Unidad rural frente a la crisis
La cooperativa láctea Manfrey anunció la construcción de un "megatambo" para rescatar a productores a mediano plazo. La idea ha prendido ya en casi dos decenas de productores. Y bien podría replicarse en otros ámbitos de la producción, más allá de la lechería. Es necesario demostrar que aquello de que la unión hace la fuerza tiene viabilidad aun en las crisis más severas.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) define a una empresa asociativa rural como "una organización conformada mayoritariamente por productores de pequeña escala, que está orientada al desarrollo de negocios y busca generar excedentes económicos y beneficios concretos para sus socios". Éste es el marco en el que la cooperativa láctea Manfrey anunció la construcción de un "megatambo" para rescatar a productores a mediano plazo.
La firma industrial de Freyre comunicó que este emprendimiento se hará en un campo de 50 hectáreas, con el que se busca producir más y que productores tamberos no estén tan complicados tras la delicada situación del campo por la sequía de 2018. La salida de tambos de la actividad, por distintas razones, obligó a la empresa a implementar alguna manera de apoyar a sus asociados, muy afectados por la crisis meteorológica de un año atrás, pero también por las condiciones actuales en las que se desenvuelve la vida económica del país.
Es un intento plausible de agrupar voluntades para encontrar un camino que permita salvar los enormes obstáculos que hoy enfrentan los productores lecheros. Y puede ser un ejemplo para que en otros ámbitos comerciales e industriales se encuentren senderos que mantengan las expectativas, al menos a mediano plazo y permitan superar con menor trauma la hoy extremadamente difícil coyuntura socioeconómica.
Manfrey, pionera en la región en materia de avances en la asociación de sus productores, realizó una encuesta como primer paso. Los resultados del sondeo determinaron que la dinámica actual del negocio lechero establece sin dudas la inviabilidad de las unidades tamberas de menor escala. No sólo porque los números no cierran, sino también porque hoy es imprescindible contar con datos de gestión que las explotaciones más pequeñas no tienen o no están en condiciones de recabar.
El cierre de tambos es una realidad que viene desde hace tiempo. Pero que la crisis del último año ha profundizado, así como también la falta de interés de las generaciones más jóvenes de productores que se inclinan por encontrar otro tipo de producción más rentable. El esfuerzo diario de manejar un tambo es hoy una desventaja notable frente a la agricultura, por ejemplo.
En este contexto complicado, la empresa láctea de Freyre ha decidido construir su "megatambo". Allí, los tamberos que participen se sumarían de diversas formas: aportando animales que constituyen su capital inicial y representa el porcentaje de participación en el negocio, así como aquellos que entregan sus vacas al nuevo emprendimiento y reconvierten su establecimiento hacia la producción de granos para alimentación, convirtiéndose en simultáneo en proveedores de su propio negocio.
La idea ha prendido ya en casi dos decenas de productores. Y bien podría replicarse en otros ámbitos de la producción, más allá de la lechería. Es necesario demostrar que aquello de que la unión hace la fuerza tiene viabilidad aun en las crisis más severas.