Rosa, la señora que limpia la escuela, la maravillosa
Rosa Urquía hizo gala de un oficio noble y esencial en las escuelas, el de limpieza. Detrás de ese uniforme hay una señora con una vida difícil pero que tiene de forma permanente una sonrisa en su rostro, es parte de una gran familia e irradia una hermosa energía.
"Soy Rosa, en realidad, Urquía Rosa del Valle". Así comenzó presentándose en el ciclo "Los de siempre" de LA VOZ DE SAN JUSTO web esta mujer que tiene el rol de encargada de limpieza en la escuela Hipólito Irigoyen.
No es una portera, ella es quien mantiene relucientes los pisos, repasa que todo esté en orden en las aulas y junta cada uno de los papeles que los chicos dejan tirados por ahí. Es una mujer que hace la limpieza en estas "casas grandes".
Esa labor, una vez lo hizo en la Escuela Normal donde trabajó desde 2005 hasta 2017 y ahora lo continúa con las tareas en este colegio primario. Para ella "fue difícil" adaptarse a un nuevo lugar después de arraigarse tanto tiempo a otra comunidad, pero así como se fue rodeada del amor de todos en el edificio de calle Rivadavia, fue recibida y "adoptada" en la otra institución con la misma intensidad.
Su historia va mucho más allá de lo laboral. Vivió una infancia dura al perder a su mamá con solo 7 años. Se crió con su abuela, a la par de sus hermanas y a pesar de todo eso que la marcó siendo tan pequeña nunca perdió la sonrisa, tampoco la "buena onda", creció "siendo dada con la gente".
Esa buena energía la traslada a todos los lugares donde va y aunque quizá no quiera darse cuenta por ello es que todos los que la conocieron tienen un gran recuerdo de su presencia en las escuelas.
Rosa trabajó toda su vida. A veces de niñera, otras en limpieza incluso estando embarazada. Hasta que fue contrada en la empresa donde se desempeña y en la que "espera jubilarse" porque los años no vienen solos.
Para esta mujer de 60 años, no hay vergüenza donde hay trabajo y disfruta de limpiar, juntar los papeles que quedan desperdigados, responder al saludo de algún ahora joven adulto que la conoció siendo estudiante secundario en la Escuela Normal. Disfruta de la vida, de su familia, de todo, siempre aceptando que solo hay que "ponerle onda".
"En mi vida hice de todo y trabajé hasta estando embarazada de mis mellizos. Para mí no es bajeza haber trabajado tanto y si lo tengo que hacer lo voy a seguir haciendo, me encanta".
Siempre con el lampazo
"Rosita" o "La Rosa" como suelen llamarla todos es muy popular. Muchos jóvenes la conocieron y la mimaban en el colegio, ahora los pequeños de la escuela Irigoyen la van a recordar siempre así también.
En la memoria de quien escribe, por ejemplo, ella era la señora que cuidaba el colegio y lo dejaba muy limpio. La que recibía a todos con una sonrisa y jamás, jamás se quedaba quieta.
Su historia confirmó estos recuerdos tan latentes: "Trabajé toda mi vida, tengo 60 años. Ya hace 14 años que estoy en esta empresa. En mi vida hice de todo y trabajé hasta estando embarazada de mis mellizos. Para mi no es bajeza haber trabajado tanto y si lo tengo que hacer lo voy a seguir haciendo, aparte me encanta".
La mujer contó que "en la Escuela Normal estuvo siempre con los chicos grandes y le gustó mucho". Hoy todos la recuerdan y le gritan por la calle para saludarla por eso expresó que "siempre se portaron excelente con ella y la respetaron".
La nueva escuela significó "un cambio" porque los alumnos son más pequeños y es otra dinámica, empero, se ganó el cariño de todos "y hasta la directora le prohibió irse". Ahí Rosa es más que cuidada y querida.
Activa dentro y fuera de la escuela
Los días de Rosa no se conciben sin que tome la escoba y barra o repase algún mueble. En la escuela pasa lo mismo. "Llego acá y empiezo 'de una' con la limpieza, paso los pisos. Voy al patio barro. Siempre hago cosas porque tengo 8 horas acá adentro y sino no se me pasan las horas. No me gusta estar parada", relató emocionada.
Un poco después reconoció que entre todo ese ir y venir nunca falta el tiempo para una buena charla o unos mates calentitos con las docentes. "Siempre charlo, soy muy dada siempre lo fui", admitió.
Su presencia en las instituciones que estuvo fue muy fuerte, igual que la de su esposo Carlos Funes con quien compartieron el trabajo en la Escuela Normal durante 15 años. Juntos formaron una gran familia que también es muy popular, la que se compone de Carina, Letizia, Luis, Gastón, Silvina (que son mellizos) y Luciano.
Ella en su casa es la primera en levantarse, la que se pone a limpiar y ordenar. "Me gusta hacer de todo, aunque hacer de comer no tanto, llegan las 12 y siempre digo '¿ahora qué voy a hacer' porque no me gusta mucho", sostuvo con una sonrisa pícara.
A sus 60 años no sabe qué será de su futuro aunque se imagina claro está jubilada. Sin embargo, ella por su personalidad no podría quedarse quieta y por eso no puso reparos al aclarar que "continuaría trabajando porque le gusta".
Algunos creen que ella es una portera y no es así. Su trabajo es un poco más amplio. Para los más pequeños de este colegio donde ahora está es "la 'seño' Rosa" por más aclaraciones que les haya hecho acerca que su deber "no es enseñar sino limpiar".
Si un joven conoce a esta noble mujer solo la llamaría Rosa. La verdad ella es un poco de todo, un poco "seño" porque enseña sin tener un título sobre cosas que a veces no están en los libros, otro poco la señora que limpia, pero sobre todo ella es Rosa, la maravillosa.