San Isidro
Ojalá San Isidro cruce la meta y le brinde a la ciudad otra gran satisfacción en uno de los deportes más acendrados en nuestra comunidad. Aunque, independientemente de lo que suceda en el parqué del "Severo Robledo", surge espontáneo el reconocimiento merecido para los protagonistas que han sabido colocar otra vez a un club sanfrancisqueño en una instancia decisiva e histórica.
El fin de semana que comienza tendrá un atractivo especial para el deporte de San Francisco. El equipo de básquetbol de San Isidro disputará dos encuentros finales por la Liga Argentina que definirán la posibilidad del ascenso a la máxima categoría de este deporte en el país. Los encuentros contra Platense de Buenos Aires colocarán, sin dudas, nuevamente en la escena nacional a nuestra ciudad y no solo en el plano deportivo.
Se trata de un evento de características casi inéditas en la ciudad. Solo puede establecerse un parangón con aquella final de junio de 2013, cuando Sportivo Belgrano logró subir a la segunda categoría del fútbol argentino. Salvando las diferencias entre un deporte y otro, asoma una característica de este momento tan singular: si el elenco de nuestra ciudad consigue el triunfo en los dos encuentros -o en el quinto que se jugaría en terreno "calamar"-, sería la primera vez que San Francisco tendría a un equipo en la élite de un deporte de conjunto.
Esto último no es poco. Pero ratifica la rica historia en la que se asienta este presente. El básquet de la ciudad tiene logros muy significativos en el pasado. Tanto por los equipos que la han representado en el orden provincial y nacional, como por los extraordinarios jugadores que exhibieron su talento incluso fuera de las fronteras argentinas.
La institución de calle Corrientes es un ejemplo palpable. Desde su propio nacimiento marcó improntas en el deporte sanfrancisqueño. No solo en el básquet. Aquellos primeros tiempos del siglo XX vieron descollar a equipos rojiblancos en el fútbol regional. Y, más acá, destacados exponentes del tenis o la natación defendieron sus colores.
Pero en el deporte de los cestos se asienta, sin dudas, la mayor parte del esfuerzo de casi un siglo de vida. Aquellos duelos con Alumni, un rival clásico durante décadas. Las porfías frente a El Tala, Sportivo Belgrano, El Ceibo o Unión Social. Las luchas por el ascenso de categoría. La llegada de personajes del básquet que le dieron una impronta particular. El esfuerzo a fines de los años 90 y principios de este siglo para alcanzar éxitos que se recuerdan en aquellas noches en el estadio de El Ceibo. La remodelación de sus propias instalaciones. Y la gestión destacable de un grupo de dirigentes que, con humildad y pasión, volvieron a colocar a San Isidro en este sitial. Todas etapas de una vida deportiva que hoy afronta una posibilidad única.
A veces, los resultados son determinantes en el deporte. Mucho más en un ámbito tan exitista como en el que se mueven las pasiones en la Argentina. Sin embargo, aun deseando fervientemente el triunfo "halcón", es preciso bajar las pulsaciones por algunos instantes, tener una mirada retrospectiva y rendir homenaje a todos los que han trabajado y aportado al básquet sanfrancisqueño. Porque el histórico momento de hoy tiene raíces profundas. La savia la proveyeron deportistas y dirigentes que marcaron el sendero. Ojalá San Isidro cruce la meta y le brinde a la ciudad otra gran satisfacción en uno de los deportes más acendrados en nuestra comunidad. Aunque, independientemente de lo que suceda en el parqué del "Severo Robledo", surge espontáneo el reconocimiento merecido para los protagonistas que han sabido colocar otra vez a un club de la ciudad en una instancia decisiva e histórica.