La esperanza corre por sus venas
Pablo Berra es un argentino que vive en Sudáfrica y participó de la prueba experimental de la vacuna contra el coronavirus que desarrolló la Universidad de Oxford. Cuenta su experiencia y alienta a la gente a aplicársela cuando esté disponible.
Por Gabriel Moyano
Cuando Pablo Berra estudiaba cine en Buenos Aires difícilmente haya imaginado que su propia vida se convertiría en una película. La experiencia de las granjas comunitarias en Israel, conocer allí al amor de su vida, radicarse, educar y cultivar la tierra en Sudáfrica... y como si esto fuera poco ser partícipe de la prueba experimental de la vacuna contra el coronavirus desarrollada por la Universidad de Oxford y que hoy por hoy es la esperanza más fuerte para vencer a la pandemia.
Pablo fue corresponsal de Telesur y Reuters y hoy lleva adelante un colegio que funciona con la metodología Montessori junto a su mujer Savita. Cuando se enteró de que Sudáfrica fue elegido como uno de los países donde se probaría la vacuna inglesa, no dudó en ofrecerse como voluntario.
Cuenta que todos los lunes asiste a reuniones en las que se informa el proceso y afirma que las noticias son alentadoras: "Nos dicen que el 100% de los vacunados desarrolló o desarrollarán anticuerpos contra el coronavirus".
Pero Pablo todavía no puede asegurar que es inmune: a la mitad de los testeados le aplicaron un placebo y no será hasta el final de la prueba que se sabrá a cuál grupo pertenece.
De todas maneras dice que la vacuna representa la luz al final del túnel y se alegró porque esta se produzca en nuestro país. "No tiene ningún efecto adverso y es realmente un avance muy importante".
Nacido en Lomas de Zamora, pero criado en Santiago del Estero, Berra conserva el acento de esa provincia a pesar de que hace más de 12 años que vive en Sudáfrica. Antes de instalarse allí, estuvo en Israel trabajando en una Kibutz, una comunidad agrícola. "Allí nos enamoramos con Savita, una hindú sudafricana, y decidimos mudarse a su país", cuenta.
Se instalaron en Gerardsville, en la zona rural entre Pretoria y Johannesburgo. A poco de llegado a Sudáfrica se llevó a cabo el Mundial de 2010. Recuerda que cerca del lugar concentraba la selección de Alemania y que todas las mañanas, tempranito, pasaban trotando los jugadores que llegaron a la semifinal.
Pablo tiene una granja de unas tres hectáreas que fue vital para sostenerse durante la pandemia. Junto a su mujer dirigen un colegio con la filosofía italiana Montessori, un concepto de educación no tradicional basado en la libertad de los chicos y su capacidad de aprender.
Cuenta que el coronavirus afectó fuerte al país africano, donde unas 3 millones de personas perdieron su fuente de trabajo. De todas maneras, pondera cómo el gobierno de ese país afrontó la pandemia: cuarentena estricta de 5 semanas y solo en las ciudades más grandes, apelando a la responsabilidad de la población.
"Acá se pensó de una manera diferente: se sostuvo que las cuarentenas no son necesarias, sino que pasa más por la responsabilidad de los ciudadanos, que todos debemos protegernos siguiendo los protocolos. En muchos lugares se vio que la gente se cansó de la cuarentena, bajó los brazos y los resultados están a la vista", cuenta.
La postura del gobierno sudafricano fue "no hacer una cuarentena tan estricta como en la Argentina. Dijeron desde un principio 'el virus está y va a quedarse, hay que enfrentarlo, hagamos caso a los protocolos para poder seguir trayendo el pan a la mesa todos los días".
El panorama comienza a cambiar con las noticias de las potenciales vacunas. "Estaba viendo televisión hace dos meses y vi que una doctora decía que buscaban unos 2.020 voluntarios porque Oxford había decidido hacer esta última parte de la prueba en Sudáfrica y en Brasil. Mandé un mail y al rato me llamaron para decirme que había dos sedes de Oxford, en Pretoria y Johannesburgo y me pedían que elija la que me quedara más cómoda", contó Pablo.
Luego prosiguió su relato contando que optó por Johannesburgo y "al día siguiente ya estaba participando de la prueba. Buscaban 50 voluntarios con HIV y el resto que no hayan tenido problemas como obesidad, diabetes, hipertensión, hepatitis b. En las dos primeras semanas nos analizaron y al constatar que no tenía nada de eso me dieron la vacuna el 20 de julio. En un primer momento dijeron que era una sola dosis, pero luego descubrieron que así se inmunizaba al 91% de los vacunados, por lo que para llegar al 100% decidieron hacer dos dosis. Este lunes me tengo que poner la segunda".
Luego de aplicársela, el argentino sintió "síntomas leves, como chuchos de frío, dolor de piernas, fiebre y dolor de cabeza. Fue solo una noche en la que me sentí mal. Estamos en contacto las 24 horas con la Universidad y me dijeron que me tome un paracetamol y que cualquier cosa me iban a buscar pero fue leve, no fue necesario ir al laboratorio. Charlando con los voluntarios me dijeron que pasaron lo mismo".
Esto le hace pensar que recibió la verdadera vacuna y no el placebo (agua con sal y colorante). "Calculo que tuve la vacuna por los síntomas y porque luego me llamaron a darme una segunda dosis. Sería inmune, pero no puedo asegurarlo. Me explicaron que a las dos semanas de la primera dosis el cuerpo produce esas células de memoria b y t, y dentro del mes los anticuerpos que se reforzarán con la segunda dosis. Una semana después de eso ahí ya seríamos todos inmunes", comentó.
"Estoy seguro que pronto vamos a salir de esto. Siempre me ha generado mucha confianza esta vacuna y las otras que están en carrera también van muy bien encaminadas. Yo te puedo hablar de la de Oxford, todos los lunes nos dan una charla en el laboratorio y nos dicen que el 100% de los vacunados han generado los anticuerpos y estas células de memoria b y t que es lo que más buscan los científicos. No hubo casos de efectos colaterales ni síntomas malos. La vacuna funciona", expresó.
"Ojalá pronto se apruebe en Inglaterra para que su distribución sea rápida y salgamos lo antes posible de esta situación que estamos viviendo", fue un deseo.
La vacuna en casa
Berra se alegró cuando se enteró que la vacuna de Oxford será producida para Latinoamérica en nuestro país. "Fue una gran y muy grata sorpresa tener la vacuna en la propia casa. Pensé que es muy bueno porque la distribución va a ser rápida y no tener que esperar que venga de otro lado del mundo. Es una gran noticia", indicó.
Pablo alienta a, una vez que esté disponible, la gente no dude en ponerse la vacuna. "Le diría a la gente que se vacune, que si tuviera que ponerle un puntaje del 1 al 10, le pondría 11. Hay movimientos antivacunas, gente que es reacia, que le tiene miedo y dudas, pero deberían saber que está demostrado que son necesarias para evitar más fuerte. Tengo un poco de miedo que por esta gente el virus permanezca en el planeta por esta gente que no se quiere vacunar, sería algo muy difícil. Lo importante antes de decidir es investigar, leer y consultar con los médicos. Pero hay que darse cuenta de que es muy necesaria para que salgamos rápido de esta situación", finalizó.