Una gran amistad que nació del deseo de ser padres
La adopción es un acto de amor incondicional y absoluto; crea lazos tan profundos e inquebrantables que pueden ir incluso más allá de la familia propiamente dicha. La historia de ocho amigos sanfrancisqueños así lo confirma.
Hay amistades que surgen en la escuela, en la facultad, en el club del barrio o por amor a una banda de rock. Generalmente, son las afinidades las que nos conectan con otros.
Sin embargo, hay personas que se cruzan en nuestra vida por motivos especiales. Es el caso de un grupo de parejas que hace 19 años se conocieron por el deseo de convertirse en padres. Lo anhelaban con todas las fuerzas del corazón, pero ese hijo no llegaba.
Mariana Prelazzi y Fabián Re; María Teresa Cavalleris y Diego Lesta; Gerardo García y Silvia Rostagno y Mauricio Argenti mantienen viva una amistad única gracias a la adopción de sus hijos Marcos, Iván, Milagros y Lucas, respectivamente.
Fueron y son ayuda, sostén y acompañamiento; juntos escribieron sus historias.
"Más allá de ser amigos, somos familia. A estas mujeres -refiriéndose a Mariana, Silvia y Patricia (esposa de Gerardo, que falleció hace tres años), las considero mis hermanas de la vida, las que no me dio mi mamá", dijo María Teresa.
"Esta amistad me dio la familia que yo tanto ansiaba", expresó por su parte Mariana.
"Nosotros no somos amigos por algo, sino por alguien y son nuestros hijos", aportó Mauricio, que luego de la adopción, junto a Silvia, experimentaron el "milagro" de la concepción natural de un hijo, cuando llegó Mateo, en 2008, para agrandar la familia.
"Hay cosas que solo podés hablar con algunas personas y con ellos tenemos una conexión que pocos entienden", indicó Silvia. Y así, la charla con LA VOZ DE SAN JUSTO siguió entre anécdotas de vacaciones juntos y cumpleaños compartidos; expresiones de un sentimiento común y las historias de todos.
Una gran familia. Se conocieron en la búsqueda de convertirse en padres y forjaron una amistad que se fortalece con el tiempo.
"Amigos del alma"
Como es costumbre, los grupos de amigos tienen su grupo de WhatsApp. Estos padres no son la excepción, crearon uno y lo llamaron "Amigos del alma". No hay mucho más que explicar, el nombre lo dice todo.
"El grupo surgió en un momento que queríamos estar más conectados. Somos amigos del alma, porque esta amistad va más allá de todo", expresó María Teresa.
Una amistad que trasciende generaciones. Los hijos de ellos también son amigos, aunque no tan unidos como estos papás pero eligen seguir compartiendo momentos. "Fuimos a los bautismos, a los cumpleaños, a cada evento de los chicos pero también elegimos compartir otras experiencias juntos como viajar y disfrutar de asados", comentaron los entrevistados.
Ellos se definen como almas gemelas que se
conocieron para acompañarse y guiarse en el proceso de la adopción, y en la
postadopción, porque después de 20 años siguen tan unidos como el primer día,
cuando todo era desconocido, tan lleno de amor e inquietudes.
Nada fue casualidad
En esta historia de amistad ocurrieron las cosas más impensadas, siendo personas totalmente desconocidas. "Nuca nos habíamos cruzado ni en las calles de la ciudad, pero las ganas de ser padres nos llevó a contactarnos unos con otros", contó Mariana.
"Cuando decidimos adoptar, buscamos esa alma gemela que nos pudiera guiar, que haya vivido lo mismo que nosotros, porque no todos entienden por lo que estás luchando".
Hace 20 años atrás, cuando después de varios intentos de embarazo, un diagnóstico médico les confirmaba que no iba a poder tener hijos biológicos, que ellos decidieron llenarse de valentía y ser padres a través del proceso de adopción.
Emprendieron así un camino desconocido, entre leyes y juzgados; un periplo judicial que sabían sería largo y por momentos, desgastante; y mejor, no hacerlo solos.
En esa búsqueda de alguien que los asesore, que viva en carne propia la lucha por ser padres; otras familias adoptivas, estos ocho amigos se encontraron y forjaron un vínculo tan fuerte que perdura en el tiempo.
Como un faro que ilumina y guía
"Cuando decidimos adoptar, buscamos esa alma gemela que nos pudiera guiar, que haya vivido lo mismo que nosotros, porque no todos entienden por lo que estás luchando", dijo la mamá de Marcos.
"En esos tiempos, cuando decidías hacer este acto de amor, la gente te miraba raro, entonces buscabas alguien afín para empezar el camino de la adopción porque queríamos formar una familia", añadió Mariana.
"Como pareja tomamos la decisión de adoptar y en ese momento surgieron los interrogantes: ¿y ahora, qué?, ¿cómo se hace? Uno buscó información pero necesitabas de alguien que te orientara, guiara y te contara su experiencia", coincidió Mauricio.
Diego y María Teresa fueron los primeros que adoptaron a su hijo. Luego, vinieron los Re; los Argenti y los García. "Cuando uno encuentra un par en esta lucha, te vas armando para recibir a tu hijo", reflexiona Mariana, a 19 años de aquel acto de amor inmenso.
En ese camino de emociones encontradas, ilusiones y desilusiones, de espera paciente, estos sanfrancisqueños se convirtieron en padres con tres meses de diferencia demostrando que el amor todo lo puede.
Ya son 20 años de amistad ininterrumpida, de confianza, de afecto sincero, de estar cerca pero también separados sin que nada cambie. "Todos tenemos un pedacito del otro. Nuestra amistad nació por un gesto de amor. Nosotros brindamos por la amistad y las dos vidas porque gracias a las mujeres que tuvieron a sus hijos, nosotros no hubiéramos sido padres", concluyó Diego, a quien Iván hizo abuelo de Ahinara, quien llegó para completar la felicidad de la familia.