Las transformaciones del Bv. 25 de Mayo
El gobierno municipal lanzó un concurso para que urbanistas propongan innovaciones en el Bv. 25 de Mayo, que por más de cien años es la arteria comercial por excelencia de San Francisco. No será la primera vez que se encara una iniciativa así. En la historia, el bulevar tuvo diversos cambios hasta tener la fisonomía actual.
Por Arturo A. Bienedell | LVSJ
-Primera nota-
En el origen del pueblo, nuestro principal bulevar fue el 9 de Julio, porque sobre él estaba el frente de la estación del Ferrocarril Central Córdoba; la Municipalidad en la esquina con calle Avellaneda; la sucursal del Banco de la Nación en Pellegrini y también la Jefatura de Policía, a la altura del actual Pasaje Champagnat.
En razón de esta presencia oficial en 9 de Julio, 25 de Mayo pasó a tener preponderancia social y comercial.
Si bien el plano de 1888 del pueblo Estación San Francisco es más amplio, la urbanización concreta iba desde el actual Bv. Sáenz Peña, hasta Independencia y -siempre usando nombres actuales-, desde los bulevares Yrigoyen y Garibaldi, hasta Juan B. Justo y Buenos Aires. Lo demás eran extramuros. Pero todo era igual: calles de tierra y sin iluminación nocturna eficiente.
El bulevar 25 de Mayo, si bien estaba trazado con la extensión actual, a la altura de Uruguay (hoy Champagnat), hasta calle Vélez Sarsfield, se reducía a una sola mano, la del Norte. Esto fue porque donde ahora está el Colegio Superior "San Martín", estaba emplazado el Molino Río de la Plata, fundado en 1889 por José B. Iturraspe, quien tenía su casa de familia cruzando la calle, donde está el Colegio "Sagrado Corazón". Como todo ese espacio era de su propiedad, lo ocupó sin ceder el espacio de la calle. Recién en 1915, cuando los herederos de Iturraspe lo vendieron a la empresa Molinos "Río de la Plata", se abrió una sola mano para vincular el centro con la estación del Ferrocarril Central Argentino, que estaba alejado y sobre el límite interprovincial, al Este.
El Molino "Río de la Plata" se extendía sobre
la actual mano Sur del bulevar, hasta 1929.
Consta en La Voz de San Justo que el 14 de setiembre de 1928, durante la gestión del intendente César Ferrero, una comisión vecinal integrada por Pedro Castellano, Joaquín Gregorio Martínez, Arturo Taglioretti y Ricardo Tampieri, enviada por el Concejo Deliberante, regresó de Buenos Aires luego de realizar satisfactorias gestiones para la compra de parte del edificio de Molinos Río de la Plata, para lograr la apertura del bulevar.
El 25 de enero de 1929, el intendente Ferrero viajó para la firma de un contrato para la apertura. Este trámite terminó el 3 de setiembre cuando el escribano Federico Uriburu elevó a escritura pública la ordenanza por la cual la Sociedad Anónima de Molinos Harineros y Elevadores de Granos cedió a la Municipalidad la franja de terreno propiedad de la aludida sociedad, ubicada sobre el pasaje Uruguay (Champagnat) y Bv. 25 de Mayo que afectaba a esta última arteria para su prolongación.
Ese fue un cambio importante para el bulevar, el primero de los registrados con el paso de los años.
Al mismo tiempo hubo otras iniciativas para cambiar su fisonomía. El 29 de julio de 1929, el Concejo Deliberante resolvió la construcción de tapial y verjas en los baldíos sobre los bulevares 9 de Julio y 25 de Mayo, entre Garibaldi y Buenos Aires, para reemplazar el alambrado que cercaba al predio del ferrocarril. La obra se concretó posteriormente en la tercera administración de Serafín Trigueros de Godoy, entre 1932 y 1936.
El 30 de junio de 1930, los concejales, en una de sus últimas acciones previas al golpe de Estado del 6 de setiembre, aprobaron una ordenanza estableciendo el pintado de los frentes de los edificios ubicados sobre los bulevares 9 de Julio y 25 de Mayo, para mejorar el aspecto del centro.
Finalmente, el 16 de marzo de 1931, se iniciaron las obras de adoquinado en calle Paraguay, en la cuadra que va de Sarmiento a Pellegrini. Esta obra llegó a Bv. 25 de Mayo en 1932, con lo que cambió para siempre su aspecto, pero veremos en la segunda nota, cómo evolucionó, no solo en su calzada, sino también en los edificios.