Niños sedentarios y pantallas
Un documento emitido por la Organización Mundial de la Salud recomienda que los pequeños no tengan acceso a las pantallas hasta los dos años de edad y pasar una hora como máximo frente a ellas entre los tres y cuatro años.
Una polémica internacional desató la Organización Mundial de la Salud cuando en un informe reciente recomendó acciones para evitar el acceso de los niños de corta edad al uso de pantallas de dispositivos digitales. Según este documento difundido hace pocas semanas, los pequeños no deben tener ningún acceso a las pantallas hasta los dos años de edad y pasar una hora como máximo frente a ellas entre los tres y cuatro años, aunque menos tiempo es mejor.
Los reportes periodísticos sostienen que se trata de una guía elaborada a partir de la revisión de un centenar de estudios realizados en diversas partes del mundo y que ofrece recomendaciones concretas sobre el tiempo diario que los niños pequeños deben dedicar a la actividad física, al sueño y cómo se debe acortar el tiempo de sedentarismo y, específicamente, el "tiempo sedentario de pantallas". Como pantallas se considera desde la televisión y videos, hasta los juegos de computadora y las consolas.
Es una realidad de este tiempo que muchos padres jóvenes utilizan a los dispositivos tecnológicos como elemento central para evitar que el niño "moleste". La atracción hacia las pantallas es un mecanismo mental que en los más pequeños se manifiesta de inmediato y luego de acostumbrarse a su utilización repetida es difícil que el pequeño encuentre otros alicientes fuera del rectángulo dominado por los colores y las imágenes.
Por eso, la OMS recomendó acciones lógicas como "incrementar la actividad física, reducir el tiempo de sedentarismo y asegurar al niño un sueño de calidad mejoran su salud física y mental, así como su bienestar en general, previenen la obesidad y otras enfermedades más adelante en la vida", basándose en que, según las estadísticas, 40 millones de niños menores de cinco años (5,9 % del total) en el mundo sufren sobrepeso.
Sin embargo, estas recomendaciones generaron polémica entre la comunidad científica. Ello se debe a que la OMS reconoció que algunos de estos consejos se basan en pruebas "dé débil calidad" y que debe continuar la investigación respecto de los efectos de las pantallas en la primera edad. Ante ello, reconocidos especialistas de prestigiosos centros académicos salieron al cruce reclamando más profundidad en el análisis de la cuestión. Por ejemplo, desde la Universidad de Oxford se cuestionaron las conclusiones puesto que "están alejadas respecto a las pruebas científicas del daño sufrido" y se llamó a la OMS a llevar a cabo "estudios de mejor calidad" sobre este tema. En otra universidad británica, la Open University, se señaló la sorpresa por el hecho de no comprender "cómo las instrucciones mundiales de política de sanidad pública, que afectan a millones de familias, pueden basarse en 'pruebas de débil calidad'".
No es común que un organismo multilateral como la OMS admita que sus estudios no han sido corroborados en su totalidad. Sin embargo, más allá de las advertencias de la comunidad científica reclamando conclusiones más exhaustivas, es un hecho que el sedentarismo está impactando con fuerza en la vida de los niños de la mayoría de los países del mundo y que la temprana relación con las pantallas es uno de los factores a modificar para así revertir la tendencia. Por ello, al mismo tiempo que se reclame más profundidad en las investigaciones, la experiencia cotidiana indica que estamos frente a un fenómeno que sin dudas acarrea consecuencias para la salud de los más chicos.