Febo, llegó para alegrar a los abuelos
La mascota de 4 años fue rescatada por la Fundación Bio Animalis y encontró en un hogar de Frontera una nueva oportunidad.
Por Stefanía Musso | LVSJ
"Febo... Febo, vamos que te buscan", dice María Rosa de Ocaña en la puerta de acceso a la sala principal. Ella es la enfermera del geriátrico Casa del Sol, ubicado sobre calle 1 número 54 de Frontera, y nos pide que aguardemos por Febo del otro lado porque por protocolos de seguridad e higiene de coronavirus está prohibido el acceso a éste como a todos los geriátricos a familiares y personas externas a la institución.
Para cuidarlos está Febo, que lentamente se acerca para saludar a LA VOZ DE SAN JUSTO. Se trata de un galgo de unos 4 años de edad que está junto a los residentes del lugar desde el 16 de mayo pasado y les cambio la vida por completo en tiempos encierro, distancia social y cero visitas.
A pesar que tiene la cucha al lado del hogar, Febo prefiere el sillón verde botella en la entrada del geriátrico. En ese lugar, él descansa mientras este diario dialoga con María Rosa De Ocaña, la enfermera que toma turno y quien cuenta más sobre la importancia de la compañía de las mascotas para los abuelos en tiempo de pandemia. "Hay una frase que dice, `El perro es el mejor amigo del hombre´ y eso es Febo para nosotros", dijo María Rosa.
Mientras la enfermera habla y cuenta sus cualidades, la nueva mascota del geriátrico se levanta sutilmente y mete su hocico en medio de la conversación. "Sabe que se habla de él, de su ternura, de su acompañamiento y quiere demostrarlo. Es grandote, así también es su corazón", afirmó la cuidadora.
Para María Rosa su llegada fue en el momento justo cuando los abuelos no pueden tener contacto con sus familiares. "Febo es el encargado de darles todo su amor y contenerlos. Las familias están contentas con él son pocos los que tal vez no le gusten las mascotas pero es imposible no querer a este galgo", contó.
Con suéter y cucha especial
Febo no es la primera mascota que tienen en Casa del Sol. Colitas, un mestizo, fue compañero de María Rosa durante mucho tiempo cuando ella era nochera del geriátrico: "Cuando el escuchaba que yo llegaba a la puerta del hogar, el venía corriendo a mi encuentro con una enorme alegría".
Luego llegó Fidel, un Bóxer, que enfermó y murió entristeciendo muchísimo a los abuelos. Pero eso cambió con el arribo de Febo, que transformó a todos y llenó de buena energía a este lugar.
El galgo se adaptó de inmediato al entorno y a los residentes de Casa del Sol. Apenas cruzó la puerta ya una de las enfermeras le consiguió su cucha, que la pusieron al lado del hogar. Además, le tejieron un poncho de colores. "Todo es alegría desde que está Febo, es divino con cada uno de nosotros", aseguró María Rosa.
"Él es la compañía de todos los abuelos. Acá, la alegría es desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, así pasamos el día y cuando alguien se pone triste recurrimos a nuestro nuevo amigo", sostuvo.
Después de la entrevista, María Rosa y Febo vuelven para estar con los residentes del hogar.
Un hogar para Febo
El galgo color marrón tiene marcas en su cuerpo. Es tímido pero cariñoso a su vez y rápidamente se gana el corazón de los que están cerca. Pero este perro tiene una historia difícil y es uno de los casos que fue rescatado por la ONG Fundación Bio Animalis.
Gretel Monserrat, representante de la ONG, contó que Febo es un caso de Síndrome de Noé, que son los reconocidos acumuladores de animales. "Como no configuraba un delito en sí y no se enmarcaba dentro del fuero penal, lo manejamos desde la mediación", explicó la abogada.
Gracias a audiencias que tuvo la fundación junto a la persona que lo tenía, este perro fue finalmente rescatado de una vivienda humilde de tres ambientes, con un pequeño patio donde convivía con una veintena de animales. "Febo corría un peligro inminente de salud con un estado de delgadez terrible", recordó Gretel.
La ONG se hizo cargo de su recuperación física y psicológica hasta que llegó una llamada desde "Casa del Sol", que querían incorporar un nuevo miembro a la familia de adultos mayores.
El galgo cumplía con todas las características necesarias de adaptación con los abuelos. "Él es muy tranquilo, con energía muy baja y teníamos el asesoramiento del especialista de Punto Mascota donde se estaba recuperando. No nos quedó dudas que Febo era el compañero terapéutico ideal para el geriátrico", describió la representante de Bio Animalis.
"Cuando llegamos al geriátrico con Febo, los abuelos estaban comiendo y un abuelo me preguntó cómo se llamaba. Cuando le dije su nombre el abuelo me dijo que él lo iba a llamar Roberto", contó Gretel.
Roberto, Febo, no importa el nombre. Lo lindo de esta historia es que este galgo tuvo una nueva oportunidad en su vida y los abuelos también, formando una hermosa familia sin importar el coronavirus y superando cualquier tristeza en tiempos de pandemia.