Francisco y Mauricio
"La figura del Papa es una figura muy simpática que dice las cosas que queríamos escuchar desde hace tiempo de parte del Vaticano. Ahora, esas cosas que dice, ¿las hace? ¿Sí o no? Todavía no", fue lo que dijo Vargas Llosa de Francisco. Lo mismo podríamos decir de Mauricio. La opinión de Jorge Joaquín Martínez.
Cuando Vargas Llosa cuestionó al sumo pontífice por no realizar todo lo que dice y solo quedarse en las palabras, se me hizo que había gran similitud con nuestro presidente. Si bien uno es ecuménico y el otro apenas nacional.
"La figura del Papa es una figura muy simpática que dice las cosas que queríamos escuchar desde hace tiempo de parte del Vaticano. Ahora, esas cosas que dice, ¿las hace? ¿Sí o no? Todavía no", fue lo que dijo el Nobel de Francisco. Lo mismo podríamos decir de Mauricio.
"¿Es porque el Vaticano tiene estructuras muy conservadoras y anticuadas? ¿O porque el Papa habla más de lo que hace? -preguntó retóricamente-. Nos da la impresión de querer hacer reformas muy profundas. Pero estas reformas todavía no se han hecho. No lo sé. Hay que esperar y desear que las cosas que dice, que son las cosas buenas que esperamos que haga la Iglesia, se transformen en realidad. Todavía no lo son", agregó. Otro calco con nuestro presidente, veo yo. Ambos ofrecen esperanzas. Sanas esperanzas. Óptimas esperanzas. Y quienes confían en ellos están esperanzados.
Francisco sorprende y se luce brillantemente ante el mundo como excepcional pastor evangélico. Lo hace con facilidad, sencillez y un sentimiento profundo, propio de su personalidad y de su noble vocación jesuítica. Vincula y reconcilia a todas las religiones y regiones, procurando la paz en el mundo como nunca antes. Pensó en el celibato de los sacerdotes, en el sacerdocio de las mujeres y en temas de familia y divorciados. Pero también debe empeñarse en otra función, difícil, ingrata y espinosa, que no es la de pastor: Corregir una crisis del Vaticano y de la ultraconservadora Curia Romana que lleva años. Al respecto, expresó en 2014 que se encuentra con "enfermedades de la Curia", incluido el "Alzheimer espiritual". Y en el discurso ante la Curia Vaticana de la última Navidad, agregó que en todo proceso de reforma "resulta normal y saludable encontrar dificultades", pero hizo una distinción clara entre "resistencias abiertas, que nacen de la voluntad de diálogo sincero", "resistencias ocultas que se alimentan del 'gattopardismo' espiritual para que todo siga igual", y "resistencias malévolas, acusatorias, que se refugian en las tradiciones, las apariencias y las formalidades". A más de eso, que ya es demasiado, debe luchar con la descomposición económica del IOR (Banco Vaticano), que en octubre de 2013 hizo público su informe anual por primera vez en sus 125 años de historia; y se debió contratar a una empresa auditora para descartar irregularidades y llevar a cabo un proceso de transparencia. Benedicto XVI promulgó una ley para prevenir el lavado de dinero, pero en cuanto vio inútil su intento de reformas renunció al pontificado. Desde entonces, como papa emérito, el gran teólogo alemán observa la dura y espinosa tarea terrena que legó al primer papa latinoamericano. Esta procedencia dificulta, aún más, los propósitos reformadores de Jorge Bergoglio. Aparece como un intruso, raro, humilde, popular, amigo de las otras religiones... Como un "sudaca" para vigilar y desconfiar por los ultraconservadores romanos y anticuados europeos de vieja estirpe. Otra cuestión más grave y depravada que debe enfrentar es la perversión sexual y la paidofilia en el sacerdocio, en el obispado y hasta en los cardenales. Ahora, Francisco se encontró con que su "Ministro de Economía", el cardenal responsable de las Finanzas del Vaticano, fue acusado en Australia de abusos sexuales contra niños y debió acudir a la citación de la justicia.
Mauricio, por su parte, para sacarnos de la ciénaga maloliente y estancada en que nos dejaron sumergidos setenta años de populismo peronista, con el remate de los últimos doce años kirchneristas, debe luchar con un Estado sobre dimensionado, excesivamente costoso e ineficiente, que aún no se anima a achicar; con un país carente de estructura y modernidad (salvo alguna tecnología que nos viene desde afuera); con un grande agujero negro de déficit fiscal; con una inflación extraordinaria, imposible de ajustar prestamente si se atiende a la sensibilidad popular; con una sociedad patológicamente anómica, violadora de normas, adicta al populismo, subsidiada por el desempleo y desacostumbrada del esfuerzo laboral; con políticos, empresarios y sindicalistas que "viven" del pueblo y de la corrupción. Todo espanta las inversiones y convoca al endeudamiento externo. Para colmo, el presidente es millonario e hijo de ricos, cosa tan buena en países normales como mal vista en el nuestro. Acá se prefiere que enriquezcan en el cargo...
Lo cierto, y muy valioso, es que el Papa tiene asombrado al mundo como pastor. Mientras en su país muchos fieles lo malquieren teniéndolo por peronista.
Y en el exterior, Macri sorprende y se luce como un gobernante "de derecha" en Latinoamérica. Mientras acá, siendo esa una mala palabra (la izquierda la urdió así), con pragmatismo mediante e ideología ausente, lo disimula citando frases del "general" o rindiendo homenaje a los terroristas comunistas desaparecidos en el río. Sin ninguna referencia o recuerdo a sus víctimas, a "los otros muertos", como llaman a los asesinados por la guerrilla. En tanto Mauricio piensa que así arrimará a peronistas e izquierdosos, prosélitos y sobrevivientes de los subversivos, sus fieles se sienten defraudados y maduran abandonarlo.
Francisco y Mauricio, creo yo, dentro de "lo que hay", son lo mejor que le pudo ocurrir a la Iglesia y a la Argentina en este tiempo. A uno lo frena el ultra conservadurismo de la Curia Romana y las anomalías del Banco Vaticano. Al otro, el populismo instalado en el país. Dios los asista para que logren superar los graves escollos que enfrentan y que sus óptimas esperanzas cuajen y se materialicen.
Jorge Joaquín Martínez
jorgejoaquinmartinez@gmail.com