Un millenial de la vieja escuela
Gregorio Albo tiene 18 años recién cumplidos, es el fotógrafo más reconocido en la onda skater y del hip hop. A pesar de las ventajas que brinda la tecnología digital, él abraza lo analógico.
Por Gabriel Moyano | La Voz de San Justo
"Goyo" toma una vieja cámara japonesa Mitsuca, abre una ventana y comienza a jugar como un nene. De hecho lo es: está cursando el último año de la secundaria. Dispara y corre el rollo. Vuelve a apuntar.
Considera que la fotografía es una forma de arte que, además de lo meramente estético, debe contener un mensaje social. Entonces, su predilección por las antiguas cámaras analógicas, no es un capricho: es una declaración de principios.
En épocas de inmediatez, de filtros de Instagram y de tecnología de avanzada al alcance de la mano, Gregorio Albo prefiere la adrenalina de no saber qué tal le salió la foto hasta que no se revele el rollo.
A su corta edad ya se ganó un nombre. Es el fotógrafo más reconocido de la onda skater y del hip hop en la ciudad, movidas que comparten una estética especial, casi ochentosa. Todo cierra.
Sus trabajos llamaron rápidamente la atención y por ello es contratado para eventos y por marcas de ropa. Así encontró una veta comercial, pero lo que más disfruta es ir con amigos a un concierto de rap o al skatepark a tratar de sacar la foto perfecta.
Su vida es una
búsqueda constante. Por eso hasta pone en duda continuar en la fotografía como
un medio de vida. Tiene decidido estudiar Comunicación y se imagina tratando de
fusionar sus intereses (también le apasiona el video) para generar un contenido
con valor social.
Vamos a jugar a la terraza
"La primera vez que tuve ese 'choque' con la fotografía creo que fue como les pasa a todos: la típica de encontrar una cámara digital compacta en un cajón y salir jugar. Yo tengo una terraza llena de cactus donde al atardecer se dan colores muy lindos, algunas sombras. Habré tenido 10 u 11 años", cuenta Gregorio en el inicio de una entrevista en la que se lo nota muy seguro de sus palabras.
Lo que comenzó como un hobby se transformó en algo más amplio cuando descubrió que podía aplicarlo a otra de sus pasiones: "Me encaminé con una idea estética determinada cuando empecé a andar en skate, hace 5 años. Iba a patinar, llevaba la cámara y sacaba fotos, filmaba un poco. Después iba a mi casa y editaba un poco con Movie Maker, o directamente no editaba. Ahí fue la primera vez que sentí el flash de la fotografía".
Su formación es mayormente autodidacta. Aprendió "principalmente viendo revistas. En el tema del skate, la fotografía impresa en papel es muy chocante, muy fuerte. También en 2014 fue el furor de Instagram y me metí de lleno en las redes, a investigar a los fotógrafos. Me interesaron algunos de Estados Unidos, pero también argentinos, brasileños, chilenos, peruanos o bolivianos".
"Ahí empecé a gestar la estética que llevo hoy en día", asegura.
Todo lo fue encaminando a abrazar la fotografía analógica. "El hip hop, el rap, el grafiti, el DJ, son expresiones que vienen de los 80, 90 y 2000 y la mayoría de lo que está registrado de esa época es analógico. Creo que la estética, las texturas y los colores de ese estilo me impactaron mucho. Eso hizo que hoy en día me dedique, en lo artístico, más a lo analógico que a lo digital", expresa.
Recuerda que su primera cámara fue una Nikon compacta. Luego pasó a lo réflex y empezó a conocer los pormenores técnicos.
También se capacitó: "Tomé clases particulares con Jorge Ghigo, quien me enseñó los principios básicos de la fotografía, la parte técnica. Después vi muchos tutoriales, blogs de fotografías, escuché entrevistas a fotógrafos, leí libros, revistas y manuales".
Una cuestión de estilo
Este joven talentoso considera que sus gustos fueron forjando su estilo estético, pero advierte que no le gusta quedarse con un rótulo. "No me gusta encasillarme en un estilo. Dije que me gusta lo under pero no me cierro en eso, porque capaz que un día salgo a la calle y me pinta hacer otra cosa y la hago. O voy a una fiesta de 15 y también la hago", reflexiona.
Aunque no es difícil emparentarlo con una movida y él lo sabe. "Creo que el primero que se dedicó de lleno a la escena del skate en la ciudad fui yo. Desde que está el skatepark -año 2012- siempre estuve ahí sacando fotos, haciendo videos. No fui el único, obvio, pero sí el primero", expresa.
Su primer contacto con la fotografía analógica fue cuando llegó a sus manos una Zenit soviética de la década del 80. Pero no fue amor a primera vista: le puso un rollo que nunca reveló. No se enganchó.
Más tarde un amigo le regaló la Mitsuca que ahora tiene en sus manos y tampoco llegó a ver sus primeras fotos ya que el rollo se veló "por tanto toquetear".
El flechazo llegó en un recital de Lou Fresco en Córdoba. "Es un rapero que me gusta y que maneja mucho la estética y la visual analógica. Entonces saqué fotos y las llevé a revelar, pensando que a lo mejor había salido todo blanco, o todo negro o que no había salido nada. Cuando fui a buscarlo habían salido todas las fotos y me sorprendió muchísimo. Esa fue la patada inicial para insertarme en lo analógico e invertir en eso que es lo que más satisfacción me da", asegura.
Lo toma casi como un desafío: "El analógico es un poco más difícil por sus limitaciones y por lo artesanal, no es tan infinito como lo digital".
Tiene en claro cuál es su momento preferido: "En el mundo del skate lo que más felicidad me genera es cuando la foto sale perfecta y el truco sale bien. O sea, cuando no es un fake y el momento queda bien registrado".
Como en los viejos tiempos
"En lo analógico me gusta mucho la espera. Cuando aguardás el revelado y sabés que lo que salió, salió, no hay vuelta atrás. También está buena la reacción de la gente cuando le pasás una foto analógica. Es que están todo el día en Instagram, Twitter, viendo fotos todo el tiempo y de repente se encuentran con esto que es diferente. Cuando se detienen a ver la foto, eso genera satisfacción", comenta Gregorio.
Su capacidad lo llevó a ser muy requerido: "A los 15 tuve mi primer trabajo y hoy todas las semanas tengo algo por hacer. O con una empresa, o un local, o una marca de ropa. Lo veo como una salida laboral pero no sé si quisiera dedicarme toda la vida porque quizás me aburra".
El año que viene comenzará a estudiar Comunicación Social y lo hará con la idea de poder "transmitir una estética con un mensaje atrás. Que la gente lea y la imagen impacte, que le genere un contrato social".
La magia de la fotografía
¿Cómo le explicarías a una persona que no sabe qué es la fotografía? Fue la pregunta. Goyo piensa un poco y resume: "En primera instancia le diría que es un conector con la realidad, el registro de un segundo entre tantos millones de segundos. Es también una forma de arte, de expresión. Tiene mucho contenido estético, congelado en un obturador".
Luego encuentra la frase que estaba buscando: "Un poco de luz captada en milésimas de segundos".
Siempre buscando. Sus ojos inquietos lo llevaron a destacarse en un ambiente que parecía reservado para adultos profesionales, de carrera.
Le gustaría que muchos más vivan su experiencia. Por eso como despedida deja una invitación: "Creo que está bueno que cada vez más gente se anime a encarar el arte por el lado visual. Que no se encasillen solo en la música, por ejemplo. Es una forma de salir de la zona de confort y conocer nueva gente. Eso te forma como persona y está muy bueno. Hoy todo grupo necesita mostrarse, ya sea los chicos que hacen freestyle, que patinan, juegan al básquet o hacen parkur. Y si es en una buena calidad mucho mejor".