Plácido Lutri sobre el bonsái: “Es el único arte que trabaja con seres vivientes”
Dicta cursos casi de carácter personal. Muchos de sus alumnos creen que se trata de un trabajo de jardinería, pero no él asegura que no.
Dos son las décadas que lleva Plácido Lutri con el milenario arte oriental del bonsái. "Se internaliza en uno y no se va más", señala el hombre que, a través de sus clases, propaga la actividad en la ciudad.
Rememorando, Plácido sostiene que la inquietud comenzó cuando transitaba sus últimos años como profesional docente (en nivel primario). "Después de muchos años en la docencia ejercí distintos puestos en Córdoba". Fue inspector general, subdirector general y director general de escuelas. "En esos años hice cursos de bonsái con unos japoneses. Y cuando al fin me pude jubilar me encontré sin hacer nada y tuve tiempo para dedicarme, y también transmitir el conocimiento a aquellos que querían introducirse en este arte".
Pues, ¿cuál es su origen? "El Bonsái surge en China" -afirma Plácido- "como ellos trabajaban con la medicina alternativa iban a las montañas y traían ramas y hojas, hasta que en un momento se les ocurrió llevar esas mismas plantas y trasplantarlas, y en ese trabajo de cortar hojas y ramas notaron que la planta seguía creciendo igual solo que en tamaño reducido".
Sin embargo, no fueron los chinos quienes dieron a conocer este arte al mundo, sino los japoneses. "Hicieron exposiciones en Paris e Inglaterra, y así fue propagándose. En América llegó a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando los soldados traían bonsáis como presentes para sus familiares. A partir de ese momento recién se empezó a trabajar. Por eso estamos casi empezando cuando en Oriente es un arte milenario".
"Es el único arte que trabaja con seres vivientes: los árboles", sostiene Lutri
"La gente me pide que enseñe"
Plácido es un referente de este arte y, tal como acontecía veinte años atrás, sus clases son solicitadas. "La gente me pide que enseñe y como tengo a la docencia como pasión organicé cursos". Los mismo son en horario nocturno, "para que la gente que trabaja durante el día pueda venir a los cursos", admite.
"No hago los cursos con muchos alumnos porque me gusta que las clases tengan un carácter más personal". Y explica que muchos de sus alumnos creen que se trata de un trabajo de jardinería, pero no. "Es algo que se hace con el interior de cada uno. A todos le doy las mismas explicaciones y después cada uno hace el bonsái de manera distinta. Lo interno se traslada al trabajo manual".
"Es el único arte que trabaja con seres vivientes: los árboles, que tienen sensibilidad y devuelven lo que uno brinda, aunque parezca mentira dan sus manifestaciones de estar en buenas manos", afirma sin vacilar.
"Una tarea terapéutica"
En relación a cómo son las clases, Plácido indica que la primera "es teórica, enseño lo que quiere decir bonsái, que es una palabra compuesta 'bon' quiere decir bandeja y 'sai': árbol, traducido es árbol en maceta. Explico la filosofía, derivaciones y cuidados necesarios, y también los elementos que se necesitan".
A posteriori siguen las clases prácticas, "los alumnos se van con los bonsái que van trabajando. Yo les sugiero que traigan tal planta porque es conveniente con el estilo que se trabajará en una próxima clase". Los árboles, por lo general, son adquiridos en viveros.
Plácido manifiesta que preferentemente se trabaja con árboles que no tengan las hojas muy grandes y enseña: "La técnica reduce las hojas, el tallo y las ramas, pero no las flores y los frutos, que conservan la memoria biológica de la planta madre".
Una terapia con dedicación continua
Al haber fallecido su esposa días atrás, hoy más que nunca, Plácido se aferra al arte del bonsái. "Lo necesito como terapia y más porque me falta mi señora. La dedicación es continua. Se internaliza en uno y no se va más, por eso en mi patio tengo un bosque: un bosquecito, porque es reducido".