Un auspicioso retorno
La Exposición Ganadera de la Sociedad Rural, una tradición sanfrancisqueña, fue una vez más vidriera de una cultura productiva que no merece sepultarse, inspirada en el Santo de Asís, en su vida fue de acción y trabajo.
Entre viernes y sábado pasado se llevó a cabo la Exposición Ganadera de la Sociedad Rural de San Francisco. En el predio de la avenida Cervantes se pudieron apreciar los mejores exponentes de las distintas razas y categorías de bovinos, especialmente Holando Argentino. Pero también participaron cabañas criadoras de porcinos, caprinos y ovinos.
Con este evento se produjo el auspicioso retorno de una tradición sanfrancisqueña: el primer fin de semana de octubre, cuando el almanaque marca la conmemoración del santo patrono, San Francisco de Asís, en la Sociedad Rural se realiza la fiesta de la producción regional más importante de esta parte del país. Limitada aún por las restricciones sanitarias, la muestra se circunscribió este año solo a la parte ganadera. Sin embargo, que se haya realizado es un síntoma más que positivo, en virtud de lo acontecido el año pasado cuando debió ser suspendida.
Así retornó una tradición que lleva 90 años. Allá por 1931 la Rural inauguraba su primera exposición que, con el tiempo, alcanzó ribetes extraordinarios en algunos períodos. La muestra es, precisamente, un ejemplo palpable de la vocación de trabajo, de una cultura productiva que no merece sepultarse. Los tiempos actuales son adversos, pero en lo que en los últimos años se llamó San Francisco Expone es un eslabón trascendente que aglutina voluntades y esfuerzos para proyectarse a la comunidad dejando en evidencia el fruto digno del trabajo.
Al mismo tiempo, la celebración del santo patrono contribuye a reforzar la identidad de nuestro pueblo. Porque llevar el nombre de San Francisco incluye también aquello de religar aspectos centrales de la vida de una comunidad. La cultura del trabajo legada por aquellos que forjaron esta ciudad tenía en la fe un elemento constitutivo. Fe en Dios, es verdad. Pero también en el porvenir, en el progreso ciudadano, en el desarrollo de la industria, en la feracidad de los campos.
El Santo de Asís no fue un hombre religioso contemplativo. Todo lo contrario. Su vida fue de acción y trabajo: ayudó a los pobres, laboró codo a codo con ellos. No se conformó con observar la realidad de su tiempo. Todo lo contrario. Bregó por cambiar y por mejorar la vida de los más necesitados, cargando incluso las más pesadas cruces, tal como su apasionado corazón lo dictaminaba.
Aun con limitaciones, el retorno de la exposición de la Sociedad Rural en vísperas de la festividad patronal ha permitido el auspicioso reencuentro de las más puras tradiciones de la comunidad. Son las que refuerzan y revitalizan la propia identidad. La que exhibieron durante décadas nuestros padres y abuelos, algunos llegados desde tierras muy lejanas. Las que, pese a todos los obstáculos y a los períodos en los que parece ganar la desesperanza, deberán seguir defendiendo las generaciones que vienen.