Una dupla mecánica de primera
Javier Cressa y Sofía Firma Paz llevan los dos adelante el taller mecánico que es sostén de su vida. Están juntos desde los 12 años y ahora a los 32 trabajan juntos "mano a mano" arreglando autos. Él fue su maestro ahora los dos ocupan el mismo lugar.
La gente está muy acostumbrada a que quien está lleno de grasa, con herramientas en la mano o cambiando gomas en un taller mecánico sea un hombre, ocasionalmente se ven mujeres, pero siempre en un segundo plano.
En Bv. Roca al 3000 la cosa es diferente ahí tanto Javier Cressa como Sofía Firma Paz trabajan a la par atendiendo cualquier inquietud mecánica en un vehículo. El taller lo llevan adelante los dos y aunque la herencia en el rubro la tiene él, su pareja es una todo terreno que no tiene problema en arremangarse para hacer este trabajo.
Hasta ahí es una nota con un detalle que cada vez - afortunadamente - deja de ser "de color" para incorporarse a la cultura cotidiana. La historia de esta pareja va un poco más allá de eso, es como si fueran la balanza que identifica al signo libra donde los dos son los que permiten hacer de este taller un mundo único.
Veinte años juntos
Los chicos tienen ambos tienen 32 años y agrandaron su familia con dos hijas de 14 y 8 años. Hace un tiempo llegaron a San Francisco desde Río Ceballos y en el trayecto entre las dos ciudades se fue gestando este taller que montaron.
"Hace de los 12 años que estamos juntos, tenemos 32. Somos de Río Ceballos, vinimos a trabajar acá", contaron a la par los dos con el uniforme.
La familia de Javier tanto por el lado de su papá como de su hermano está involucrada en este rubro de la mecánica, de alguna forma mamó ese oficio.
En el caso de Sofía no porque para ella es la primera vez que hace esto, no obstante, es un detalle menor en su hoja de vida. "Yo soy laburante, ante todo, aprendo. Voy aprendiendo con él y también llevo la parte administrativa", fue su primera respuesta.
De aprendiz
Su incursión en realidad empezó un poco antes cuando Javier trabajaba en su casa haciendo "laburitos extra" y ahí empezó a ayudarlo y aprender hasta convertirse en una mecánica independiente y en proceso de formación permanente.
"En 2018 decidimos abrir de nuevo el taller - dijo Javier y ella lo mira -. A mí me gusta, me gustan los autos, es difícil porque cada auto tiene sus cosas, es toda una experiencia y vas descubriendo cosas que antes no conocía".
Uno podría pensar que ella ayuda sobre todo a su pareja, pero en realidad la balanza está equilibrada. "Si hay que tirarse abajo del auto lo hace, acomoda las herramientas del taller, es multiuso sea porque necesitan una llave, pinza, para sujetar cosas", contó Javier con total admiración por lo que fue aprendiendo su pareja.
La ventaja de ella es que aprende rápido y para él también es importante porque "es difícil explicar" las cosas a veces, más aún que es la primera mujer que trabaja con él en el rubro y en las mismas tareas.
Primero confianza, después sorpresa
La gente "queda sorprendida", los que ya han pasado por allí no tienen ningún problema en que Sofía tome el trabajo porque saben que lo hará bien, el asombro llega de los clientes primerizos.
"Por ahí se quedan esperando que venga el mecánico cuando los atiendo y les explico que eso también puedo hacerlo yo - ya que ella también se encarga del área administrativa -, están esperando que aparezca le hombre. Se sorprenden y dicen '¿qué hacés vos acá?' pero se van acostumbrando".
Como trabajan para distintas empresas cada vehículo tiene su propio historial con lo que se hizo, qué piezas se colocaron y demás detalles. Sofía es la que se encarga de esa ficha, "sabe lo que se hizo y de qué está hablando, qué utilidad tiene cada pieza, todo".
"Cada auto que entra es un desafío, darle la solución y satisfacer al cliente", así terminó Sofía la charla y es de esa misma forma que ella vive la pasión de ser mecánica algo que no planeó pero que llegó y le hizo frente como las mejores porque el amor se fortalece en el taller.