Reivindicación inoportuna e innecesaria
La polémica generada por las declaraciones del ex director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que dijo que la historia argentina "va a ser rehecha y reescrita".
El ex director de la Biblioteca Nacional y uno de los fundadores del movimiento de intelectuales kirchneristas denominado Carta Abierta, Horacio González, causó revuelo con sus expresiones vertidas en una entrevista. Allí, el sociólogo expresó que la historia argentina "va a ser rehecha y reescrita". Y aclaró que debe ser "dura y dramática", y "que incorpore una valoración positiva de la guerrilla de los años 70 y que escape un poco de los estudios sociales que hoy la ven como una elección desviada, peligrosa e inaceptable".
Ciertamente, es la opinión de un personaje de la política vinculado a ideas extremas de izquierda que, formulada en el marco de la campaña electoral, ha vuelto a colocar en discusión el intento de algunos sectores que se auto adjudican la propiedad del pensamiento nacional de reescribir la historia según su visión e imponerla a todo el conjunto social.
Pero además, se pretendería rehacer el relato histórico calificando como héroes a simples asesinos que, supuestamente en nombre del pueblo oprimido, cometieron matanzas y sembraron el terror, incluso en tiempos en los que la Constitución y las instituciones democráticas estaban vigentes.
El columnista Fernando Laborda, en el diario La Nación, se encargó de manera lúcida de rebatir esta postura: "Si González está proponiendo identificar alguna calle o algún barrio con los nombres del jefe montonero Mario Firmenich o del líder del ERP Mario Roberto Santucho, debería recordarse que esas organizaciones sembraron una teología de la violencia amparada en la doctrina de que el fin justifica los medios y en un narcisismo revolucionario que llevó a la muerte a miles de inocentes, incluidos no pocos jóvenes idealistas que fueron presas del fanatismo ideológico, de la intolerancia y de la prepotencia de las balas y las bombas con que sus líderes pretendían imponer un proyecto totalitario. Su reivindicación suena hoy tan absurda como la de los excesos en la lucha antisubversiva y los delitos de lesa humanidad cometidos desde el Estado".
Suena inoportuno y hasta disparatado reivindicar hoy la acción errada y violenta de quienes fueron protagonistas de la época en la que se abrieron las más hondas heridas en nuestra sociedad. Fue un tiempo de violencia política derivada de ideologías extremas, de un Estado que no cumplió con la ley y la Justicia, de enormes faltas contra la vida y la dignidad humana y de desprecio por las instituciones.