Un botón antipánico para Alberto: los hombres también sufren violencia
Hay 26 dispositivos Salva en San Francisco, pero de ese total apenas 3 les fueron entregados a varones. Entre ellos, este vecino quien debió solicitarlo por el acoso de su expareja quien no aceptaba que rehiciera su vida.
Alberto sale a la calle y ya no tiene miedo. Le da un poco de vergüenza explicar que tiene un botón antipánico pero cuando fue a pedirlo casi desesperado al edificio de los tribunales de San Francisco, no podía más.
Como cualquier persona, terminó con su expareja y tiempo después rehízo su vida. Sin embargo, ahí fue que empezó una historia de acoso y persecución. Se transformó en una víctima de violencia, un flagelo que tiene como principales víctimas a las mujeres, aunque también - en menor medida - hay "Albertos".
Las historias de varones como Alberto, que en realidad no se llama así -porque pidió resguardar su verdadera identidad-, también existen, pero son menos los que piden ayuda en medio de una cultura dominante de tipo patriarcal que los educó para no mostrar debilidades. Por eso a veces les da vergüenza contar lo que les pasa. No por ellos, sino por el prejuicio basado en la ignorancia.
Sí, sus casos son menos pero aun es más ínfima la cantidad que pide auxilio a la justicia. Tal es así que en nuestra ciudad se han entregado hasta septiembre 26 botones antipánico y solo tres están en manos de hombres.
En el Juzgado de Violencia Familiar se han verificado 26 casos con víctimas de violencia o acoso que tienen en su poder un Dispositivo Salva (como también se conoce al botón) y de ese total 3 son hombres.
La entrega, explicaron a LA VOZ DE SAN JUSTO, es por un lapso mínimo de 90 días y puede ser renovado por otros 30 de acuerdo a la necesidad y el riesgo que corre la persona. Antes de recibirlo, las víctimas deben realizar un examen psicológico para conocer mejor en detalle a qué situaciones están expuestas.
Pedir ayuda aunque cueste
A los 53 años, Alberto se puede haber imaginado su vida cientos de veces pero nunca se le debe haber pasado por la mente que atravesaría episodios de acoso y menos que debería recurrir a la justicia.
Su historia comenzó el 3 de julio cuando cruzó la puerta de los tribunales y se entrevistó cara a cara con el titular del Juzgado de Niñez, Juventud, Violencia Familiar y Penal Juvenil, Andrés Peretti.
Le contó todo lo que le estaba pasando. El acoso, la imposibilidad de sentirse tranquilo y también lo alterada que se vio su rutina debido a episodios de violencia protagonizados por su excompañera.
Lo entrevistaron después de eso para realizar un examen psicológico y ahí se verificó que dadas las circunstancias, su caso ameritaba que llevara consigo un botón antipánico.
Este señor rehízo su vida y recuperó seguridad, hoy dice sentirse "más tranquilo". Contó: "Me muevo por toda la ciudad, voy a todas partes con mi actual pareja, sé que alguien no solo me está controlando sino que además me está cuidando".
Todavía tiene un mes más con su "compañero", ya que en primera instancia se lo entregaron por 90 días. Su vida cambió por completo.
"Me da un poco de vergüenza decir que tengo un botón antipático, pero la tranquilidad no tiene precio", dijo pero sin dudarlo; "volvería a pedirlo si fuera necesario".
Alerta
Cuando Alberto llegó en julio a tribunales encontró no solo la respuesta sino la empatía de quienes lo atendieron. Cuando le entregaron el aparato no lo dejó ni un segundo dado que lo lleva con él las 24 horas.
Ahora puede salir a la calle solo o con su pareja y sabe que apenas apretando un botón, alguien le dará respuesta del otro lado. El acoso no terminó porque él tenga este dispositivo, aclaró que "encontró a su expareja en un supermercado y activó el botón", la Policía llegó de inmediato y la situación no pasó a mayores.
Alberto reconoce que si lo tuviera que solicitarlo de nuevo lo haría. "Con mi actual pareja andamos por todos lados, nos gusta salir los fines de semana y contar con esto nos da seguridad a los dos".
La construcción social de la valentía y la seguridad que deben tener las personas en el caso de los hombres derivó en una cultura machista que tiene a la violencia como forma de expresión.
Alberto pensó que él era un caso de hombres que sufren violencia aislado, desconocía que en la ciudad hay otros dos varones que acudieron a tribunales buscando el mismo tipo de ayuda.
Sus voces se mantienen de forma anónima, como él eligió hacerlo con su identidad porque todavía hay barreras que siguen intimidando con forma de prejuicios.
Así son los dispositivos Salva
Cómo funciona
El dispositivo debe mantenerse cargado y tiene un tamaño más pequeño que el de un teléfono celular. Está conectado a la central de monitoreo de la Departamental San Justo de Policía.
También funciona como GPS, por eso está monitoreada la persona según la ubicación donde esté. Y si quien lo tiene se va afuera de la ciudad tiene que informarse a la central el tiempo que lo haga.