“Hay un avance social en cuanto a una menor tolerancia contra la violencia”
Con disertaciones en Tecnoteca comienzan 16 días de activismo en San Francisco en el marco del Día Internacional de No Violencia Contra las Mujeres. Un especialista en el tema, Marcos Ordóñez, propone repensar la masculinidad para “aspirar a sociedades más igualitarias, libres de violencia y justas”.
Por Mauricio Argenti | LVSJ
Tal como ocurre todos los años cada 25 de noviembre mañana se conmemorará el Día Internacional de No Violencia Contra las Mujeres. La fecha fue elegida para recordar el feminicidio en el año 1960 de las hermanas Mirabal a manos de la dictadura de Leónidas Trujillo en República Dominicana.
Esta campaña marca el comienzo de la Campaña Únete de la ONU, 16 días de activismo, comprendidos entre el 25 de noviembre y el 10 de diciembre, que concluyen coincidiendo con el Día Internacional de los Derechos Humanos.
La campaña 2022 "¡Únete! Activismo para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas", tiene el objetivo de movilizar a todos los miembros de la sociedad para que se conviertan en activistas, se solidaricen con las defensoras de los derechos de las mujeres y apoyen a los movimientos feministas del planeta para evitar el retroceso de los derechos de las mujeres y conseguir un mundo libre de violencia de género.
En San Francisco, dentro de las actividades previstas en torno a esta fecha, el doctor Marcos Ordóñez será el principal orador en una jornada de análisis y reflexión sobre esta problemática que se desarrollará en Tecnoteca.
Allí, Ordóñez brindará su análisis en dos disertaciones. La primera, a partir de las 17.30 está orientada a "Vínculos saludables para prevenir la violencia de género" y luego, desde las 19.30 llegará el turno de "Masculinidades y perspectiva de género".
La actividad está organizada por la municipalidad de San Francisco, a través de la Secretaría de Políticas Sociales, el Área Juventud, Punto Mujer y la ONG Mujeres con Oficios.
Previo a la disertación, LA VOZ DE SAN JUSTO dialogó con Marcos Ordóñez, quien entre otras cosas se desempeña como médico cirujano, especialista en medicina general y familiar, Magister en Salud Sexual y Reproductiva (UNC) y miembro del Equipo de ESI de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba.
- El punto central de una de sus charlas establece la necesidad de crear vínculos saludables para prevenir la violencia de género. ¿De qué manera se puede prevenir este flagelo?
Creo firmemente que la violencia de género se puede prevenir, sobre todo porque cuando analizamos las características que rodean este fenómeno, encontramos muchos elementos de orden cultural y, por ende, lo que está determinado por la cultura puede ser modificable y en ese sentido la manera diferencial en que los hombres y las mujeres somos socializados se transforma en desigualdades y algunos tipos de violencias.
- ¿Cómo analiza la situación por la que atraviesan las mujeres en este contexto creciente de violencia de género?
Es innegable que se avanzó muchísimo, fundamentalmente en dos aspectos como empoderar a la mujer en esto de darle mayores herramientas y elementos para identificar los diferentes tipos de violencia y por otra parte, se generaron un conjunto de leyes y dispositivos de protección para las víctimas de este flagelo. Creo que se requiere de un trabajo muy particular y específico con la sociedad en general, pero con los varones en particular para deconstruir estos elementos heredados culturalmente que tiene que ver con las características de lo masculino y que muchas veces se traducen en el ejercicio de violencia a través de sus prácticas.
- Usted sostiene que se avanzó mucho en la lucha contra la violencia de género. Sin embargo, cuando observamos la realidad nos damos cuenta que no se logró disminuir la cantidad de casos de femicidio o de violencia.
Eso es verdad y allí hay que tener en cuenta que los cambios culturales llevan mucho tiempo, sobre cuando estamos tratando de deconstruir un modelo que lleva implementándose varios siglos. Por otra parte, es cierto que las cifras siguen mostrando los terribles datos de la cantidad de femicidios que se producen todos los años, pero acá hay que hacer otro análisis porque hay un montón de figuras que entran dentro del femicidio que antes no eran tenidas en cuenta como tal y en términos estadísticos aparecen con más frecuencia cuando antes se configuraban como 'crímenes pasionales'. De todos modos, creo que sí hay un avance social en cuanto a una menor tolerancia contra la violencia, pero estos casos de violencia extrema son quizá el sitio donde hay que poner mucho más foco y sin dudas que la tarea para lograrlo es de tipo preventiva. Hay que trabajar y hablar de violencia de género y en ese sentido creo que la Educación Sexual Integral en las escuelas es una de las principales herramientas con que contamos para que niños, niñas y adolescentes puedan acceder a otra manera de ver los vínculos y abandonar ciertos mandatos que suelen traducirse en prácticas violentas.
-¿Cuánto influye la formación cultural en actitudes que puedan derivar en violencia de género?
La formación cultural es absolutamente determinante para los casos de violencia de género dentro de una sociedad. Hoy el Mundial de Qatar nos da la posibilidad de mirar otros países y advertir cómo reaccionan ante lógicas mucho más crudas y terribles en torno a esto que combatimos desde aquí que es la violencia de género. De todas maneras, eso no tiene que hacernos perder el foco frente a los cambios que tenemos que desarrollar acá porque a veces miramos otros lugares y dejamos de ver en lo propio. El Mundial nos tiene que servir como un disparador para pensar estos aspectos culturales de nuestra sociedad que de alguna manera siguen sosteniendo y reproduciendo la desigualdad y muchas prácticas violentas que son absolutamente naturalizadas por la cultura.
- ¿Estamos viviendo en una sociedad enferma de violencia?
Yo no sé si es tan así. Observo que tenemos una menor tolerancia de ciertas situaciones y sobre todo esto ocurre en las nuevas generaciones. Hay una menor tolerancia, y, por ende, hay una denuncia más rápida de estas expresiones. Creo que en un punto vamos avanzando. Tengo mucha fe en estas nuevas generaciones que se empiezan a despojar de viejos modelos y tienen otras posibilidades y contextos en cuanto a derechos. Estamos viviendo un choque cultural y generacional que, cuando pase, la cosa va a venir mejor. Esto no quita que los que somos más grandes no podamos sumarnos a este proceso de transformación y también empecemos a mirarnos para adentro e identificar aquellas cosas que portamos y reproducimos y de alguna manera siguen sosteniendo este modelo.
- ¿Cómo tenemos que empezar a trabajar que establecer vínculos saludables entre las personas que faciliten la tarea de terminar con la violencia de género?
Hay muchas formas de abordar este trabajo. En las bases de la socialización de niños y niñas empieza esta construcción cultural que luego se reproduce de alguna manera. Desde que nacemos la manera que nos forman es absolutamente diferencial entre niñas y niños. A los varones los rodeamos de un conjunto de posibilidades lúdicas donde entran elementos como autitos, camiones, pelotas, herramientas, soldados, etc. y al mismo tiempo nos dejan al margen de todo lo que tenga que ver con el cuidado, el afecto y lo doméstico.
Esto tiene que ver con una lógica que capaz fue funcional en otra época, pero actualmente el hombre y la mujer salen a trabajar por igual, aunque cuando llegan al hogar se traduce en desequilibrios donde la mujer se tiene que hacer cargo de estas tareas que, culturalmente, se atribuyen como propias de ella lo cual genera una sobrecarga y limitación de sus posibilidades profesionales. Todo eso es lo que tenemos que modificar, fundamentalmente para aspirar a sociedades más igualitarias y sobre todo, libres de violencia que deriven en comunidades más justas no solo en términos sociales sino más domésticos que ocupen todos los espacios de la vida comunitaria.