Tiananmen: 30 años
Este mes se cumple el aniversario de una de las escenas represivas que marcaron al mundo. El Ejército chino con tanques tiñó las calles y la plaza central en Pekín de sangre. La imagen del "hombre frente al tanque" aun sigue sorprendiendo al mundo.
El pasado 4 de junio se cumplieron tres décadas de una de las más atroces escenas represivas que se recuerda en el mundo moderno. El ejército chino, con tanques incluidos, ingresó a sangre y fuego en la plaza central de Tiananmen en Pekín y sofocó una pacífica protesta de estudiantes que llevaba muchos días. A 30 años de aquel episodio trágico solo un puñado de imágenes ha podido salvarse de la censura extrema del régimen comunista y constituirse en símbolos de la lucha por la libertad del hombre frente a sistemas totalitarios como el que rigió -y con matices aún rige- en China.
La imagen del "hombre del tanque", también llamado "el rebelde desconocido", parado con lo que parecen ser bolsas de alguna compra frente a una columna de tanques militares es el recuerdo más vívido de una masacre que todavía hoy sigue siendo reivindicada por el gobierno chino, pero que merece ser recordada como una de las afrentas más serias a la libertad del ser humano en toda la historia.
Las protestas en Pekín fueron una demostración más de los nuevos vientos que soplaron a fines de los años 80, cuando la caída de los regímenes totalitarios comunistas dio origen a una nueva conformación del mapa global y determinó el fin de la Guerra Fría. Los hechos se originaron en un hecho supuestamente menor: los estudiantes chinos decidieron salir a las calles para homenajear a un líder marginado del Partido Comunista, Hu Yaobang, defensor de políticas más liberales.
El pedido estudiantil era que fuera restaurada la memoria de este dirigente repudiado por la cúpula comunista china y que se honrara su legado con reformas para la libertad de prensa, para la libertad de reunión y para acabar con la corrupción oficial. Así, más de un millón de personas comenzaron a instalarse en la plaza de Tiananmen para expresar sus reivindicaciones. Pero la línea dura del régimen no tardó en decidir que no era posible tolerar semejante movilización. Y la dispersó con una violencia inusitada, provocando centenares de muertes jóvenes, cuya cantidad todavía no ha sido precisada.
Innumerables relatos literarios de disidentes chinos que marcharon al exterior dan cuenta de la trágica jornada del 4 de junio de 1989. Tres décadas después sigue siendo un tema tabú en la política china, hoy más abierta al mundo, pero igual de cerrada en materia de libertades para su pueblo. El intento de borrar todo vestigio de aquella manifestación persiste.
Por esto último, aun admitiendo que el mundo ha cambiado notablemente desde aquellas jornadas y que el gigante asiático hoy es un actor central en esta nueva conformación, es necesario no olvidar la tragedia ocasionada por la decisión de los líderes comunistas de abrir fuego contra una multitud reunida en una plaza. Tiananmen se convirtió desde entonces en un nombre estrechamente vinculado con la lucha por la libertad. Lamentablemente, como escribió el periodista británico John Sudworth, de la BBC, en China "la generación anterior no puede recordar y la nueva no puede ni siquiera saber".