Lomos de burro y señalización
Estos elementos construidos de las formas y dimensiones más diversas pueden no cumplir la función reductora de velocidad y son factibles de convertirse en un serio peligro para quien circula. Pero también es cierto que si existe la pintura y las señas viales requeridas, se transforma en un elemento que disuade a los conductores más intrépidos y permite mejorar la seguridad del vecindario.
En la provincia de San Juan, según señala nuestro colega el Diario de Cuyo, se reinstaló un debate acerca de la ubicación de lomadas reductoras de velocidad, así como de la falta de señalización de las mismas. Esto, debido a la ocurrencia de un grave accidente de tránsito en el que una menor de 8 meses resultó con gravísimas heridas luego de que la motocicleta que conducía su padre impactara contra una inadvertida defensa de cemento.
El problema de los reductores de velocidad mal construidos ha llevado serios dolores de cabeza a varias administraciones municipales y provinciales. La biblioteca en el derecho se divide entre quienes sostienen que son directamente inconstitucionales y no están contemplados en las distintas legislaciones que regulan el tránsito y los que consideran que su utilización es central para evitar accidentes debido a que permiten reducir la velocidad de los vehículos, especialmente en algunas arterias y también en rutas que atraviesan el casco urbano de algunas poblaciones. La ruta 19 que conduce a Córdoba y algunas localidades de la ruta provincial 13 en Santa Fe son ejemplos tangibles.
Es más, en algunas circunstancias son los propios vecinos de un sector quienes reclaman su construcción en determinados puntos para mejorar la seguridad vial de su barrio. Lo hacen frente a la inconducta de quienes se trasladan en vehículos de cualquier porte que circulan a alta velocidad y sin ningún reparo por la posibilidad de generar algún accidente de consecuencias incluso fatales.
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Así las cosas, todo indicaría que las lomadas forman parte de una eterna discusión acerca de si evitan o generan accidentes. Y la respuesta a este supuesto dilema parece estar en las características de la lomada y en su señalización. El lomo de burro muchas veces trae consecuencias negativas, especialmente cuando no está bien señalizado o pintado con colores que llamen la atención desde una distancia considerable. En las calles no pavimentadas, estas condiciones son más difíciles de conseguir. Entonces, estos elementos construidos de las formas y dimensiones más diversas pueden no cumplir la función reductora de velocidad y son factibles de convertirse en un serio peligro para quien circula. Pero también es cierto que si existe la pintura y las señas viales requeridas, se transforma en un elemento que disuade a los conductores más intrépidos y permite mejorar la seguridad del vecindario.
Llegados a este punto, convendría que en todas las poblaciones de la región se analice el modo en el que deben instalarse, si cabe, los reductores de velocidad y que el análisis se centre, específicamente, en si cumplen cabalmente con la función para la que fueron erigidos.