Hacer de cada corazón un altar
San Francisco es una ciudad aún joven, tiene mucho por crecer y sus habitantes mucho por trabajar para mantener el perfil que dio identidad al pueblo primigenio y que se fortaleció con el paso de los años.
San Francisco cumple años. Un 9 de septiembre de 1986, hace 131 años, se aprobaron los planos presentados por el fundador, José Bernardo Iturraspe. A partir de allí nació una historia particular, forjada en el trabajo y esfuerzo de quienes llegaron a poblar esta tierra y en el de sus descendientes, orgullosos de la herencia recibida.
Ha transcurrido un largo período desde aquel instante fundacional. Pero no es tan grande si se tiene en cuenta que la historia de la humanidad conoce de poblaciones milenarias. Por ello, bien puede afirmarse que San Francisco es una ciudad aún joven, tiene mucho por crecer y sus habitantes mucho por trabajar para mantener el perfil que dio identidad al pueblo primigenio y que se fortaleció con el paso de los años.
La ciudad ha experimentado prácticamente todas las vicisitudes de la historia argentina reciente. Nació en tiempos de la consolidación del Estado nacional, del modelo agroexportador, de las oleadas de inmigrantes que aportaron su cuota de sudor para hacerla grande y le imprimieron su particular idiosincrasia. El campo y la industria fueron aquí "socios" para el crecimiento. Hubo tiempos en los que lideró la economía de una amplia región. Vinieron otros de sosiego, de desesperanza, de preocupación. Pero la porfía de su gente impidió el derrumbe. Se redoblaron los esfuerzos y, más allá de cualquier diferencia que se presente, San Francisco se mantiene enhiesta gracias a la capacidad y profesionalismo en el ámbito del trabajo, la voluntad de imponerse a las dificultades, la impronta que la educación ha dejado, entre otros factores.
Se ha dicho con razón que los sanfrancisqueños de aquel tiempo bebieron el elixir del progreso corporizado en la figura del fundador y su ejemplo. Porque Iturraspe fue un hombre de gobierno. Pero además mostró una voluntad inquebrantable para conseguir los logros que se proponía y estableció con su accionar la certeza de que es posible el desarrollo y la consecución del bien común.
Retomando conceptos de columnas anteriores publicadas en ocasión del cumpleaños de la ciudad, se impone reflexionar sobre aquellos hombres y mujeres que fraguaron la identidad de nuestra comunidad, basada en valores universales como la búsqueda del bien común, la cultura del trabajo, la solidaridad, el respeto en el disenso y la honestidad.
Raúl G. Villafañe, ex intendente y figura señera de la historia local, escribió en sus Charlas de Aldea: "Evocar el ayer lejano, recordar a los fundadores y primeros pobladores de San Francisco es hacer de cada corazón un altar para bendecir sus memorias. A la sombra propicia de su esfuerzo germinó la simiente, se llenaron los graneros y surgió el laborioso colmenar de las fábricas". Al celebrar sus 131 años, este diario centenario redobla su compromiso de hacer honor a las mejores inquietudes de la comunidad y de procurar que cada corazón se convierta en un altar para homenajear a quienes hicieron mucho por esta querida ciudad.