La Casona de Tampieri que resiste al tiempo y le da identidad a un barrio
Se trata de La Milka. La familia Tampieri le dio nombre e identidad a este sector, pero también los vecinos de antaño, de los pocos que vivían. Una de ellas es Ramona, quien recuerda su llegada al barrio.
Por Ivana Acosta
¿Qué era antes y qué es hoy La Milka? Podríamos decir que es el barrio donde se esconden múltiples secretos, casi tantos como cantidad de vecinos tiene.
La familia Tampieri le dio nombre e identidad a este sector de la ciudad, pero también los vecinos de antaño, de los pocos que vivían en terrenos que no eran de su propiedad y tienen recuerdos de cómo creció todo en el sureste sanfrancisqueño.
Caminar por este lugar es hacerlo por la historia. Donde hay una calle seguramente 60 años atrás había un árbol frutal, o un pino, quizás un espinillo. Fijarse en la dicotomía de casas más sencillas, otras opulentas, también es algo característico de la zona. Los mismos vecinos conviven con lo que queda de una casona donde nació todo, donde surgió barrio La Milka.
En San Francisco es harto conocido el apellido Tampieri, sinónimo de grandeza y progreso industrial durante gran parte del siglo XX. La familia era una de las más potentadas de la época y también una de las que más terrenos poseían en la ciudad. Como muchas otras familias, los Tampieri tenían un espacio donde pasar sus ratos libres o lo que hoy denominamos "casas de fin de semana"; así nació "La Milka", esa enorme quinta que ocupaba un gran porcentaje de los terrenos en los que hoy se erige el barrio homónimo en el sureste de la ciudad.
Antes del barrio, la quinta
El barrio lleva su nombre en honor a una de las hijas del empresario Ricardo Tampieri, allí edificaron la quinta con dos casonas de las cuales en la actualidad sobrevive una ubicada en calle Liniers.
El hombre es descrito en el libro de "Los 100 años de San Francisco" de LA VOZ DE SAN JUSTO como "un visionario industrial". Don Ricardo vino de Italia y falleció allí, fue quien llevó adelante en las décadas del '20 y '30 (siglo XX) una de las mayores granjas que había en el país y que llamó "La Milka".
La granja fue centro de difusión para la producción de árboles frutales, mejoramiento de cultivos y la crianza de aves y conejos, por otro lado, también existía el invernadero, el cual proveía plantas decorativas y surgió allí mismo la primera florería de la ciudad.
Tiempo después nació el barrio que adquirió el mismo nombre, los terrenos dejaron de pertenecer a la familia y los vecinos encontraron un sector donde asentar sus casas.
Don Ricardo murió el 7 de junio de 1953, sus restos fueron traídos a nuestro país y enterrados en el cementerio local el 13 de agosto de aquel año. Sus hijos dejaron de lado este espacio y fueron desarrollando la poderosa fábrica cuyo edificio está en el centro de San Francisco, y - cerca de allí - el mismísimo Palacio Municipal en la intersección de Bv. 9 de Julio y Echeverría.
Ramona
Sánchez lleva 52 años viviendo en barrio La Milka, sus vecinos fueron los
Tampieri. Confiesa que "ama este lugar".
Los comienzos del barrio
Sobre la calle Antártida Argentina está la escuela Lucía Vaira de Aimetta, la cual funciona junto con su jardín desde 1991. Antes de eso, desde hace 52 años frente al colegio vive Ramona Sánchez.
¿Quién es Ramona? Una de las vecinas más populares y reconocidas del lugar. La señora de la casa celeste, que le abrió la puerta a LA VOZ DE SAN JUSTO para rememorar viejas épocas de cuando el barrio era otro y los Tampieri - literalmente - eran sus vecinos por todos los costados.
"Mi casa hace muchos años que está, era de mi suegro", contó la mujer que llegó a vivir allí cuando se casó siendo joven con Pedro Sánchez, de quien adoptó el apellido. Luego, a medida que llegaban recuerdos, agregó: "Todo esto era de Tampieri, la escuela, el jardín, donde está la cancha también, todo era de ellos".
A través de sus ojos, de la mirada de una persona trabajadora y sencilla se cristalizan las imágenes de un barrio distante en el tiempo donde había solo calles de tierra y pocas casas.
Los vecinos de la mujer eran los Tampieri, que en esa época tenían su casona sobre calle Liniers y otra parte de la edificación - actualmente desaparecida - al fondo del barrio.
Sánchez recuerda cómo era por entonces el sector: "Tenían frutales, duraznos y había espinillos, no alambres, también pinos enormes y rosas chiquitas, de las que llaman 'siete hermanitas'. Era un paisaje muy bonito".
Ramona afirmó que "se veía poco a los miembros de la familia Tampieri", era más frecuente - rememoró - ver a los empleados y a un sereno que estaba de forma permanente.
También mencionó el lujo que había en las casonas. "Tenían sótanos, era una construcción muy grande, los patios con mucho lujo, ladrillos finos para ese momento", sintetizó.
El viejo
aljibe de la casona aun sobrevive en la desvencijada construcción ubicada sobre
calle Liniers y cuyo frente antiguamente daba a lo que hoy es Rioja.
Los Tampieri nutrieron el barrio
En tiempos que no había pavimento no estaba el colegio, casi todo lo ocupaba la quinta, sólo unos pocos terrenos quedaban a disposición de quien fuera a vivir al confín de la ciudad.
Ramona explicó que en ese entonces "todo era un poco más seguro a pesar de que vivía poca gente". La mujer consideró que los grandes cambios llegaron en los años '90 bajo la intendencia de Jorge Bucco: "Con él llegó el pavimento y el agua". Antes de eso ella y su familia buscaban agua de su propio pozo, o concurrían al pico que estaba - vaya paradoja - afuera de la casona de Tampieri, el cual sobrevive y está en calle Liniers.
Por supuesto que en ésta época, ni para Ramona o sus pocos vecinos las cosas fueron fáciles. Pasaron varias inundaciones y a ella particularmente el agua le entró a la casa hasta unos 30 centímetros. Hoy se muestra más tranquila porque "los desagües funcionan bien" y, además "también pasa el colectivo" a metros de donde reside.
La caída del imperio Tampieri y aun a pesar de que llevaron adelante unas de las fábricas más importantes del país, dio paso a una radical transformación en el sector.
La quinta "La Milka" se transformó en barrio, Ramona dejó de ver esos árboles y frutales para darle la bienvenida a otros vecinos.
Tal como ocurre con todas las cosas en la vida, lo amargo de las pérdidas económicas se entremezcla con el progreso y el avance.
Luego de la declinación industrial, la empresa cesó temporalmente en sus funciones. Después la reabrieron dividida entre el molino y la fábrica de fideos, pero los Tampieri no estaban y así como nada fue lo mismo para ellos, para La Milka tampoco.
Así nació este lugar tan popular de San Francisco. La pérdida económica de Tampieri le dio paso a barrio La Milka, sin embargo, como la historia no se olvida, todavía está una parte de la casona donde empezó todo varios años atrás como testigo de lo que sucedió y sucederá.