Robos de "mecheras": un delito habitual que obliga a los comerciantes a protegerse
Suelen actuar en comercios de ropa del centro de la ciudad. Operan en grupo y a veces con hombres o niños.
Entran en grupos haciéndose pasar por clientas y
aprovechan cualquier descuido de los vendedores para llevarse mercadería del
lugar. En su mayoría son mujeres, pero a veces van acompañadas por hombres y
hasta niños.
Son las "mecheras" que desde hace un tiempo preocupan a empleados y comerciantes locales. Es que este tipo de robo hormiga les genera pérdidas económicas y los obliga a colocar cámaras y alarmas y a estar atentos a todos los que ingresan.
Con esta modalidad les roban prendas de vestir, accesorios, perfumes y diferentes artículos.
La polémica volvió tras la viralización de un video en redes sociales, en el que se veía a dos adolescentes con uniforme escolar robando en una reconocida boutique de bulevar 25 de Mayo.
El término "mechera" hace referencia a una mujer que oculta entre sus prendas lo robado. Se trata de un delito de hurto, considerado menor por lo que difícilmente su autora quede detenida, a menos que posea antecedentes penales.
En la mayoría de los casos descubiertos en comercio de la ciudad, las mujeres estuvieron demoradas pocas horas y luego recuperaron su libertad.
El modus operandi es variado. En algunas ocasiones, actúan en compañía de dos o tres cómplices. Las acompañantes por lo general se encargan de distraer a las vendedoras mientras la otra comete el delito. Pocas veces se ha dado el caso de "mecheras" solitarias.
Otra modalidad implementada en la ciudad es confundir al vendedor con las prendas que supuestamente se van a probar. Todo vale a la hora de intentar sustraer algo de un comercio.
Llegó para quedarse
Este robo conocido también como "hormiga" que hasta hace unos años era patrimonio exclusivo de grandes ciudades, parece que llegó para quedarse en San Francisco obligando a los comerciantes a apelar a distintos sistemas de control para evitar estos casos.
Mientras en algunas tiendas o boutiques se utilizan detectores en la puerta de ingreso, en otros las prendas están protegidas con prendedores que se activan cuando son retirados. Para desactivarlos, en la caja del comercio poseen un aparato que se encarga de esa tarea.
En algunos locales se han instalado cámaras de seguridad cuyas imágenes son observadas constantemente y en algunos otros son los propios vendedores o encargados quienes realizan la tarea de vigilar que no se roben nada.
Las víctimas
LA VOZ DE SAN JUSTO habló con responsables de varios comercios, quienes manifestaron que fueron víctimas de estos actos delictivos. También coincidieron que debieron buscar una forma para proteger le mercadería.
En uno de los comercios visitados relataron que un joven logró apoderarse de una camisa, y "al rato volvió y solicitó cambiarla por una de un talle menor. Puso como excusa que se la había regalado su padre. Cuando la encargada del local comenzó a efectuarle preguntas, el joven se puso nervioso y terminó reconociendo el robo".
"Yo tengo alarmas en la ropa, pero ellos saben cómo evadirlas también, en algunas ocasiones he encontrado las alarmas junto a un pedazo de la prenda de vestir en los probadores, no sé para qué le sirve algo que ya tiene un agujero", contó Alejandro, el propietario del local Supertienda El Tanito.
"Otra vez- siguió - descubrí a dos menores que pretendían llevarse unas remeras y en otra ocasión dos personas mayores robando en el cochecito del bebé que tenían con ellos", precisó.
En nuestro caso, tuvimos hechos de robo es al voleo, por lo general observan alguna prenda que no tienen la alarma y es lo que intentan sustraer. En mi caso, toda la ropa está protegida con la alarma y así también nos han robado".
Más casos
"Aquí tratamos de tener cuidado al momento en que piden probarse tal o cual prenda, tratamos de que siempre haya una de las vendedoras cerca del probador, afirmó la dueña de otro local. "Contar la prendas que el cliente se lleva para probarse y controlar que la cantidad que devuelve fue algo útil que nos sirvió", explicó Ivana, de Preciomanías.
La mujer relató un hecho curioso que les tocó pasar con un chico que se llevó una camisa y luego volvió a cambiarla por un talle menor. "Para nosotros, se la guardó entre medio de los pantalones. Estos hechos nos han llevado a extremar las medidas de seguridad, no es lindo sospechar de los clientes, pero observamos a las personas", admitió.
Analía, de Kevingston y Mitos, indicó que "en nuestro caso, cada prenda posee un capuchón que es en realidad una alarma, en lo que respecta a los accesorios y perfumes viene un sistema de alarma adhesiva, de este modo estamos más protegidos".
"Hay gente que ha intentado llevarse prendas, pero para sacar el protector rompen la prenda. Nosotros además poseemos cámaras de seguridad y de este modo monitoreamos permanentemente lo que ocurre en el salón de ventas", concluyó.