“Mi madre convirtió el dolor en amor y el amor en lucha”
Cecilia de Vincenti, hija de la fundaora de Madres de Plaza de Mayo pasó por la ciudad en el marco de las actividades previas al día por la Memoria Verdad y Justicia y contó su historia de lucha.
En el marco de las actividades por la semana de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, el viernes estuvo en nuestra ciudad Cecilia de Vincenti, hija de Azucena Villaflor, quien fuera la fundadora de Madres de Plaza de Mayo y a su vez resultara víctima de la última dictadura cívico militar pagando con su desaparición y posteriormente con su muerte la búsqueda de su hijo, también desaparecido.
Durante la visita a nuestra ciudad, Cecilia De Vincenti brindó una charla en la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" dirigida a jóvenes acerca de la historia de su madre y a partir de allí la vivencia del movimiento de Madres de Plaza de Mayo con su lucha reclamando justicia por la desaparición y muerte de sus hijos.
Azucena Villaflor desaparece un 10 de diciembre de 1977, tras lo cual estuvo cautiva unos días en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma). Fue torturada durante algunos días y parte de los denominados 'vuelos de la muerte' desde donde fue arrojada con vida desde un avión al mar. Su cuerpo apareció en la playa, entre Santa Teresita y San Bernardo y luego permaneció enterrada durante muchos años como NN en el cementerio de General Lavalle hasta que finalmente su familia pudo recuperar sus restos.
En diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, De Vincenti expresó que en estas fechas donde se recuerda un nuevo aniversario del golpe de Estado de 1976 "se renueva el recuerdo de todo esto y el pedido de que nunca más vuelva a haber en la Argentina una dictadura cívico militar. En Buenos Aires se vive una emoción muy grande, por caminar con las Madres, es algo muy emocionante".
La primera desaparición
La historia de Azucena Villaflor, madre de Cecilia comienza a hacerse pública a partir de la desaparición de Néstor, ocurrida el 30 de noviembre de 1976, el segundo de sus hijos que tuvo junto a su marido el delegado gremial Pablo De Vincenti. Néstor De Vincenti, quien al momento de su desaparición tenía 24 años, estudiaba Arquitectura, trabajaba en una fábrica en Quilmes como operario y militaba en la Juventud Peronista hasta su desaparición. Los restantes integrantes de la familia son Pedro, Adrián y finalmente Cecilia.
"Al desaparecer Néstor, mi mamá empieza a gestionar que le firmen un hábeas corpus, yendo a los hospitales, los cuarteles pero siempre se encontraba con la misma realidad, otras mujeres que igual que ella preguntaban por sus hijos", indicó.
La desaparición de Néstor marcó un camino sin retorno para su madre, Azucena quien según indicó Cecilia "mi mamá se enteró de la desaparición de mi hermano porque una vecina le contó en la verdulería del barrio. A partir de eso mi mamá estaba muy triste, llorosa pero mi vida continuó tal cual. Yo ignoraba lo que pasaba, pensaba que mi hermano estaba preso e iba a aparecer. Con la desaparición de mi hermano, mi mamá empezó a buscarlo y un día estaban en el vicariato castrense, mi mamá sugirió que había que reunirse en Plaza de Mayo para preguntarle al presidente Videla con una carta qué está pasando con nuestros hijos. De esa manera, un 30 de abril de 1977, por primera vez, las madres se juntan en la Plaza de Mayo en un grupo conformado por 14 mujeres que se reunieron un sábado a las 15".
Dolor convertido en amor
Luego explicó que el motivo por el cual su madre hizo todo lo que hizo en la búsqueda de su hijo fue "porque el dolor lo convirtió en amor y el amor lo convirtió en lucha y eso fue lo que le dio la fuerza como para pensar que tenían que ir a la Plaza de Mayo. Durante ese año fueron cientos de madres, empezó a venir prensa extranjera y a los militares les empezó a molestar mucho el movimiento de Madres".
La figura de Alfredo Astiz, como un infiltrado en el movimiento de Madres de Plaza de Mayo tuvo mucho que ver con la desaparición de Azucena Villaflor, así como también el sonado caso de las monjas francesas.
Sobre esto dijo que el represor "se hacía pasar por Gustavo Niño, que tenía entre 24 y 26 años y decía que tenía un hermano desaparecido. Astiz estuvo a punto de venir a dormir a mi casa porque mi mamá decía que era un pobre chico que no tenía donde dormir. En ese momento mi padre se opuso porque decía que tenía una hija adolescente".
Además dijo que "de manera permanente les agradezco a las Madres que con el miedo que tuvieron, potenciado por la desaparición de mi mamá y de las otras madres, ellas al jueves siguiente fueron a la Plaza. Mi mamá igual les había dicho que no paren".
El momento de la desaparición
Azucena Villaflor desaparece en momentos en que se dirigía a comprar un ejemplar del diario La Nación donde se había publicado una solicitada por parte de Madres de Plaza de Mayo con los nombres y apellidos de las personas desaparecidas, pidiendo al Ejecutivo Nacional información sobre el paradero.
"El primer ejemplar que compró y luego vio salió borroso. Entonces fue a comprar un segundo ejemplar y allí fue cuando a pocas cuadras de casa la estaban esperando y se la llevaron", remarcó con mucha emoción Cecilia.
Más allá de la lucha de su madre como fundadora de Madres de Plaza de Mayo, Cecilia la describió desde el punto de vista hogareño como "una mujer que en la casa era todo. Ella te retaba porque no estudiabas, te preparaba la comida, te tenía limpio el guardapolvo, era ama de casa, madre, esposa. Una mujer que estaba en todo y para todos. Pese a ser 'tana' era muy 'modernosa' y nos impulsaba a todos a tener vida propia".
"Mi mamá no era una militante, cuando en la mesa de casa se hablaba de política mi papá se enojaba mucho con mi hermano. Además mi papá no entendía mucho por qué mi hermano tenía que ayudar a los más pobres. Él decía que cada uno podía hacer su propio camino. Mi hermano decía que no y mi mamá apoyaba mucho a mi hermano" remarcó.
El clavo y el pañal
Si bien actualmente el símbolo de las Madres de Plaza de Mayo es el tradicional pañuelo blanco sobre el cual cada una de ellas lleva bordado el nombre de sus hijos desaparecidos, el origen de todo ello fue muy diferente.
"Lo primero que las madres llevaban para identificarse era un clavo en forma de prendedor ubicado en la solapa del tapado, simbolizando el clavo de la cruz de Cristo. Después tenían que ir a una movilización a Luján en octubre y para identificarse acordaron usar un pañal de tela en la cabeza y luego de eso empezaron a utilizar el pañuelo blanco con el nombre de la persona a quien buscaban", indicó.
En otro momento de la entrevista recordó a su padre sobre quien dijo que "se murió de tristeza, no de cáncer" y además remarcó que "cuando desapareció mi mamá él me dijo 'cuánta razón tenía tu hermano que había que defender a los pobres'. El mismo se replanteó la historia, sobre todo cuando perdió a su mujer. Él le dijo a mi mamá que no vaya más a la plaza porque se estaba exponiendo mucho".