Tras 18 meses, volvieron a abrir las cantinas escolares
Desde este lunes, volvieron a atender los kioscos y cantinas de todas las escuelas públicas y privadas de la provincia y quienes están al frente de estos emprendimientos lo vivieron con mucha ilusión. Mario Pairola y Víctor Romero se mostraron contentos por reencontrarse con los alumnos. Por el cierre debieron hacer changas para subsistir y "comerse" los ahorros.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
El gobierno provincial autorizó la reapertura de las cantinas escolares, espacios que permanecieron inactivos desde marzo de 2020 a causa de la pandemia.
Desde entonces y hasta el presente, algunos concesionarios de estos lugares tuvieron que reconvertirse, otros se "comieron" sus propios ahorros para sobrevivir por 18 meses con los colegios cerrados.
Antes del coronavirus, ellos tenían a su cargo la atención de las cantinas escolares, adonde en cada recreo los estudiantes acuden para comprar una gaseosa, un sándwich o una golosina. Con la eliminación de la presencialidad educativa los concesionarios de estas cantinas quedaron fuera de toda posibilidad de trabajo.
Ni siquiera la vuelta a clases con bimodalidad permitió el regreso hasta que, finalmente, los concesionarios de estos espacios en las escuelas recuperaron la sonrisa al poder volver a trabajar.
Sin dudas que este último fin de semana ha sido muy especial para ellos, ultimando detalles, preparando pedidos, elaborando listas de precios para dejar todo listo para el retorno a la actividad este lunes.
"Lo único que yo quería era volver a trabajar"
Mario Pairola, quien desde hace cuatro años se ocupa de la cantina del Instituto Fasta Inmaculada Concepción, se esperanza con la recuperación.
"Estoy feliz porque después de una larga espera de un año y medio finalmente pudimos volver a trabajar". Estas fueron sus primeras palabras, dichas con mucha emoción. Para el regreso "tuvimos que acatar un riguroso protocolo" que según explicó "si se hubiera aplicado antes, a lo mejor nosotros no hubiéramos estado tanto tiempo sin trabajar".
Pairola rescató también el comportamiento de los estudiantes con respecto a las nuevas normas de funcionamiento de la cantina. "Los chicos están muy acostumbrados a seguir el protocolo en diferentes lugares así que para ellos no es ningún problema".
Estos lugares deben garantizar el distanciamiento, para ello, demarcaron con líneas amarillas el piso. | Fotos: Marcelo Suppo | LVSJ
"Yo me enteré que podía volver el jueves por la noche y desde el viernes empecé a trabajar para rearmar todo, contactar proveedores y de esa manera arrancamos con mucha ilusión", agregó.
"Lo único que yo quería era volver a trabajar. Estuvimos parados un año y medio, fuimos el único sector que no pudo volver en todo este tiempo y creo que era algo injusto", consideró Mario.
En su caso particular, como también el de tantos otros que pasaron por la misma situación, Pairola dijo que este tiempo "fue dificilísimo" porque "había días donde uno no sabía cómo seguir, qué iba a pasar y mientras tanto, nos íbamos 'comiendo' literalmente los pocos ahorros que teníamos. Fue todo muy complicado".
Mario Pairola y la ilusión del regreso.
"Lo que más sentí fue mucha soledad de parte del Gobierno. No tenía ningún apoyo de parte del Estado pese a que las autoridades de la escuela siempre me acompañaron", expresó.
La familia fue su sostén tofo este tiempo: "La familia estuvo conmigo siempre. Hubo ocasiones en las que sentía que la situación no daba para más y allí mi esposa y mis hijos me apoyaron de manera incondicional para que vuelva a este trabajo".
En la víspera del retorno al trabajo, Mario reconoció que se le hizo "muy difícil" conciliar el sueño. "Me fui a dormir (el domingo por la noche) pero a las 5 ya estaba despierto y lo mismo me ocurrió la noche anterior".
De hecho, "lo primero que pensaba cuando abría los ojos en medio de la noche era volver al trabajo, volver a lo mío -siguió-. Yo hice mucho sacrificio para lograr esto y de un día para el otro me entero que no podía volver a trabajar dejando un negocio lleno de mercadería sin que nadie me dé una solución".
"Agradezco a los proveedores y empresas que me venden mercadería", manifestó. Para el resto del año, le queda "solo pensar que esto quedó atrás, que fue solo un mal sueño y esperar que esta vuelta sea definitiva".
El Gobierno de Córdoba habilitó desde este lunes la atención de kioscos y cantinas escolares.
Reconvertirse para sobrevivir
Víctor Hugo Romero es una cara más que conocida en el Colegio Superior San Martín. Desde hace varios años se encuentra al frente de la cantina del establecimiento educativo que este lunes volvió con todo.
"La pandemia ha sido el golpe más duro que recibí en mi vida porque me impidió trabajar por un año y medio", remarcó Romero y expresó que para salir adelante "tuve que reconvertirme para poder sobrevivir".
En este caso, luego de tener que cerrar la cantina se vio obligado a mudarse a Buenos Aires para estar con sus hermanos en busca de una oportunidad laboral que aquí ya no tenía.
Víctor se mostró contento por reencontrarse con los alumnos. Por el cierre debió hacer changas de albañilería y pintura para subsistir.
"Me fui, no tenía más recursos y lo mismo hizo mi socia, Marta Zampach, que en este tiempo sobrevivió gracias a la elaboración de comida casera que ponía a la venta y algunas cobranzas", comentó Víctor que subsistió "haciendo changas de albañilería y trabajos de pintura", actividades muy alejadas a lo que estaba acostumbrado con el kiosco escolar.
"Los encargados de las cantinas escolares nunca tuvimos una voz para el reclamo -se lamentó Romero-. No había forma de llegar al Gobierno para hacer un reclamo".
"Podríamos haber trabajado con un protocolo. El tema no se pudo manejar mejor y nosotros fuimos perjudicados porque mientras que no podíamos trabajar teníamos que ver la reapertura de los casinos o el turismo. Parece increíble que, en un colegio, con protocolo, no podamos trabajar mientras que los chicos en la vía pública pueden ingresar en lugares muy pequeños a comprar o pasar el tiempo y allí nadie dice nada", añadió.
Con protocolo
Para la vuelta a la actividad, las cantinas escolares tuvieron que adaptarse a los cuidados que impone la pandemia:
-Puertas y ventanas abiertas de manera permanente para asegurar la ventilación cruzada.
-Zonas demarcadas para la distancia adecuada.
-Expendio de comida envasada de manera individual y envuelto en bolsas, bebidas en envases pequeños con una capacidad no superior al medio litro.
-Está prohibida la elaboración de alimentos en el lugar y el fraccionamiento de las bebidas en vasos descartables.
-El personal trabaja con guantes y guardando la debida distancia.
- Se sanitiza a las personas antes de ingresar a la cantina.
- Los mostradores adoptaron acrílicos para impedir el contacto.