La escuela común que integró a más de 50 niños especiales
Vocación pura. En la Escuela "Raúl G. Villafañe", los maestros enseñan más allá de las diferencias, dando respuesta con profesionalismo y amor a las necesidades individuales. Puertas adentro, cómo funciona una escuela para todos.
El niño se balancea en su silla y parece tener la mirada fija en algún punto del horizonte. Mientras tanto, el resto de sus compañeritos escuchan a la maestra parada frente a la clase. Cerca de ese pequeño, otra "seño" que lo asiste en sus necesidades educativas, para que pueda recibir los contenidos que se dictan en clase de la mejor manera posible.
Esta imagen se repite en cada escuela donde cuentan con estudiantes integrados que presentan necesidades educativas derivadas de su discapacidad. Para eso, se debe disponer de un plantel de docentes integradores acoplados perfectamente al resto del cuerpo educativo del establecimiento.
Esta situación ocurre a diario en la Escuela "Raúl G. Villafañe", en barrio Ciudad, donde el 20 por ciento de los estudiantes que asisten son parte de un proceso de inclusión y reciben un contenido pedagógico acorde a su capacidad.
Este colegio primario hoy cuenta con una población de 277 alumnos, de los cuales más de 50 presentan necesidades educativas especiales que demandan contenidos pedagógicos individuales para optimizar su desempeño.
El lema de la institución es: "todos en la escuela haciendo posible la integración educativa".
Hay equipo
Capacitación constante
El maestro de primer grado A, Claudio Ferreyra, explicó a LA VOZ DE SAN JUSTO que "nuestra escuela posee 11 grados, con dos divisiones de primero a quinto y una en sexto, contando con 16 docentes integradoras que trabajan con más de 50 estudiantes con diferentes adecuaciones".
Por su parte, la maestra de cuarto grado A, Malvina González, señaló que "cuando a principios de año comenzamos a analizar cómo íbamos a atender a tanta cantidad de alumnos, hablamos de un plan de mejoras con diferentes líneas de acción que tienen que ver con las adecuaciones que se realizan, reuniones de personal para informarles cómo trabajar, etc".
"Contamos con mucho apoyo de la Escuela 'Ana Sullivan', porque tenemos niños integrados desde ese establecimiento educativo especial. Desde allí nos van pasando toda la información que tiene que ver con el cambio de normativas a aplicar. Nos capacitamos para brindar un servicio educativo acorde a las necesidades que estos chicos necesitan", remarcó la docente.
Tras recordar que "nosotros no fuimos formados originalmente para atender a la diversidad", Ferreyra indicó que sin embargo "le ponemos todo el amor y el esfuerzo para poder superarnos y especializarnos".
"Los chicos no discriminan"
Consultados sobre la respuesta de los chicos, aseguraron que "es de lo más normal". Ellos "no discriminan en absoluto" sino que más bien "se adaptan, ayudan y cooperan con el trabajo del docente".
Ferreyra contó que en su aula "está Catalina, una niña con autismo severo, que integra una mesa de trabajo compuesta por seis estudiantes que son sus referentes para focalizar su atención".
"Yo tengo niños con espectro autista, una alumna con un desfasaje madurativo bastante importante y otros alumnos con tics nerviosos, no obstante, el grupo se encuentra totalmente compenetrado con estas situaciones, seguimos la clase como si nada", sumó González.
Para lograr esta integración, la docente comentó que "en Ciudadanía y Participación hablamos mucho de los valor