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La lucha contra el hantavirus es una responsabilidad compartida y exige de todos un esfuerzo importante y solidario para impedir que se produzcan otras realidades tan dolorosas.
Una decena de personas ha fallecido hasta el momento en la pequeña localidad patagónica de Epuyén como consecuencia del brote de hantavirus que comenzó a manifestarse a principios del mes de diciembre pasado, luego de que contrajeran el mal casi un centenar de asistentes a una fiesta de cumpleaños.
El drama de esta enfermedad está causando estragos en aquella población y encendió las alarmas sanitarias en la región andino patagónica, así como también en otras provincias cercanas. Según se ha admitido, lo que más preocupa es, además de la posibilidad de que continúe incrementándose el número de muertos, el hecho de que se cree que todos los infectados habrían contraído la enfermedad de otras personas. Esto determina una posibilidad cierta de que pueda diseminarse el virus por otras regiones del país.
Como se ha difundido extensamente, el hantavirus es una enfermedad viral grave que trasmiten los ratones silvestres y en la Argentina es común que cada año haya algunos casos. Pero nunca ha sucedido un brote fatal como el que se está registrando en el sur del país en las últimas semanas. Por ello, se impone la emergencia sanitaria para evitar que se propague, así como para atender a los afectados en aquella localidad en donde se inició.
El centro del país no está entre las regiones de mayor riesgo. Pero el hecho de que se está transmitiendo de persona a persona obliga a reforzar las medidas preventivas ante la factibilidad de que algún contagio se produzca y llegue hasta aquí por imperio de algún viaje por ejemplo. Se han conocido mensajes de los entes sanitarios advirtiendo sobre las precauciones que deben tomar quienes deben viajar a la zona afectada. Incluso se ha sugerido evitarlos. Pero ante la gravedad de la situación, quizás se hagan necesarias otras disposiciones que eviten el problema.
Vale recordar aquí que la Argentinaes el país que mayor incidencia tiene de esta enfermedad en toda América, según las estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud. Por ello, y no solo frente al complicado panorama de Epuyén y su zona aledaña, la necesidad de prevenir es una obligación que compete tanto a los organismos sanitarios como a todos los ciudadanos que, por diversas causas, puedan verse expuestos a estar en contacto con los roedores.
El compromiso en esta materia debe ser asumido también por el conjunto de la sociedad. Higiene y otras medidas que impidan a los ratones acercarse a los sitios donde viven seres humanos son imprescindibles. Por supuesto, el combate también implica la eliminación de estos roedores cuando las condiciones así lo impongan. Y no solo por el hantavirus que quizás no llegue por esta geografía. Sino también por la cantidad de enfermedades severas que la falta de limpieza y la presencia de roedores pueden generar.
La afligente situación que se vive en la citada localidad patagónica mueve a la conmiseración y a la solidaridad. Al mismo tiempo, refuerza la idea de que la lucha contra el hantavirus es una responsabilidad compartida y exige de todos un esfuerzo importante y solidario para impedir que se produzcan otras realidades tan dolorosas.