Faltan “salseras” aseguran los impulsores del baile en la ciudad
Gustavo Jaluf, "Pato" Sena y Darío Burgenes hacen bailar a San Francisco a través de sus academias. Aseguran que el programa de Marcelo Tinelli duplicó la cantidad de gente que llega a sus espacios, sin embargo lamentan que todo quede en una clase. También hablaron de cómo bailar cura.
Gustavo Jaluf, Miguel Ángel "Pato" Sena y Darío Burgenes son los precursores de la danza latina recreativa en San Francisco. Fueron los que se animaron a traer el ritmo, a romper el conservadurismo y lograron que la gente se decida por aprender a bailar.
El impulso -aseguran estos profes de Educación Física y bailarines- se los dio Marcelo Tinelli con el reality Bailando por un Sueño, el programa que llevó el baile a la televisión y convenció a más de uno que mover las caderas no es para elegidos.
Sin embargo, el furor por bailar tiene su contracara: la falta de espacios para explotar lo aprendido en clases. De lo contrario, todo se resume a lo que sucede en las academias Ritmo Azul, Compañía de Baile Félix y Candela, con las clases.
"La gente viene, baila y se va y después pasa una semana para hacerlo de nuevo... y ahí se pierde la magia. Lo ideal sería que haya una salsera, un lugar donde se pueda ir a bailar estos ritmos del Caribe, que no haya vergüenza y todo el mundo se divierta", explicó Jaluf, quien dio el primer paso.
"Un lugar como una salsera llena de energía al que aprende danza y le daría más ganas de venir a clases a la gente y contagiarían a otros a sumarse a las academias", acompañó Burgenes.
Los tres recordaron La Pequeña Habana, un reducto que fue un fenómeno en la ciudad a mediados de la década del 2000. Pero aclararon que su desaparición se debió a que no hubo lugar para los profesores de la ciudad. "Hubiera sido interesante para que impulsemos a San Francisco", analizó Jaluf.
El impulso de la televisión
Jaluf, con 19 años de carrera; Sena con 14, y Burgenes con 9, supieron mantenerse con esfuerzo y escribir su trayectoria en el baile. Esto, admiten, lo hicieron posible gracias al programa Bailando por un Sueño de Marcelo Tinelli, reality que pronto inaugurará su 13º edición.
"No me gusta para nada lo que hace Marcelo (Tinelli) en el programa, pero tengo que reconocer que gracias a él la gente se empezó a acercarse a mi academia", confesó Jaluf.
En números, para el propietario de Ritmo Azul "se duplicó la gente que asiste" a estos espacios de baile.
Burgenes también marcó diferencias con el conductor estrella de la televisión argentina: "No tengo simpatía con Tinelli y él tiene que vender, pero hay que reconocer que la gente de San Francisco que no conocía de baile empezó a motivarse y a buscar espacios para hacer lo que se hacía en la tele".
PONER VIDEOOOOOO
Salir
a bailar, sin que
importe
el qué dirán
Para los profes romper con los tabúes y la timidez en una ciudad chica como San Francisco fue -y sigue siendo- todo un desafío. "A San Francisco le cuesta animarse y mucho todavía hoy. Siempre le digo a mis alumnos que Fabio La Mole Moli ganó un Bailando, así que todos podemos bailar", bromeó Sena.
Más allá del impulso del programa, "que haya hombres es fundamental para que se dé una clase de baile", aclaró Jaluf.
"Antes podías ver a dos o tres en una clase de baile, esos actuaban y la gente hablaba por lo bajo", contó Burgenes, que conoció la "mirada acusadora" cuando bailaba con 17 años junto a Jaluf en público. ¡Un varón bailando salsa!
Pero eso afortunadamente cambió: "Hoy podés encontrar 13 alumnos varones y eso lo hizo posible el programa de Tinelli, porque los chicos no tienen más vergüenza y eso hace que la clase pueda desarrollarse porque al principio vos das el precalentamiento y después se baila todo el tiempo y estos ritmos son en pareja, no se puede solo", aclaró Jaluf.
Darío Burgenes, Gustavo Jaluf y "Pato" Sena hacen bailar a centenares de sanfrancisqueños
Más barato y divertido que un psicólogo
Con música de fondo, luces de colores, buena predisposición, risas y palmas que se baten en cada paso; aprender a bailar en San Francisco es para la mayoría una acto de recreación. "La gente toma clases para divertirse, para recrearse y no justamente para aprender a bailar como un profesional. Algunos te confiesan que es más barato y divertido venir a la academia que pagarle a un psicólogo", afirmó Jaluf.
Según Sena, quien concurre a una clase de baile "se quiere desenchufar y pasarla bien", lejos del celular: "Se relaja y se olvida de los problemas", subrayó.
De la aeróbica al cha cha cha
Allá por el 2000, las horas en las agendas de los gimnasios estaban abarrotadas de actividades como la aeróbica, la localizada y el famoso step que, al ritmo de Britney Spears, se hacía una coreografía. Sin embargo, con el tiempo, las demandas de los alumnos cambiaron. "Antes existía la aeróbica, la localizada y el step, pero la gente iba pidiendo más cosas porque se aburría enseguida", recordó Jaluf.
Los ritmos no llegaron a la ciudad como por arte de magia. Fue la sangre cubana la que trajo el verdadero ADN de la salsa y fue en el cuerpo de Ramón Gutiérrez hace 15 años, el hombre oriundo de la isla caribeña que empezó dando clases junto a Jaluf. "Ramón vino a vivir a San Francisco gracias a gente de la ciudad que lo conoció y lo invitó", recordó el bailarín, quien marcando diferencias manifestó: "En San Francisco al baile le dimos otro rumbo, que sea recreativo al ciento por ciento, donde no haya competencia".