Frontera: superó la adicción y creó un refugio para que otros no caigan en la droga
Claudio Castro pudo seguir adelante al rehabilitarse y ahora abrió las puertas de un espacio en Calle 3 esquina 60, en Frontera, que se convirtió en refugio para jóvenes que luchan contra el flagelo de la droga.
Por Mauricio Argenti
Lo que para Claudio Castro empezó como una picardía le llevó varios años poder superarlo. Primero fue para probar, luego pensó que lo podía controlar. Lo cierto es que con el paso del tiempo las drogas se iban adueñando de su voluntad hasta el punto en que se le hacía cada vez más difícil poder salir.
La historia de Claudio puede ser la de otros tantos jóvenes que por diversas razones fueron cayendo en el flagelo de las adicciones. Lo que la diferencia de muchos es qué hizo él hizo después de recuperarse.
En 2013 empezó una nueva vida. Ese fue el momento en que inició su rehabilitación aunque sabía que por las drogas lo había perdido todo.
La recuperación no fue fácil ya que le demandó tres años reinsertarse en la sociedad.
En 2016, con la mente mucho más clara y sabiendo qué quería hacer para su vida, tomó la decisión de trabajar para devolver un poco de todo lo que recibió en su camino "de regreso" y para eso hoy, a 6 años del primer paso en su rehabilitación, puso en marcha un refugio para niños y jóvenes con el objetivo de protegerlos del flagelo de la droga.
Se trata del Refugio Cristiano "Jesús Camino, Verdad y Vida", ubicado en Frontera en Calle 3 esquina 60, un espacio que abrió sus puertas el pasado sábado y donde se llevarán a cabo actividades destinadas a niños y jóvenes.
Los días lunes, miércoles y viernes se brindarán meriendas para los niños del barrio. Los viernes por la noche se recibirán a los adolescentes en reuniones donde además se disfrutarán pizzas y enriquecedoras charlas.
Los sábados al mediodía los niños participarán de una escuela bíblica desde las 10 y a partir de las 13 recibirán el almuerzo.
Un grupo de mujeres está organizando una reunión semanal con el objetivo de capacitar e instruir a la gente demostrando que es posible salir del flagelo de las drogas.
"Cuando uno cae en las drogas pierde todo, no queda nada, se pierden hasta las ganas de vivir"
Adicto desde muy joven
Claudio Castro se cruzó en el camino de la droga "desde que era muy joven" lo que lo llevó a estar varias veces al borde de la muerte. Todo cambió un día cuando un amigo lo acercó a la Fundación Reto a la Vida, desde la cual comenzó su retorno a la vida.
"Allí hice mi etapa de recuperación y conocí el amor de Jesús, que fue lo mejor que me pasó en la vida", señaló.
Esta no fue la primera vez que Claudio se acercaba a la religión. En su adolescencia ya había realizado retiros espirituales organizados por el Movimiento Círculos de Juventud de la Iglesia Católica. Con el paso del tiempo y movido por malas decisiones personales se fue alejando hasta hundirse en el flagelo de las adicciones.
"Cuando uno cae en las drogas pierde todo, no queda nada, se pierden hasta las ganas de vivir" recordó con mucha tristeza.
Al llegar a la Fundación Reto a la Vida experimentó "una fe en acción" que le dio el impulso necesario para salir adelante. "Encontré a gente dándome su colchón o su ropa. Además me hablaron del amor de Cristo y al experimentarlo me di cuenta que debía vivir de acuerdo a esas palabras: amar al prójimo como a uno mismo y hacer con los demás como te gustaría que hagan con vos, más allá de la religión que sea".
Una vez iniciado el camino de su recuperación Claudio entendió que "debía ser agradecido" por lo que recibió en la vida dijo: "Con mi esposa tenemos un negocio de comidas y entendimos que debíamos atender a los niños y jóvenes con un plato, capacitación y atención", aseguró.
Tras un año y medio de trabajo en busca de conseguir ese objetivo, finalmente tomó forma el refugio y con él la misión que Claudio entiende que debe continuar a lo largo de la vida.
"Yo sabía el camino que llevaba, hoy entiendo el camino que encontré. Antes era un mentiroso y ahora gracias a Dios me puedo manejar en la verdad. En mi anterior realidad solo me esperaba la muerte o la cárcel y ahora, gracias a Dios, tengo vida porque encontré en Cristo la manera de hacer algo por los más débiles", concluyó.