Los buzones resisten pese a que ya no hay cartas de amor
Ya no son tiempos de cartas anónimas que vislumbraban un incipiente romance. Nadie habla de que los familiares mandaron noticias a través de postales, sin embargo, en la mayoría de las casas siguen colocándose estos espacios para las cartas.
Hubo una época en que el buzón tenía no solo sentido estético sino también uso cotidiano porque el cartero pasaba siempre y las cartas eran un medio de comunicación personal no solo de notificación. En aquellos tiempos no había televisión, no existía Internet, ni la facturación electrónica.
A principios del otro siglo, los buzones comunitarios eran algo común. Las personas dejaban cualquier pedido en esos grandes espacios ubicados en la vía pública y algún empleado del correo era el encargado de juntarlos y despacharlos para ser llevados a destino.
Más adelante en el tiempo las cosas se modernizaron. Entonces, los buzones empezaron a ser parte de los objetos que cualquier familia elegía para su casa. Estos agujeros eran la sensación en los hogares y todas las familias soñaban con tener uno coqueto y que indicara bien donde el cartero debía dejar todos los envíos.
Los había encastrados en las puertas de las casas con un cartel indicativo de "Cartas", otros que no lo tenían pero sí daban la apariencia de que en ese resquicio se podían dejar cosas. Algunos dejaban solo el espacio estrecho y largo libre para que el cartero pudiera dejar cualquier tipo de correspondencia.
Algunos incluso si la vivienda estaba muy adentro del terreno estaban "desprendidos" de ella y no hacía falta llegar hasta las puertas sino solo dejarlos ahí a la par de la vereda y los vecinos después los buscaban.
Cualquiera fuera el caso, todos soñaban con tener uno bien bonito y que representara o se amoldara a la estética del hogar pero por sobre todas las cosas que las cartas no quedaran desperdigadas y se perdieran o las llevara alguien malintencionado.
Antes de un herrero
Pese a que los buzones siguen existiendo y forman parte del paisaje hogareño y de las puertas de las viviendas, su funcionalidad no es la misma. La gran mayoría deja un espacio dedicado a las cartas en su puerta pero los paquetes a veces no entran por ahí o se necesita la firma para ser entregado.
Muchos por la inseguridad decidieron colocar rejas y ahí entre los barrotes tienen una cajita de metal en la que el cartero puede amuchar varios sobres que ahora ya no cuentan historias románticas de algún amor anónimo o galán oculto sino que traen importes o son facturas a pagar.
Los tiempos cambiaron y los materiales también. Muchas familias antes los encargaban - si tenían el poder adquisitivo para hacerlo - a algún herrero que dejara un buzón de pared que identificara al propietario de la casa.
Otros apostaban por sacrificar un poco la puerta para que cansados de que las cartas quedaran desperdigadas por el frente el cartero tuviera un espacio por dónde meterlas.
Pocos en estas tierras tuvieron los buzones estilo americano, como el de la familia Simpson, afuera de sus casas porque si es una casa en la urbanización en general la vereda está "ahí no más" de la bicicleta del cartero.
Ese espacio largo que obligaba a repensar dónde ponerlo para que no vaya contra la estética de la puerta sigue estando vigente.
Ahora de aluminio
En la actualidad quien quiere un buzón difícilmente se lo pida a un herrero. Primero porque éstos no proliferan como en otras épocas, segundo porque suele ser más oneroso para quienes solo quieren un espacio dedicado a los sobres pero no quieren - o pueden - gastar tanto.
Así que el aluminio un metal más barato sirve como reemplazante. Pero no por eso se sacrifica la estética, o el gusto por lo antiguo.
Las clásicas tapas de buzones blancas o negras pueden conseguirse a un precio de $345 en una ferretería. Si éste modelo es forjado en bronce su precio asciende rápidamente hasta los $2500, según pudo saber en un relevamiento LA VOZ DE SAN JUSTO.
Para lucir en la pared o el frente
A veces las personas buscan tener algo más práctico y eligen no tenerlo a la mitad de la puerta o abajo sino encastrado en la pared. Por eso en las ferreterías también se pueden encontrar siempre de aluminio otros más trabajados con estilos diferentes.
Los modelos de buzones también se hacen para ser colocados en las paredes tienen distintos estilos que se pueden combinar con la vivienda según sea el caso. El precio de ellos suena a mucho ya que superan los $4.000.
Las variaciones dependen por otro lado del tamaño del buzón. Aquellos aptos para rejas con un formato más genérico y grandes en cuyo caso tienen un costo aproximado de $2300.
Los que se colocan en los amplios frentes de las casas que no tienen rejas también son de aluminio pero su precio varía según el tamaño, en cuyo caso (como en todos) hay que contemplar la colocación. La variación del costo va desde los 700 hasta casi los $900.
Los tiempos cambiaron y los buzones siguen en vigencia pero las cartas no proliferan, más bien siguen llegando facturas u otro tipo de notificaciones. Pese a todo esto y sin amores anónimos, estos espacios siguen siendo parte esencial de las casas.