Las Farc, otra vez armadas
La ineficacia de los distintos gobiernos colombianos en mejorar las condiciones de vida de vastos sectores del campesinado, el aporte del chavismo como ideología insurreccional y la acción del narcotráfico, cuyos cabecillas se benefician con la interrupción del proceso de paz, son un combo explosivo en esta historia.
El ex número
dos de las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc),
anunció "una nueva etapa de lucha armada", junto a otros líderes de esa
agrupación terrorista. "Anunciamos
al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia [lugar de nacimiento de las
FARC hace más de medio siglo] bajo el amparo del derecho universal que asiste a
todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión",
afirma Iván Márquez en el vídeo en el que aparece al lado de una veintena de
hombres armados con fusiles. Entre quienes le acompañan se puede ver a Seuxis
Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, y a Hernán Darío Velásquez, conocido
como El Paisa, que hace meses dejaron de cumplir sus compromisos con la
Justicia Especial para la paz.
Esta postura destroza definitivamente el proceso de paz, intrincado y difícil, que llevó adelante Colombia para terminar con las acciones de este grupo armado que provocó miles de muertos, secuestró a centenares de personas, se financió con el narcotráfico y sembró de terror una amplia región del territorio de ese país. Que un grupo de las Farc haya retomado la lucha armada da muestras, además, de la cerrazón ideológica extrema de algunos personajes que proclaman consignas en favor de los derechos y la Justicia, pero que acaban convirtiéndose en delincuentes y asesinos con sus acciones.
Iván Márquez agrega que desde la firma de la paz, que tuvo lugar en noviembre de 2016, "y del desarme ingenuo de la guerrilla a cambio de nada" no se ha detenido la matanza de líderes sociales y de exguerrilleros y culpa al Estado de no cumplir lo pactado. "Nunca fuimos vencidos ni derrotados ideológicamente. Por eso la lucha continúa. La historia registrará en sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas", señala en otro momento del manifiesto.
Lamentablemente, en Colombia está ocurriendo lo que muchos observadores presagiaron. La insostenible línea argumental de las Farc era absolutamente contradictoria con las ansias de pacificación del pueblo. Desde el principio, varios de sus líderes boicotearon el proceso de paz. Hace 5 años, en esta columna se expresó al respecto: "La sensación es que la guerrilla caribeña no pretende la paz, ni siquiera la tiene como aspiración. Sólo dialoga para ganar tiempo, desgastar a las autoridades y mantener en alto un discurso retrógrado, alejado de la realidad y aborrecido por los colombianos".
A esto debe sumarse la ineficacia de los distintos gobiernos colombianos en mejorar las condiciones de vida de vastos sectores del campesinado, el aporte del chavismo como ideología insurreccional y la acción del narcotráfico, cuyos cabecillas se benefician con la interrupción del proceso de paz. Las expectativas para los próximos meses no parecen ser muy halagüeñas.