Murió su hijo y a los pocos días le saquearon su casa en La Milka
El drama de una familia humilde que lo perdió todo en medio del duelo más duro. Tras quedarse sin trabajo, Gustavo junta cartones para mantener a sus diez hijos. Los ladrones le arrebataron lo poco que le quedaba y ahora necesita ayuda.
El pasado 4 de agosto pasado fue el día más amargo en la vida de Gustavo Gabrielli. Ese domingo perdió a uno de sus hijos. Como si no fuera suficiente con el dolor que le causó el fallecimiento de José Antonio, de solo 17 años, a los pocos días ladrones saquearon su humilde casa en barrio La Milka.
Gustavo tiene 42 años y junto a sus 4 hijos biológicos y otros 6 "del corazón", como le gusta señalarlo, habita una vivienda ubicada en calle Madre Marsilla al 600, de la que junto a sus hijos se había ausentado durante el fin de semana último para buscar alivio al dolor más fuerte para un padre en lo de un familiar en la región. Tomó distancia junto a sus hijos Nicolás Andrés (19), María Belén (18), Angel David (15), Giuliana (13), Joaquín y Bárbara (11), Florencia (9), Felipe (8) y Ana Paula (6).
El martes pasado, Gustavo decidió regresar y fue entonces que se encontró con que habían ingresado a su vivienda y la vandalizaron. "Me llevaron absolutamente todo. Desde ropa, calzado, un colchón, la garrafa, la cocina, una cámara de fotos, herramientas de mano, algunas eléctricas. Hasta las frazadas y las sábanas", le contó a LA VOZ DE SAN JUSTO con lágrimas en los ojos.
Durante muchos años, este hombre trabajó como plomero, maestro mayor de obras, cloaquista, gasista, electricista y últimamente como camionero, hasta que se quedó sin empleo. Desde entonces, con la ayuda de un carrito que arrastra junta cartón para poder ganarse la vida y alimentar a sus 10 hijos; acude a diario al exrelleno sanitario, un trabajo que comienza muy temprano y que hacía junto a su hijo fallecido.
Gustavo Gabrielli lucha por cambiar una historia marcada por la desgracia
Cinco años de tragedia en tragedia
"Hace cinco años que vivo en una pesadilla", confesó entre sollozos luego de comentar que todo comenzó con la temprana partida de su esposa, cuando tenía 38 años a causa de una muerte súbita.
La pérdida de su mujer fue demasiado no solo para él sino para sus hijos que presenciaron esa situación tan angustiante sin poder hacer absolutamente nada pese a que Carlos le practicó maniobras de RCP (reanimación cardiopulmonar).
El dolor fue tremendo para la familia y más aún lo fue para su hijo José Antonio quien cayó sumido en una profunda depresión de la cual no pudo salir hasta que finalmente se quistó la vida el pasado 4 de agosto.
"La vida nos golpeó mucho a todos. Yo como adulto pude sacar fuerzas para intentar sobrellevar la tragedia que fue la muerte de la madre de mis hijos, pero ellos son criaturas, es demasiado dolor", dijo Gustavo.
Tras haber enviudado, con el tiempo conoció a Natalia, a la que considera "una mujer de fierro" que lo ayudó a seguir pese a todo.
"La vida me quitó a mi esposa, ese fue un dolor que luego pude sobrellevar con la llegada de Natalia, pero lo que no se puede superar es la muerte de un hijo. Es una tragedia indescriptible", continuó.
La familia lo es todo para Gustavo. "Mis hijos me dan la fuerza necesaria para levantarme y pelearla día a día. Todo lo que hago es por ellos, me necesitan mucho y voy a estar siempre para ellos", exclamó con entereza.
No quiere que nada les falte, mucho menos educción. Los más pequeños concurren a la Escuela Hipólito Bouchard mientras que el resto cursa en el Colegio Superior San Martín.
Un mensaje entre la basura
"No te olvides nunca de ser feliz". La frase está escrita en un cerámico de la precaria casa, que Gustavo conserva como un tesoro, un mandato inquebrantable.
"Eso es algo que mi hijo José Antonio encontró en el basural y lo trajo para acá. Era de él y en cierta forma, pese a su ausencia, quizá nos quiere decir que no nos olvidemos nunca de ser felices", manifestó.
Quiere conseguir un trabajo
A pesar de una vida herida de nocaut, Gustavo es un hombre agradecido. "Tras el robo, muchas personas se acercaron para ayudarme con colchones, ropa de cama, frazadas y prendas de vestir. Hay personas que me están dando una gran mano y a eso lo agradezco mucho".
No obstante, todavía necesita alimentos y principalmente, conseguir un trabajo remunerado para dejar de cartonear. "Eso sería algo hermoso", añora su paso por distintos oficios.
"Cartoneando estoy expuesto a muchas enfermedades, pero es algo digno que me permite tener un poco de dinero para que mis hijos puedan comer -rescata-. Todos los días me esfuerzo y salgo a cartonear pese a mis problemas de salud. No me queda otra que remarla por mis hijos".
Gustavo solo espera "volver a ser ese tipo que se levantaba por la mañana y no paraba de trabajar hasta la noche", para que su familia "esté bien".
Mientras tanto, recibe con agradecimiento la empatía y ayuda de los vecinos.
Cómo ayudar. A partir de este domingo 18 y cada 15 días, Gustavo realizará polladas en su domicilio de Madre Marsilla 663. Todos aquellos que quieran comprar pollos pueden comunicarse con él al teléfono celular (03564) 15527351 o bien dirigirse a su casa.