Fiestas, libertad y responsabilidad
Con alguna lógica puede señalarse que la extensión de la cuarentena que ya no es cuarentena, según el intento de modificar el relato esgrimido hasta por el propio presidente de la Nación, determina que este tipo de episodios se haga mucho más frecuente. Sin embargo, la anomia social que padece la Argentina desde hace mucho tiempo también juega su parte.
El pasado fin de semana fue pródigo en acciones de detección y clausura de algunas fiestas privadas que están hoy prohibidas por la legislación que se ha establecido en el marco de la emergencia sanitaria por la pandemia del Covid 19. Algunos de estos encuentros tuvieron un final abrupto y pudieron, incluso, haberse convertido en escenarios de hechos trágicos en virtud del desbande que se produjo en, al menos, uno de ellos.
En una anterior columna editorial se cuestionaron decisiones que ponían trabas ciertas a reuniones familiares en todo el país y se criticaron actitudes de algunos sectores gobernantes en torno a que determinadas restricciones dejaban poco margen para el ejercicio responsable de la libertad de cada ciudadano. Al mismo tiempo, se dejó en claro que algunas conductas que buscan justificativos en aquella libertad no encuentran allí su verdadero cauce, debido a que son producto de la irresponsabilidad y de una mal entendida rebeldía frente a otras disposiciones sanitarias mucho más lógicas y atinadas que la prohibición de los encuentros en una familia.
Se informó en San Francisco de tres procedimientos. Uno de ellos, en un local de bulevar 25 de Mayo al 1100 pudo derivar en una tragedia cuando jóvenes que participaban de esta fiesta no autorizada treparon a los techos para intentar el escape. Incluso algunos ingresaron al patio de viviendas colindantes. Podría haberse producido algún accidente de consecuencias irreparables frente al desbande que ocurrió.
Pero también en varias poblaciones de la región se llevaron a cabo este tipo de actividades. En Colonia Marina la policía procedió a cerrar una fiesta que se desarrollaba en una vivienda rural. En otras localidades, varios domicilios fueron visitados por las autoridades debido a denuncias por encuentros que no tenían el carácter familiar. Incluso en la ciudad santafesina de San Cristóbal se detectó en un procedimiento la presencia de personas que provenían del Gran Buenos Aires y no habían registrado su ingreso a esa población.
Con alguna lógica puede señalarse que la extensión de la cuarentena que ya no es cuarentena, según el intento de modificar el relato esgrimido hasta por el propio presidente de la Nación, determina que este tipo de episodios se haga mucho más frecuente. Sin embargo, la anomia social que padece la Argentina desde hace mucho tiempo también juega su parte. En verdad, pueden ser cuestionables muchas de las medidas restrictivas que se mantienen porque acotan la libertad del ciudadano y demuestran que algunos gobernantes se sienten mucho más cómodos colocando cepos a la vida cotidiana. Sin embargo, el ejercicio de la libertad exige la responsabilidad en el cumplimiento de pautas de prevención sanitaria que no se cumplen cuando este tipo de fiestas se lleva a cabo.