“Sin el apoyo que recibí en la Casa del Niño no hubiera tenido infancia”
Mónica Guzmán nació en una humilde y numerosa familia llevada adelante solo por su madre y es una más de los tantas niñas y niños que vivían en contextos difíciles y que encontraron contención, afecto, límites y muchas alegrías en la antigua Casa del Niño, cuando funcionaba como un hogar de día. En esta nota, lo recuerda.
Por Isabel Fernández
En sus ojos se reflejan los recuerdos y el agradecimiento por el hogar que la cobijó y le permitió vivir una infancia feliz. Mónica Guzmán nació en una humilde y numerosa familia llevada adelante solo por su madre y es una más de los tantas niñas y niños que vivían en contextos difíciles, que encontraron contención, afecto, límites y alegrías en la Casa del Niño, cuando esta funcionaba como un hogar de día.
Hoy, Mónica ya con 41 años, conformó una amplia familia con su esposo Rubén Caro. Tiene cuatro hijos: Esteban, Gisela, Valentino y Georgina, y asegura que "sin el apoyo que recibí en la Casa del Niño, no hubiera tenido infancia, todos mis recuerdos de chica los tengo ahí. En ese momento fue como nuestra mamá sustituta, porque mi mamá nos crió sola y trabajaba todo el día. Aprendí mucho y recibí mucho afecto", señaló.
"Lo que viví de chica en esa guardería me enseñó a ser una mamá participativa, a acompañar a mis hijos en todo lo que puedo; cuando era chica me faltó eso en casa pero lo tuve ahí en todos los sentidos", remarcó.
Guzmán resaltó además que "si no hubiera tenido esas maestras que me daban el desayuno, que se fijaban en mis tareas, que se preocupaban por lo que necesitaba, no hubiera tenido nada. Encontré contención y educación en ese lugar desde los 9 meses hasta los 15 años".
Al relatar cómo era la rutina diaria, la entrevistada comentó que era "como una guardería todo el día, entrábamos a las 7.30, desayunábamos y luego íbamos a la escuela. Yo iba a la Rafael Núñez que estaba cruzando la plaza; a los chicos que iban a otros colegios más lejos los llevaban en una camioneta".
La institución se ocupaba de inscribir a los niños en el colegio, en Catequesis y diversas actividades. "Cuando salíamos de la escuela volvíamos a almorzar, después nos hacían hacer una siesta en una habitación. Cuando nos levantábamos hacíamos la tarea, merendábamos y a la tardecita, según el horario de los padres, nos íbamos", recordó.
Añadió que además "nos festejaban el Día del Niño, la Navidad, los cumpleaños, nos llevaban de vacaciones, tengo muy buenos recuerdos".
"Nosotros somos cinco hermanos, cuatro mujeres un varón que ya falleció, vivíamos en barrio Parque, frente al Parque Cincuentenario, en aquella época no había muchas casas y hacia el norte era todo campo. Me acuerdo que yo iba con mi hermana más chica, mis hermanas mayores se criaron en el Hogar de las Jóvenes donde vivían con monjas", rememoró.
La salida
A los 12 años, Mónica debía dejar el lugar donde tanto aprendió: "Fue un momento doloroso porque se había formado un grupo de chicas muy lindo, entonces las maestras decidieron hacer un grupo de adolescentes y prolongaron la edad hasta los 15 años. Ahí nos quedamos con Susana Biazi, una de las maestras, que nos hacía hacer las tareas, cocinábamos, pasábamos la tarde antes de volver a casa y eso evitaba que estemos en la calle con un montón de riesgos. A todas les decíamos tías porque eran parte de nuestra vida".
Por último, Mónica mostró su agradecimiento: "Sería feliz si la Casa del Niño funcionara actualmente de esa manera, porque me enseñó mucho y estoy muy agradecida. Éramos como hermanos todos, tengo compañeras que estuvieron conmigo en esos tiempos y todas salimos adelante, formamos familia y nos mantenemos en contacto". "Por más piedras que haya en el camino hay que seguir adelante, tropezamos y caemos y seguimos luchando, hoy tengo una familia hermosa, unos hijos maravillosos que son mi orgullo por los que lucho día a día", dijo.
"¡Robemos
la calle al niño y
ofrezcámosle
un hogar!"
La Casa del Niño nació como una obra mixta entre sectores oficiales y privados de la comunidad de San Francisco. El edificio se construyó con ayuda del gobierno provincial y con lo recaudado en una colecta en la que colaboró toda la ciudad.
Tenía una noble misión: La madre y el hijo desamparados eran la principal preocupación, pero también fue creada para que la madre que trabajaba fuera del hogar pudiera dejar a sus hijos en un rincón familiar donde recibían comida, útiles y educación cristiana que los formaba para integrarse a la sociedad.
"¡Robemos la calle al niño y ofrezcámosle un hogar!", titulaba LA VOZ DE SAN JUSTO en 1936, cuando toda la comunidad solicitaba la habilitación de la Casa del Niño, ya que la pujanza económica de la ciudad y el desarrollo demográfico hacían imperiosa la necesidad de contar con esta guardería infantil. Fue así que comenzó a funcionar en octubre de 1936 y se inauguró oficialmente en 1937.