros - su familia - llevamos esa carga, pagamos los platos rotos".
Y de inmediato agrega otros datos que le llueven como dolorosos recuerdos: "Fue muy difícil porque nuestra vida era un infierno con nuestro padre. Él tenía ese vicio de andar con otras mujeres, todo un historial donde si la justicia hubiera actuado se podría haber evitado que esa señora esté bajo tierra".
Salir a flote
Mauricio nació con la estrella que indicaba sus dotes para el arte, desde 1994 (y hasta 2011) asistió al Taller Municipal de Artes Visuales "Miguel Pablo Borgarello". Mientras él se perfeccionaba, el dolor invadió a su familia y lo golpeó de dura forma.
Todo comenzó en otra casa, con una historia violenta de su padre Luis y una mujer llamada Stella Maris Vanega. Ella desapareció en el mes de noviembre de 1998. La incertidumbre estaba en todos lados en ese momento y la mujer (que dejó a una hija) no podía ser encontrada.
Hasta que llegó el mes de abril de 1999, cuando hallaron el cuerpo en un descampado. Era Stella Maris, la sangre derramada comenzó a teñir de tristeza el mundo de Mauricio.
El estilo de Mauricio es único en la ciudad, encontró su muso inspirador en el artista suizo - alemán que diseñó al Alien de la película- , H.R. (Hans Ruedi) Giger.
"Cuando conocí sus trabajos me sentí identificado. Pasé por un proceso de absorción de conocimientos, aprendí e hice mi estilo propio", detalló más aliviado al hablar de su arte.
Ferreyra hizo "años de tratamiento" para superar "sus problemas para relacionarse" y "entender todo lo que sucedió" en ese mundo de violencia que orquestaba su padre, el dibujo y el estilo surrealista biomecanizado fue una combinación que le permitió revivir y ver el mundo de otra forma.
Graficar el dolor
El femicidio de Vanega, el involucramiento de su padre, el contexto de violencia, los prejuzgamientos sociales, el dolor en sí mismo, todo fue una vorágine difícil de manejar para Mauricio.
En el año 2000 - mientras seguía yendo al Taller - egresó como maestro de Artes Plásticas de la Escuela provincial de Bellas Artes "Dr. Raúl G. Villafañe" de nuestra ciudad.
El rock siguió a su lado, porque como dice "no se va a ningún lado sin música". Pero también el dibujo con ese estilo tan particular y que se prejuzga para mal por lo abstracto e impactante que resulta.
Un día se encontró dibujando esos sentimientos, los recuerdos que no podía poner en palabras. "Quise sacarme todo eso de adentro y acá está representado. Más adelante pienso en hacer otra muestra con esta temática como continuidad", sentenció.
Habrá tiempo para eso y recursos también, porque según declaró "quedaron cosas que quiere representar, narrar". Algo así como sus propios "estados de ánimo y recuerdos, sentimientos" en base a los que dibujó.
Seguir adelante
La experiencia de Mauricio es la de muchas otras familias que atravesaron estas situaciones. Es habitual pensar en el círculo de la víctima, pero poco se sabe de lo que sucede con los otros, los del femicida, que muchas veces hacen honor involuntariamente al dicho: pagan justos por pecadores.
Ferreyra siguió adelante y se refugia en un lugar "H - Taller" donde incursiona siempre en algo nuevo, a la par de la música, con los sentimientos que también se exponen en el metal industrial, heavy o black metal, por citar algunos casos.
¿Hay un mundo apocalíptico en sus trabajos? Sí, pero se puede elegir ver lo extraño, tener miedo y juzgar, o se puede acercar la mirada y encontrar el sentido en los detalles que dejan los trazos de este artista, y también en lo profundo de su propia mirada.
Del
otro lado de la sala del Museo, otros 19 dibujos sorprenden por su perfección y
semejanza con una fotografía cualquiera. Son los trabajos de Rodolfo Herrera,
que a los 56 años eligió hacer una exhibición individual por primera vez. Docente
y artista de profesión, y también entusiasta de la vida, cuenta cómo eligió
estos trabajos que se exponen y encuentran un hilo conductor con la muestra de
Ferreyra a través del rock. "Yo
voy a así a todos lados", comenzó diciendo mientras señalaba su remera de Kiss,
la banda predilecta para él. Herrera recuerda que los dibujos y la música para
él siempre lograron unirse en el arte pero que "nunca se había animado". Sin
embargo, un taller de mosaiquismo cambió todo. "Acá se dictó ese taller e
hicimos una exhibición, creo que esa fue lo que me impulsó a hacer esta muestra
individual. Son todos retratos y caricaturas", señaló mirando sus obras en las
paredes del Museo de la Ciudad. Más
grande o pequeñas las caricaturas se distinguen fácilmente. Ahí se ve a sus
ídolos de Kiss en las escenas icónicas que la sociedad más recuerda, y del otro
lado, grita "¡Mamma mía!" un tal Freddy Mercury que lideró Queen. No
se queda atrás tampoco Ozzy Osbourne, con su clásico atuendo o el vozarrón de
James Hetfield vocalista de Metallica, banda emblema si las hay. El rock pesado
está en todos lados, inunda las paredes del museo. Pero a diferencia de lo que
piensan las personas no todo es tristeza, este arte también representa vida y
alegría, logros y admiración. "Algunos
tienen colores, y otros son en blanco y negro, eso varía el tiempo en el que
los hago, pero suelen ser tres horas. Ahora mi meta es hacer una exposición de
trabajos en forma 3D un estilo que vi y me encantó", relató. Su
estilo, a diferencia de Ferreyra, es totalmente opuesto porque se liga con el
hiperrealismo, quizá más comprensible a la vista, pero igual de profundo en sus
trazos que también cuentan otras historias. La
música es lo que los unió. No van a ningún lado sin ella. Y por eso sus
trabajos, aunque con estilos disímiles, se unen en esos trazos que forman parte
de la personalidad de cada uno de estos artistas que muestran el otro lado del
arte sanfrancisqueño. Mucho
rock en
las paredes del
Museo