Testigos sustentaron la hipótesis del móvil económico en el crimen de Casermeiro
Nueve testigos pasaron en el primer día del juicio. En su mayoría, complicaron a Gette. Un departamento en Brasil y una deuda en torno al mismo guiaron el debate. La defensa apuntó a contradicciones en el testimonio de investigadores.
A casi tres años del hecho, hoy comenzó en la Cámara
Criminal y Correccional el juicio por el crimen Daniel Casermeiro (61), uno de
los hechos policiales más resonantes de los últimos tiempos en San Francisco.
El único acusado es Gerardo Luis Gette (60), imputado por homicidio calificado (por usar arma de fuego y por la alevosía), a quien se lo notó tranquilo durante toda la audiencia, que duró unas ocho horas y tuvo un breve cuarto intermedio entre las declaraciones de los 9 testigos que pasaron por el debate oral, público y con jurados populares que continuará hoy a partir de las 9.
Gette se abstuvo de declarar y escuchó atento cada uno de los testimonios, aunque a veces, con la mirada esquiva.
El tribunal evalúa las pruebas presentadas por la Justicia, en tanto que no hay parte querellante ya que la familia del médico ginecólogo asesinado no se presentó como tal en el proceso de investigación.
Como fiscal de Cámara oficia Consuelo Aliaga mientras que el tribunal está conformado por los vocales Guillermo Rabino y Alejandro Acuña y excepcionalmente, por la jueza de Ejecución Penal, Teresa Garay, ya que uno de los vocales de la Cámara del Crimen, Claudio Requena, se apartó del proceso por imparcialidad debido a la amistad que mantenía con la víctima.
"No tienen pruebas, son todas conjeturas", expresó Héctor Flores, abogado defensor de Gette; añadió que "las contradicciones observadas en cuanto al accionar policial revelan que la fiscalía tiene inconsistencias para mantener el relato de la Policía".
"No hay pruebas concretas que indiquen que Gerardo Gette mató a Casermeiro", dijo la defensa y vaticinó que el móvil económico "se caerá a pedazos" a medida que avance el juicio.
Sin embargo, varios testimonios escuchados este jueves abonaron la hipótesis de la fiscalía que instruyó la causa que sostiene que el móvil del homicidio fue una deuda por un departamento de Brasil que el imputado tenía con Casereiro.
Precisamente, una testigo fue la escribana Silvina Paveglio quien declaró que poco tiempo antes de la desaparición y posterior muerte del médico, ella intervino en la gestión de "certificación de firma de un instrumento de cesión de derechos de un inmueble (sería ese departamento) de Daniel Casermeiro a Gerardo Gette". Y que su valor era de 80 mil dólares. "Tuve la sensación de que se trataba de un mero trámite que se realizaba en un marco de confianza", indicó. Y agregó que cada uno había concurrido por su cuenta a su escribanía.
Gerardo Gette, señalado como el autor material del hecho, durante justicia.
Otro testigo, Rubén Passero, con una relación muy cercana a Casermeiro y también alguien que realizaba negocios y para ello recurría a Gerardo Gette a punto tal de decir que él "veía por mis ojos" en operaciones inmobiliarias que hacía.
Passero expuso que a través de Gette Casermeiro llegó al negocio del departamento de Camboriú Contó además que en marzo de 2019 él, Gette y Casermeiro hicieron un viaje a esa ciudad barsileña para ver el departamento, pero al médico no le agradó el lugar y trató de rescindir el negocio.
"Un día Gerardo me dice: 'Daniel quiere vender el departamento', le dije, bueno, busquémosle un comprador. Más adelante, Gette me comentó que él le quería comprarle el departamento a Daniel, que se lo estaba ofreciendo".Casermeiro ya había pagado unos 100 mil dólares por el inmueble.
Pasó un tiempo y los primeros días de diciembre de 2019, "Gerardo me dijo que ya se lo había comprado". Passero le preguntó cómo iba a pagarlo y Gette le dijo, "despreocúpate". El testigo aportó que el acusado le comentó que Casermeiro le había dado "facilidades" para el pago.
"Flechazo"
Passero siguió declarando: "Nunca supe qué negociaciones tenían Gerardo Gette y Daniel Casermeiro" más allá del departamento de Brasil. Y definió a Gette como alguien que "traía datos" para posibles negocios. "Siempre nos dio una mano con los negocios, le tirábamos unos mangos, era una suerte de cadete", señaló.
Passero recordó que el día que desapareció el doctor, el 19 de diciembre de 2019, él le había encomendado Gette un trámite en la región. A las 8.15 lo llamó y le avisó que "estaba todo listo", pero recién le llevó los documentos del trámite ese mismo día cuando ya había oscurecido. Gette se apersonó en su casa donde Passero lo notó con la piel "al rojo vivo", por lo quemado por el sol, y se excusó diciéndole que "había renegado todo el día, arreglando el tanque de agua arriba del techo".
Este último elemento aportaría a la presunción de que tras ejecutar a sangre fría a Casermeiro, con balazo calibre 22 en la nuca, y ocultar el automóvil BMW en un campo en la zona de Estación Luxardo, regresó caminando hasta San Francisco al rayo del sol, eso explicaba su "flechazo".
"Daniel era una persona sumamente reservada", dijo la viuda
La primera en declarar fue la esposa de Casermeiro, María del Valle Peretti. Antes de atestiguar pidió no hacerlo frente al acusado, por lo que éste accedió a dejar momentáneamente la sala.
"Daniel era una persona sumamente reservada. A Gette lo veía en el último tiempo más seguido en nuestra casa. Ellos tenían una relación de negocios. En 2019 habían viajado juntos a Brasil para gestionar un departamento en Camboriú, al regreso, los encuentros entre ellos se hicieron más frecuentes. Se reunían en una salita privada", manifestó la viuda y acotó que la relación entre la víctima y el supuesto homicida era "de negocios", que nunca se reunieron ambas familias.
Indicó que por aquel departamento se había entregado una seña, pero "se perdió", y que ese inmueble nunca ingresó al patrimonio familiar.
Recordó que en la mañana que su marido desapareció, lo había visto "muy bien, con energía. Se dedicaba mucho a sus pacientes y profesión; había cumplido su sueño: trabajar con sus dos hijos" que también son médicos. Narró que ese día, "alrededor de las 14 o 14.30", le envió un mensaje de texto a Casermeiro y él le respondió: "No voy a almorzar, reunión de consorcio".
También declaró Diego Casermeiro, uno de los hijos de la víctima, el otro, Federico, no se presentó justificándose en un viaje al extranjero planeado antes de conocerse la fecha del juicio.
Sus dichos acreditaron que entre su padre y Gette había algún conflicto por el departamento de Brasil, negocio al que el médico había llegado a través del acusado, según aseguró. "Me dijo que Gette le había conseguido un comprador" para ese inmueble que finalmente no había resultado un negocio rentable como pensaban. Pero ese comprador nunca apareció. "Mi padre estaba disconforme por ese negocio".
"Siempre fue un profesional muy querido y respetado. No recuerdo que mi padre me haya contado de haber tenido enemigos o amenazas", continuó Diego y dijo que para él, "había tres personas en el auto" del ginecólogo cuando se lo vio por última vez en la zona de Luxardo, donde se detuvo a comprar "tres bebidas en un kiosco" y hacia donde, según la investigación, se habían dirigido mediante engaño, con el pretexto de Gette de presentarle a Casermeiro un negocio inmobiliario.
Gette junto a su abogado, Héctor Flores.
"La balanza" y una condena del pasado
Hace unos 13 años, Casermeiro y Gette estuvieron involucrados en negocios que terminaron en la justicia con daños a terceros.
Diego reconoció que años atrás Gette y su padre habían protagonizado una disputa judicial por la compra de un inmueble conocido como "la balanza", a la vera de la ruta provincial 1, donde pesan camiones, y situado a unos 1500 metros del lugar donde se halló el cuerpo sin vida de Casermeiro.
Esa "balanza" había pertenecido a un familiar de Gette, aunque éste la administraba, pero al mantener una deuda con Casermeiro la que no podía saldar, el establecimiento pasó a ser suyo como parte del "pago" adeudado; pasó a su nombre.
La Justicia había condenado a Gette por los delitos de "defraudación por retención indebida" y estelionato" (vender como propio un bien ajeno) a penas de cumplimiento en forma condicional, es decir, no fue a la cárcel. Paralelamente, resolvió que "la balanza" debía quedar en poder de Casermerio, porque la había comprado de "buena fe" y ejercía su posesión.
Lo que revelaron las cámaras
Otro de los testigos fue Sergio De Bonis, efectivo de la División Investigaciones de la Departamental San Justo de la Policía de Córdoba, quien recibió la denuncia de pedido de paradero que hizo la familia de Casermeiro. "Estaban muy preocupados".
"Lo buscábamos vivo, no pensábamos en un homicidio. Las sospechas comenzaron cuando comprobamos que las cámaras demostraron que Gette había mentido".
Señaló que Gette llamó al médico alrededor de las 9.58 de ese 19 de diciembre y que ambos se encontraron pocos minutos después, Casermeiro salió con el delantal de médico colocado de la clínica, se dirigió hacia calle Vélez Sarsfield, subió a la camioneta de Gette, una Volkswagen Amarok negra,le entregó una caja de cartón marrón que antes había sacado del baúl de su BMW blanco (que estaba estacionado frente a la entrada del sanatorio) y descendió. Fue en busca de su BMW y después de algunas vueltas, recogió a Gette que dejó la camioneta estacionada en inmediaciones del Sanatorio Argentino, en calle Vélez Sarsfield al 80, y ambos emprendieron un viaje por avenida Maipú hacia la zona de Luxardo.
También, el policía refirió que la coartada de Gette de que Casermeiro esa mañana lo había convocado para "acomodar unas sillas" en un galpón de calle Echeverría, entre Libertad y Salta, se cayó cuando allanaron el lugar y no había rastros de nada de eso.
Afirmó que las cámaras del sanatorio y los domos de la vía pública fueron reveladores para la investigación. Y que a las 16 del día de su desaparición, el celular de Casermeiro ya estaba apagado. Hasta el día de hoy, el teléfono nunca apareció, así como tampoco el arma homicida.
De Bonis también respaldó la hipótesis de que Gette tras dispararle a Casermeiro, condujo el auto hasta un maizal, lo ocultó y regresó caminado durante más de una hora hasta el lugar donde había dejado su camioneta.
Relató que cuando fueron a buscar a Gette a su casa en horas de la madrugada del 20 de diciembre en calidad de testigo, "no lo noté sorprendido, se mostró colaborador" y fue a la Unidad Judicial a declarar.
Otro testigo fue el policía Fernando Daniele, sargento de la División Investigaciones, quien analizó todas las imágenes de las cámaras que confirmaron el encuentro entre Casermeiro y Gette esa mañana antes de la desaparición.
Entre otras cosas, Daniele dijo que las cámaras mostraban a Gette cuando regresaba caminando desde la zona de Luxardo, en un tramo por calle Iturraspe en la zona céntrica, "se lo ve cargando algo con una sola mano, como un paquete envuelto con algo". Señaló que ese mismo paquete no lo tenía por la mañana, según las imágenes recogidas.
También narró que ese mismo día Gette llegó a su casa a bordo de su camioneta a las 18.07 y volvió a salir e ingresar varias veces en poco tiempo. En ese ínterin se cambió la reera Nike roja por una verde. Precisamente esa prenda roja es la que habría vestido el día del crimen y que nunca apareció.
Cerca de las 20 salió para dirigirse a la casa del hijo, en Dante Alighieri y Misiones.
Buscaban a Gette y "un bolso con dólares"
Claudia Rizzi, pareja y concubina de Gette, fue otra de las testigos. Relató que el día que Casermeiro desapareció, Gette "había viajado a María Juana a la mañana temprano para buscar un comprobante de multa por un auto que había adquirido".
Y afirmó que no lo vio hasta después de las 18 cuando él llegó a la casa que compartían en calle Fleming 173. "Le envíe un mensaje porque él siempre me llevaba a rendir, me dijo 'todo bien' y más tarde vino, después de las 18", narró la mujer que cursaba el Profesorado de Matemática en el Colegio San Martín.
Expresó que no recordaba cómo estaba vestido Gette en ese momento. Tampoco recordó exactamente si el hombre tenía una remera roja con la pipa de Nike, porque ella "no le lavaba la ropa, sino su madre". Se acordó que esa noche "cenaron juntos y pasearon el perro".
También, que luego, en horas de la madrugada "a las 3.40, golpearon la puerta, era la Policía, eran como 5 que estaban de civil. Se llevaron a Gerardo, no lo dejaron ir al baño porque le decían que podía 'descartar' algo. Le pidieron el celular y se lo llevaron. Yo quedé sentada en el piso hasta las 9 de la mañana aproximadamente con una policía parada en el umbral de la puerta. Llegaron otros policías para allanar, dijeron que buscaban un bolso con dólares y armas. Les dije que acá no había armas. Se llevaron dinero. Luego vino un patrullero y me llevaron a declarar".
El juicio comenzó hoy y continuará mañana.
"Pase lo que pase", el mensaje que preocupó a un amigo
Otro en declarar fue Daniel Tita, un amigo de Casermeiro, quien detalló que horas antes de conocerse su desaparición, había intercambiado mensajes con el ginecólogo y lo había notado "algo molesto, ofuscado". Quedaron en verse ese día pero después , en otra comunicación a las 12.05, le manifestó que estaba "complicado" de horario. Aseveró desconocer que la víctima tuviera enemigos.
El siguiente testigo fue Omar Verra, quien se presentó como amigo de la familia Casermeiro con la que cerró algunas operaciones inmobiliarias. Este ingeniero en Construcción es la persona con la que el médico iba a encontrase ese mediodía del 19 de diciembre para firmar un boleto de compraventa de una casa de calle Gral. Paz y que Casermeiro le entregara parte del dinero (40 mil dólares), restando otra suma para marzo cuando le entregara el inmueble. La transacción se venía dilatando bastante. Eso le extrañaba a Verra. "A las 13 no vino y me avisó por mensaje a las 15.50, si podía ser ya".
Verra mencionó que anteriormente le dejó un mensaje que decía, 'pase lo que pase, palabra de caballero' voy".
"Lo noté agitado, me decía que tenía que ser ahora. Finalmente, como no llegaba, le escribo y ya no contesta", señaló, eran alrededor de las 16.10. "Sospechaba que estaba distinto a otras veces cuando años anteriores también habíamos hecho negocios", añadió Verra.
Diego Casermeiro, uno de los testigos.
También el testigo indicó que en este negocio Casermeiro le mencionaba que "la plata estaba, que ese no era un problema".
En otra oportunidad, su hijo, Leandro Verra, "el 17 o 18 de diciembre", le mostró a Gette -que se presentó como amigo de Casermeiro- unos departamentos por los que el médico ya le había consultado previamente.
Verra aseguró que Casermeiro "era un hombre de negocios, con mucha experiencia" que nunca se embarcaría en un negocio "si no tuviera el dinero".
"Conmigo siempre fue un hombre de palabra. Había una confianza grande entre nosotros", confesó, más allá de los negocios, los unía un vínculo de amistad y viajes compartidos entre las dos familias.
Claudia Rizzi, pareja de Gette, dio su testimonio.
Cómo sigue
Este viernes el juicio continuará con otra ronda de testigos y luego pasará a un cuarto intermedio hasta el próximo lunes 14 para seguir el martes 15, en tanto que finalmente la sentencia se conocería el martes 22 de noviembre.
En caso de condena, Gette le cabría una sola pena: prisión perpetua.